Sangre

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Aún no entendía el motivo por el cual Luke estaba obsesionado conmigo, me gustó la idea de que dijera ‘’a partir de ahora soy tuyo’’ fue gratificante el sentimiento que me provocó, y no pude evitar una sonrisa. Pero en mi mente me imaginaba que lo hacía hacer cosas muy buenas, pasar la noche en un lugar oscuro de la escuela, o poner mini cámaras por todo el instituto. Sonaba genial.
Cuando me di cuenta que no podía sacarme su nombre de mi cabeza empecé a preocuparme. Ni leer sin que apareciera algo que me recordará a su enfermiza presencia podía hacer. Esto es malo.
Al día siguiente, Luke me invitó a su casa, y yo retrocedí cinco pasos, porque ir a la casa de la persona que quiere conquistarte es igual a que estas al merecer de sus garras.
–¿Qué?
–Quiero que vengas a mi casa esta noche–sonrió con algo de picardía, y luego se sonrojó, ni que fuera un niño tan inocente. Tiene 18 años, ¿quién se sonroja hoy en día?– para ver el pendrive, y eso… podríamos comer y…
Hay Dios, que se calle.
–No.
Abrió los ojos como plato y desilusión.
–No pienso comer haya, ni ir–levanté mis cosas y me dirigí hacia el patio, era el primer recreo–no molestes.
–¿Acaso que me haya declarado hace que me odies más?
Sonreí sin gracia y me detuve, giré sobre mis pies y lo miré a los ojos.
–Exactamente, felicidades acabas de decir una obviedad.
Mi sarcasmo fue tan intenso que frunció el ceño, y hasta se ofendió.
Volví a mi rutina de caminar hacia el patio del colegio y me senté en una banca solitaria. Nora y Lily se acercaron a mí, Lily llevaba un paquete de tutucas en su mano y Nora tenía puesto unos auriculares.
–Que tal todo con… ¿Luke? –dijo Nora.
Suspire en modo de resignación.
–Bien–respondí a la ligera.
–No se esperaba verte más animada, últimamente no estabas todo el día con el celular, hablabas más con nosotras y tenías novio entonces… no se esperaba verte al menos más… expresiva–Nora estaba con la expresión de preocupación, a lo que fingí una sonrisa.
–Estoy bien–dije, y ella se lo creyó.
Ellas eran mis compañeras más cercanas, son las que me buscaban para trabajar en grupo, porque jamás les gustó estar solas, y siempre un varón de los idiotas nos tocaba, pero preferían un grupo así a que estén ellas dos conmigo a ellas dos con otros dos idiotas.
Ya notaron que soy muy fría con ellas, porque no tenemos mucho en común. He ido a sus casas y me invitaron a comer, y nada fuera de lo normal. En el idioma español las personas de tu misma edad se llaman pares, o teóricamente así les dicen, y a los pares que se llevan bien amigos.
Pero, no me gustan esas relaciones.
Luke no es mi amigo, es como… un contrato que tenemos entre nosotros. No somos novios, el es el que se enamoró de mí y jamás iré a su casa.
Cuando tocó el timbre de la hora de educación física, mi mente me decía que debía prepararme.
Las clases no eran mixtas, pero igual el recreo antes, la mayoría de los marginados del curso, como yo, se escondían de Steve Thompson.
Era el más inepto neandertal del curso. Naturalmente, guarde mis cosas, y protegí mi mochila, porque en este recreo, siempre le gustaba hacerle daño físico emocional o material a alguien.
Era del equipo de Rugby, naturalmente, estaba entrenado para hacer dos cosas: matar y presumir.
Pero a mi no me tocaba ni un cabello, por su obsesión con Nora.
Yo me reía de eso. Era estúpido lo que hacía, pero me parecía gracioso como era cerca de ella, si ya era estúpido con ella se embobada peor con Nora cerca.
Y yo en ese recreo solo estaba allí protegiendo mi mochila.
Cuando me di cuenta, que Sebastián, un chico medio emo más tímido que la pared se escondía debajo del pupitre de la profesora y me miraba fijo, no pude evitar preguntarme que le harían si lo encuentran allí, era muy delgado y vestía siempre de negro, y cabello y ojos del mismo color. En este momento pude darme cuenta que podría ser una fácil víctima para las notas.
Solo tenía que mirarlo, y ya sabía que era depresivo.
Para su mala suerte, Steve Thompson entró al curso, y vio a Sebastián allí abajo.
El empezó a rogar, y empezó a gritar ayuda y mi nombre, mientras técnicamente le robaban todo su dinero frente a mis ojos.
Suspire y me levante de mi pupitre, capaz que esto me saldría caro.
–Steve, suéltalo.
Sus secuaces se acercaron a mí.
–¿Acaso me darás tu dinero si lo suelto?–se burló.
–Nora se enterara de esto. ¿Sabias?
El se empezó a reír.
–No me manipularas como el año pasado, Nora ya es pasado, esa mujer no me interesa.
Mierda, esto era malo.
–Le diré a las autoridades, lo que haces–mi voz empezó a cortarse.
–¿Cuáles? ¿Las que mi papá paga para que la escuela exista? Ahh esas autoridades, púdrete Itsel. Que ahora quiero que me hagas un almuerzo y te perdono la vida, primor– sus colegas, Manuel y Ramiro se reían de todo lo que decía aunque no tuviera ni una pisca de gracia.
La verdad es que le tenía un odio enorme a esos tres sujetos.
Para iniciar, ellos eran los que más me molestaban en la primaria y preescolar. Siempre los odie, pero en segundo año de secundaria, Nora se hizo mi amiga y jamás volvieron a tocarme.
Pero ahora, algo me dice que volverán a hacerlo. Y Luke no iba a poder defenderme.
Entonces iba a recibir la paliza de mi vida, por esta estupidez. Jamás volveré a tener empatía.
Steve dio la orden y Ramiro y Manuel me agarraron de los brazos, Steve se acercó a mí y me tomó de la barbilla.
–Vaya, ratita habladora, ahora por meterte conmigo todo lo que te importa se destruirá. Me encargaré de que eso pase.
Sonreí.
–No me importa nada, inepto. No puedes destruir algo que ya está roto.
–¿Que hay de tu noviecito?
Mierda. Me olvidé de que tenía una relación falsa de noviazgo con Luke.
Le escupí el rostro.
–Escoria de mujer…
Me dio una cachetada, para consecuencia Ramiro y Manuel me empujarán contra el banco, y me choque el brazo contra la pata de la silla y chille de dolor.
–Malditos, púdranse en…
No diré lo que mi cabeza quería porque si no sería peor. Le quitaron el dinero a Sebastián, y se fueron.
Un montón de malos días recorrieron mi memoria, mientras más tiempo pasaba, peor me molestaban, mientras más me intentaba defender peor era.
Hasta golpéame dejándome marcas en los brazos y piernas, tirarme de los pelos, romper mis cosas. Entre otras bromas pesadas. Y ahora todo eso, todo ese desprecio iba a volver.
Para colmo, ya no tenía la capacidad de dar lastima, ya que lloraba cada vez que me hacían algo, ya no lloraba.
Solo guardaba mi odio, y lo acumulaba.
Sebastián se acercó a mí.
–¿Es…estas… bien?
Si yo no hablaba con gente normal, me imagino él.
Asentí.
–Tu mejilla… tiene sangre…
Me toque la mejilla, y para mi sorpresa esa cachetada había sido más que un simple golpe.
Estaba raspada, como si hubiera sido con espinas.
O un gato me hubiera arañado.
Y luego descubrí que mi pierna me dolía, y mi brazo también.
–No importa.
No podía ir al baño, por lo que sucedió la otra vez, y tampoco me interesaba ir.
Sebastián se veía atónito. Pero, también se veía sumamente culpable y agradecido.
–Gracias… en serio haré lo que sea para compensarle–dijo ayudándome a levantarme.
Y yo, por lo increíblemente humilde y modesta que era dije con un tono de voz burlón y bajo:
–¿Qué harías tú por mí?
Pero me escuchó.
–Yo… haré lo que me pida. Si… si ahora no lo sabe, no importa–de su bolsillo sacó un papel y una lapicera, y para colmo, me escribió su número de teléfono, dirección e email–toma… no importa lo que me pida lo cumpliré. Jamás nadie había hecho algo así por mí.
Tome el papel y el se marchó.
En el siguiente recreo Nora y Lily me preguntaron que me pasó, cuando les conté me aplaudieron.
–Ya quiero ver la reacción de Luke al saber todo eso–dijo Lily con una galleta de miel en su boca.
–Me pregunto si por ti pelearía…. Que romántico–dijo Nora mirando el cielo embobada, un cliché de mal gusto. Puaj.
–Recuérdenme por qué somos amigas–dije y ellas rieron.
Lo que no entendía era porqué ellas querían juntarse conmigo, claro. Somos muy diferentes. Ellas son muy sociables, yo me junto con rocas.
Ellas son lindas, yo parezco un cadáver.
Ellas tienen linda personalidad, yo espanto a los niños.
¿Será que creen que seré menos mierda si me junto con ellas? ¿O es porque querían protegerme de algo por lastima? No lo se.
No podía negar que su compañía no era del todo mala, pero no negaría que me parecía demasiado cursi…femenino…sentimental… con unicornios y arcoíris. Bueno, esas y las donas eran las cosas favoritas de Lily.
Ahora que lo pensaba, si ellas capas que las notas me hubieran afectado antes, y me hubieran querido matar desde un principio.
Me sorprende que Sebastián todos estos años con lo solitario que es haya… espera.
¿Por qué el sigue aquí sí siempre desde años el es así de depresivo? Las notas, deberían haberle llegado antes.
¿Y si Steve, o algún familiar podría ser el que esté detrás de los asesinatos?
El dijo que su padre pagaba al colegio. ¿Tendrán cámaras ocultas? ¿Micrófonos? De seguro tienen el dinero suficiente para todo eso…¿será que en el colegio hay algún tipo de corrupción?
Esas preguntas y muchas otras rodaban en mis pensamientos mientras la hora del almuerzo iba en silencio y Luke venía con una expresión alegre, para borrarla al ver el morado de mi mejilla.
Tras un millar de preguntas, Luke se calmo un poco, e insistió en llevarme a la enfermería. Y así los dos nos salteamos como media hora de clases.
–Debemos tratar de estar más tiempo juntos. Deja de evitarme, y necesito si o si que vayas a mi casa esta noche…–su voz se entrecortó al terminar.
–No te evito, pero debo pasar tiempo con Lily y Nora, que si no…
–¡Por favor!
Me tomo ambas manos, y se arrodillo. Sin mencionar que yo estaba sentada en la camilla de la enfermería y el estaba limpiándome la sangre con un trapo húmedo la mejilla.
Estaba en la pose cual uno hace para pedir casamiento a alguien. Creo que estaba por agarrar cáncer, cáncer de cursilería.
Me empalague.
–¡Haré lo que me pidas!
Últimamente, todos querían hacer lo que yo diga.
–Ya lo haces.
Río encogiéndose de hombros.
Estaba por hablar pero una enfermera abrió la puerta en donde estábamos.
–¿Chicos que hacen aquí? Vuelvan a sus aulas–dijo–vio mi mejilla y Luke golpeó disimuladme donde tenía herida la pierna y chille–¿¿que paso??
La enfermera, se preocupo y empezó a hacer lo que Luke hacia. Pero debo de admitir, que Luke lo hacía con mucha más delicadeza…ella me hacía doler.
De la nada, preparo una jeringa.
–¿Qué haces?
Se puso un barbijo, y empezó a echar a Luke de ahí.
Luke estaba por irse, pero en ese momento, la enfermera le clavo la jeringa.
Me levante de la camilla y me dirigí donde estaba él.
–¡Maldita sea… que le hiciste! ¿¿Porque??
Ella salió de la enfermería y corrió hacia los pasillos.
–No la sigas…
Luke estaba sangrando, estaba muy abierta la herida, le había hecho de una manera que cuando le inyecto la aguja y Luke reacciono, la enfermera lo lastimó más… mi pulso estaba acelerado. Se la había clavado en el brazo, el estaba débil parecía que iba a desmayarse, me preocupe.
–Luke! Dime…. Dime que hago!
Me asuste. Busque vendas en los cajones, en cualquier lado tenía que hacer algo.
–Aceme acordar que no debo confiar en una mujer con una jeringa..
El chilló de dolor.
Encontré vendas, no sabía de primeros auxilios, pero se la envolví en el brazo.
–Perdona, es mi culpa…
Las palabras salieron de mi boca, salieron y me arrepentí en cuanto sentí una calidez en mi mano y mi pecho.
Luke me beso la mano, y la sorpresa y el incierto me hicieron desorientarme.
–Adoro, adoro…que te preocupes por mí.
Me da igual si se me infecta, te preocupas te por mí.
Acaso…¿ había hecho un complot con la enfermera para que esta escena cursi me conmoviera? PUAJ.
Retire la mano de un tirón.
–Déjate de cursilerías. –Dije, con la voz entrecortada, y una pizca de furia que iba a esconder– estas bien…?
–Si fue tu culpa, pero esta bien. Es decir, no moriré–dijo, provocándome–pero… si accedes ir a mi casa esta noche te perdonaré.
Mierda. Pinche sentimiento de culpa.
–Puedo vivir con la culpa.
Luke olfateo la jeringa.
–Me inyecto algún tipo de droga. Vaya saber cuál será... Espero que no me mate.
Me preocupé. Encima el sonreía de forma muy curiosa.
Parecía alegre por lo ocurrido.

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