Narra Kate
Me sentí como si me quitase un gran peso de encima. Jacob viviría. Eso era lo mejor que me podía pasar en eses momentos Iba a salir del hospital cuando llegaron unos policías, reclamándome.
-Señorita, hemos investigado el caso del incendio...- comenzó a decir un corpulento hombre.
Otra vez no. Ahora que por un momento me había quitado eso de la cabeza me lo recuerdan otra vez.
-¿Y? ¿Descubrieron la causa?- pregunté.
-Sí- respondió otro hombre.
El señor Carter también se unió a la conversación.
-¿Que fue lo que pasó?- preguntó él.
-Creo que no les va a hacer ninguna gracia- comenzó uno de los policías- El incendio ha sido provocado a propósito por una persona.
-¡¿Que?!- exclamé yo- Como me entere de quien es...le mato.
-Ya sabemos quien fue...- dijo el otro policía.
-¡¿Quien?!- volví a exclamar.
-Fue... su hijo señor...-dijo el policía dirigiéndose al padre de Jacob- Se escapó de la cárcel.
Lágrimas empezaron a correr por mis mejillas. Ultimamente estaba muy llorona, nunca había sido una persona acostumbrada a llorar. Pero esta vez eran lágrimas de rabia, rencor. Eran lágrimas que se convertirían en venganza. Sería hijo de puta Jake...
-¿Y lo han encontrado ya?- preguntó el padre de Jacob preocupado.
-No, todavía no. Tengan cuidado. Sobretodo usted señorita. Todo ha debido de ser fruto de venganza- dijo un policía- Cuando le cojamos sin duda alguna acabará en cadena perpetua.
Sin ni siquiera despedirme salí del hospital. No me apetecía hablar con nadie, a no ser que fuera el puto Jake, porque estaría dispuesta a dedicarle unas cuantas palabras después de todo. Y después de las palabras le daría unas cuantas hostias. La cadena perpetua no es suficiente. Deberían de matarlo. Quien mata debe de ser aniquilado, simplemente estorba en este mundo, podría hacerle daño a más gente.
Estaba de camino a casa. Ya estaba oscureciendo. Llegué a una calle donde a penas hay farolas, no se veía nada. De repente unas manos me agarraron y me taparon la boca. No veía nada. Empecé a patalear, pero me tenía bien agarrada, tenía fuerza. Me apoyó contrá un muro donde la luz de una casa lo iluminaba algo y conseguí distinguir quien era. Era nada más y nada menos que Jake. O sea, el mataba a mi hermano ¿y aun quería más venganza? A ese tío había que darle un par de hostias si o si. Quitó su mano de mi boca una vez que me calmé. Seguía agarrándome muy fuerte, me tenía presionada contra la pared, estaba muy cerca mía. Ahora que me paraba a mirarlo...estaba buenísimo, todo hay que decirlo. Podía ser un cabrón, drogado, asesino y de todo pero era guapísimo. Me recordaba... ¡A James el de The Vamps! ¿Tendría Jacob dos hermanos más? Porque podrían acabar haciendo el grupo completo.
-¿Que quieres?- pregunté con tono frío.
-¿Que que quiero? Venganza, es obvio.
-¿No me has hecho suficiente daño con matar a mi hermano?
-Quería matarte a ti, no a el, pero me salió mal por lo visto.
-Pues adelante, mátame, ya me da igual.
-Aquí no, ni de esta manera. Tengo que esperar al momento adecuado.
-Haz lo que quieras.
-¿Te voy a matar y tu ahi tan pancha?
-Sí, mi vida no es genial que digamos para querer quedarme en ella
Le cambió la cara completamente. Parecía sorprendido.
Entonces llegó mi salvación. Los policías de antes pasaron por allí. Eché un grito.
-¡Cabrona!- Susurró Jake y me dió una bofetada.
Me dio fuerte, pero yo no soy la típica niña débil y frágil. Jake ni siquiera intentó escaparse, no le valía la pena. Le esposaron. Le sonreí picaramente, como venganza y me miró con cara de perro.
-Va a ser que nunca llegará tu venganza- dije con tono burlón.
Me miró con mala cara y lo metieron dentro del coche.
-Ahora, si que nunca más volverás a tener problemas- dijo un policía.
-Eso espero- respondí.
Y se fueron. Por fin ese bicho se alejó de mi.Y seguí andando hacia mi casa.
Narra el padre de Jacob
¿Quien iba a decir que Jake era asi? No solo estaba en las drogas y maltrató a su hermano, ahora también era un asesino.
Volví a la habitación de Jacob. Seguía dormido. Dormía placidamente ajeno a todo lo que había pasado. Ahora tendría que estar unos cuantos días en el hospital. Parece mentira que viniese para ver a Kate y que pasase todo eso. Sin duda la suerte no estaba de nuestro lado. Pero bueno, por lo menos se había recuperado, eso era lo importante.
Narra Kate
Pasaron los días. Mientras Jacob no salía del hospital iba a verlo todos los días, aunque estuviese dormido, me daba igual, simplemente verlo me hacía feliz. Iba a volver a verlo ese día. Llegué al hospital y me dirigí a su habitación. Llamé a la puerta y entré. Estaba allí su padre, hablando con un doctor y les saludé. Me dirigí a la camilla, esperando ver a Jacob dormido pero para mi sorpresa estaba despierto.
-¡Jacob!- exclamé.
-¡Kate!- exclamó él.
Le abracé. Echaba muchísimo de menos su voz. Oírle me alegró el día, ya que ultimamente me sentía demasiado sola.
-Hoy voy a volver a casa- dijo con una de sus sonrisas que tanto me gustan.
-¡Genial!- exclamé. Me paré a pensar un momento. Le debía una explicación a Jacob. El pobre no debía de saber nada de lo que había pasado- Jacob...
-Dime Kate.
-Voy a hablar fuera con el doctor, para arreglar unos papeles y ya nos vamos a casa- dijo el padre de Jacob.
-Vale- respondió Jacob.
Una vez que nos quedamos solos en la habitación comencé a hablar.
-No se muy bien de lo último de lo que te acuerdas, Jacob. Pero estás aquí por mi culpa. Sino fuera por mis gilipolleces tu...
-Shhh...- me ordenó callar poniéndome un dedo delante de la boca- Me acuerdo perfectamente de lo que pasó. Lo que no se es... ¿Por que narices te querías matar, Kate?
Medité unos segundos. Sin ni siequiera enterarme veloces lágrimas corrieron por mis mejilllas.
-Mi mundo se acababa, Jacob. Daniel...
-Me lo ha contado mi padre, Kate, me lo ha contado todo. Desearía matar a Jake. Daniel era como si fuese mi hermano pequeño.
-Yo crei que estaba alucinando cuando entraste por la ventana de mi cuarto. Te echaba tanto de menos...
-Y yo a ti, Kate, por eso había venido.
La puerta de la habitación se abrió. Era el señor Carter que nos decía que ya podíamos irnos. Los dos salimos de la habitación.
-¿Quieres quedarte a cenar con nosotros?- preguntó el padre de Jacob
-¡Por supuesto!- exclamé.
Salimos del hospital y nos fuimos en el coche del señor Carter. Al llegar a su casa pedimos unas pizzas que no tardaron el llegar. Me zampé tres trozos rapidísimo, tenía mucha hambre. Al acabar de cenar me fui a casa prometiéndole a Jacob que al día siguiente quedaría con él, se le veía muy entusiasmado.
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Cuando me choqué contigo
Genç KurguKate: no tengo por que deciros que tengo quince años y hasta que me choqué con él, mi hermano era el único que me salvaba de mi soledad. No tengo por que deciros que la música es una de las pocas cosas en este mundo que me hace feliz, a parte de lee...