Narra Jacob
Llegamos al colegio del hermano de Kate. Empezaron a salir un montón de niños. Daniel llegó con un ojo morado.
-¡¿Que te ha pasado?!- exclamó Kate mirando su ojo.
-Un niño mayor me ha pegado.
-¿Y por que?
-Me obligó a darle los cromos, y sino lo hacía por las buenas dijo que me los quitaba por las malas.
-¡¿Que niño?!
Kate estaba echa una furia. Le faltaba que le saliese humo por las orejas.
-¡Mira, Kate, es ese niño!- dijo Daniel señalando a un niño de unos once años que salía del colegio.
-Esperad aquí- dijo Kate y se dirigió hacia el niño.
-¡Eh! Tú mocoso, ¿has pegado a mi hermano?
-Si, ¿tienes algún problema ricitos encapuchada?- dijo con tono burlón.
El niño y el resto de su pandilla se rieron. Ahí se iba a armar la de Dios. Kate cogió al niño por el cuello de la camiseta y le empujó contra el muro:
-Mira, rubiales, vuelves a ponerle una mano a mi hermano encima y os mato a hostias a ti y al resto de tu pandilla de mocosos.
-No tienes huevos- dijo el niño desafiante.
El resto de los niños se volvieron a reír.
-¡Mira gilipollas de mierda, no tendré huevos pero tengo ovarios!- le gritó Kate.
Tiró al niño al suelo. Le iba a dar un puñetazo. El niño la miró asustado. Me dirigí hacia ella y la agarré. Estaba llorando y gritando. Se había vuelto loca.
-¡Jacob suéltame! ¡Tengo que darle su merecido a este gilipollas!
-Kate, cálmate.
-Uy, mira, ahora viene el novio a de la pelirroja a defenderla- dijo con tono burlón otro niño de la pandilla.
Solté a Kate. No fui capaz de retenerla por más tiempo. Tenía más fuerza de la que aparentaba. Se dirgió al niño que se acababa de burlar de ella y le tiró al suelo de una patada.
-¡Mirad, hijos de puta! Como vosotros teneis padres que os cuiden y vuestra vida es perfecta lo único que tenéis que hacer, como caprichosos que sois, es pegar al resto, y aún por encima a los que son más pequeños que vosotros. Mirad, cuando era pequeña tuve una amiga. Era una niña solitaria. Sus padres se acababan de divorciar, su padre estaba en la cárcel y la madre en las drogas, y aún por encima estaba preñada, lo que hizo que el hermano de mi amiga sea más débil que el resto de niños de su edad, afectado por las drogas que consumía su puta madre. A mi amiga le maltrataban los niños más mayores que ella. La niña con el tiempo, después de todo el sufrimiento de convirtió en un mounstruo. Perdió a sus únicos "amigos" porque era una borde, bruta, poco sociable, la macarra del colegio. Solo era así para protegerse del mundo. Mi amiga sigue siendo así. Nadie la entiende excepto yo, aunque cre que alguien distinto acaba de aterrizar en su vida. Del único que se preocupaba era de su hermano, al que también pegaron hoy, como a Daniel. Ella, se acaba de meter con unos niños de once años que eran unos gilipollas, pedazos de mierda, y caprichosos, como vosotros, que fueron los que hicieron daño a su hermano. Ojalá os pongais algún día en su lugar.
Kate se fue corriendo y llorando. No la había visto llorar antes. No me podía creer lo que acababa de decir. Me fijé bien en Daniel. Tenía razón, se le vía débil para tener siete años.
Llegó la madre de uno de los niños con un policía señalando a Kate, que se iba corriendo. El policía corrió detrás de ella. Kate corría mucho, pero el policía tenía las piernas más largas que ella. La cogió. La llevó al coche de patrulla:
-¡¿A donde se la llevan?!- exclamé.
-A un centro de menores. Lo que acaba de hacer es muy grave.
-¿Usted ha visto el ojo de ese niño?- dije señalando a Daniel- Han sido eses mocosos de mierda.
-¡Como te atreves! ¡Mi hijo nunca haría nada así!- dijo una mujer gorda que debía de ser la madre de un niño.
-¡Cállese! Los padres de hoy en día sois tan gilipollas que os creeis que teneis ángeles en casa y ni siquiera vosotros mismos sabéis como son- espeté.
La señora abrió la boca sorprendida.
-Mira, chaval, esta chica se va a tener que ir igualmente a un centro de menores por lo que ha hecho- dijo el policía.
-Pero...
-Jacob, déjalo- dijo Kate- ya me las arreglaré para salir lo antes posible. Tu solo cuida de Daniel.
La metieron en el coche patrulla y se la llevaron.
No podía dejar esto así. Tenía que sacarla de allí.
Daniel y yo nos dirigimos hacia mi casa.
-Jacob ¿que va a pasar con Kate?
-Vamos a tener que ayudarle a salir, Daniel.
Entramos en mi casa. No había nadie, perfecto. Me dirigí a la habitación de Jake y abrí unos de sus cajones. Cojí bastante dinero como para sacar a Kate de allí. Jake me mataría, pero daba igual, ahora lo importante era Kate.
Daniel y yo salimos de casa y cojimos un taxi. Nos dirigimos al centro de menores. Había uno por cerca de allí, a una media hora. Llegamos. Bajamos del taxi y entramos en el recinto.
-Vengo a pagar la fianza de Kate Johnson- le dije a un patrulla que estaba en la entrada.
-¡Hey! Traigan a Kate Johnson.
Le di el dinero al patrulla y no tardaron en traer a Kate. Esta se sorprendió muchísimo.
-Jacob...¿Tu has pagado la fianza?
-Eso hacen los buenos amigos.
Ella me abrazó. Me abrazó como si no hubiese un mañana. Ella estaba llorando. Le abracé. Yo no pude evitar sonreír. Fue un cálido abrazo.
-No sabía que Kate Johnson diese abrazos- le dije en tono burlón.
-Cállate, bobo- dijo sonriéndome con su preciosa sonrisa.
Abrazó también a Daniel y le dijo:
-La próxima vez que niños como esos se metan contigo le das una buena patada en los huevos.
Que bruta era. No tenía remedio.
Salimos de allí y nos subimos a un taxi para volver a casa.
-¿De donde sacaste el dinero, Jacob?- me preguntó Kate.
-Ah, el dinero. Eso no importa.
Llegamos al barrio y nos bajamos del taxi. Nos dirigimos andando hacia nuestras casas. Llegamos a casa de Kate y Daniel. Yo no podía volver a casa, mi hermano me iba a matar.
-Bueno, chao, Jacob. De verdad, muchas gracias por lo que has hecho hoy por mí- dijo Kate despidiéndose.
-Kate...yo...no puedo volver a casa.
-¿Por que?
-Mi hermano me daría la hostia del siglo.
-¿Por que?
-Mi hermano está loco, está metido en las drogas y me maltrata y me pega, yo...no puedo volver. Le he cojido a él el dinero.
-No me habías dicho nunca antes eso cuando te pregunté sobre tu vida.
-No puedo pedir ayuda a nadie. Acusa con matarme, y no es solo una amenaza. Sería capaz de hacerlo.
-No tenías que haber pagado la fianza si sabías que te ibas a meter en problemas. Si quieres puedes pasar la noche en mi casa.
-¿De verdad puedo?
-Sí, es lo menos que podría hacer por tí. Además, somos amigos.
Y me guiñó el ojo. Sacó la llave de su casa y entramos.
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Cuando me choqué contigo
Novela JuvenilKate: no tengo por que deciros que tengo quince años y hasta que me choqué con él, mi hermano era el único que me salvaba de mi soledad. No tengo por que deciros que la música es una de las pocas cosas en este mundo que me hace feliz, a parte de lee...