Sonido

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Fingir que éramos novios era más difícil de lo que parecía. Luke se lo tomaba muy en serio, tanto que me trataba muy...como decirlo...era muy empalagoso conmigo.


Hacía lo que fuera por que sonriera con alguna de sus estupideces, yo solo quería encontrar al asesino no me interesaba lo demás.

-¡Vamos! Shell no puedes estar seria toda tu vida-dijo, agitándome de los hombros.

Sonreí con malicia en mis ojos.

-¿Apostamos? Puedo en cualquier momento, atar una soga a mi cuello o buscar la navaja de Analía y cortarme.

El suspiró.

-¿Qué puedo hacer para que no lo hagas?

-Encontremos al asesino.

El asintió y me llevó al sótano del colegio.

-Bueno, ¿porqué aquí?

Todo estaba oscuro, tenía la seguridad de que habría más de una rata escondida, que había muchas nubes de polvo y que seguramente, también muchas cajas llenas de información.

Luke fue al lado de una pila de cajas grandes, el lugar era amplio pero angosto por la cantidad de cajas escritorios y cosas rotas de educación física, había poca luz pero se podía ver después de unos minutos.

Siempre llegábamos a la escuela como una hora antes de que empiecen las clases para hacer estas cosas de investigación. El ambiente matutino se entrañaba en mis ojos, y se reflejaba en mis párpados por la falta de sueño haciendo que tenga ojeras, pero las disimulaba bien.

Juré que él buscaba algún tipo de archivo antiguo de las víctimas de hace varios años pero Luke no buscaba nada de eso. De hecho, me hizo una pregunta muy rara.

-¿Serias capaz de matar?

Me quedé en silencio unos minutos.

-Responde Shel.

Él se acercó y estuvo mirándome tan fijo, que me sentí incómoda.

-¿Matar....? En que sentido...

-Como suena, matar. Quitarle la vida a alguien-el miró para abajo- sabes... ¿por qué quiero encontrar al asesino?

Negué con la cabeza.

-Mi hermana se llamaba Gabriela. Iba a este colegio, y fue una de las víctimas.

Su mirada se volvió intranquila, su voz cambió y me miró con los ojos llorosos.

Apretó el puño y luego lo aflojó suspirando lentamente.

-Ella escribió un diario. Uno donde relata 30 días, 30 días antes de morir. Y lo escondió aquí abajo...

-Algo parecido a Ana Frank...solo que ella murió voluntariamente.

El me miró con una pizca de bronca y luego sonrió.

-Por Gabriela quiero encontrar al asesino, porque mato a una niña de segundo año de secundaria. Mató a mi hermana y... ¿sabes...?-su tono fue serio- yo sí sería capaz de matar...

Sacó de su bolsillo un cuchillo. Empezó a acercarse a mi y retrocedí con el corazón en la mano. Empecé a ponerme nerviosa.

Me extendió la mano y su tono fue más suave, su mirada se puso tierna y sus labios se entreabrieron como si respirar a por la boca.

-Shel...dime una cosa. Si sos capaz de matar, si sos capaz de lidiar con esa culpa interna, por favor sígueme. Si no te pido que no hagas el caso, y no finjas más nada conmigo, que no me hables más si quieres...y...

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