Cap XI; el libro infernal

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Me puse en pie sorprendido, apoyándome en la mesa con ambas manos. Ni me molesté en disimular mi expresión de sorpresa ante el comportamiento del demonio. No podía creerme que me estuviera dando la llave a la información del infierno así porque así cuando aquello no le beneficiaría para nada.

-¿Has olvidado cómo se hablaba? Sé que estás fuertemente interesado en la información que te oculta el cielo, y es normal, lo prohibido genera interés -volvía a hablarme Seonghwa, sin apartar por un segundo el contacto visual.

-¿Qué pides a cambio? -dije por impulso, dejándome llevar por mi ansia de conocimiento.

Seonghwa entonces sonrió satisfactoriamente al ver que como él deseaba, estaba muy interesado en su oferta. Entonces se levantó de su asiento y caminó lentamente hasta donde estaba sentado yo, colocándose detrás de mi y poniendo su fría mano sobre mi hombro para acercarse lentamente a mi oído.

Estaba tan cerca que mis pulsaciones se podían escuchar altas y claras, el miedo me paralizaba y era incapaz de girar mi cabeza para hacer contacto visual de nuevo. Percibía suave olor a jazmín procedente de él que me embriagaba.

-Dame una de tus plumas y estaremos en paz -dijo susurrándome al oído lentamente.

No pude evitar dar un salto alejándome de él rápidamente, ¿cómo que una pluma? ¿Se puede saber de qué le serviría una simple pluma? O mejor dicho, ¿se puede saber qué le pasaba en la cabeza a ese demonio?

-¿¡Una pluma!? -pregunté incrédulo.

-Tal y como he dicho, no te pido mucho. De hecho, deberías estar agradecido -me contestó en tono arrogante- ahora necesito una respuesta, ¿aceptas?

Seguía desconcertado por su petición, pero, pensándolo fríamente, era cierto que no me costaba nada darle una de mis plumas a cambio de un libro prohibido. Ahí tenía que haber algún motivo oculto con completa seguridad, pero era incapaz de pensar cual sería.

¿Qué debía hacer? ¿Aceptar? ¿Rechazar? El tiempo corría en mi contra, tenía que tomar una decisión.

Seonghwa no dejaba de intimidarme con su diabólica mirada roja, impaciente por escuchar una respuesta afirmativa por mi parte.

Estaba prácticamente seguro de que aquello sería cometer un pecado, pero también supondría una ventaja para futuras negociaciones si en aquel libro podía encontrar información sobre los demonios y usarla en su contra.

¿Por qué esa bondad repentina? ¿Acaso el corte le había hecho cambiar su personalidad? Apenas unas horas antes estaba maldiciendo al cielo completo.

El tiempo pasaba, tenía que tomar una decisión.

Sin embargo... Nadie tendría por qué enterarse de que yo tenía ese libro en mi propiedad.

Exacto, nadie tendría por qué enterarse.

-De acuerdo -acepté finalmente, tomando una de las muchas plumas que recubrían mis alas para finalmente arrancarla y tendersela a Seonghwa.

-El libro es todo tuyo, aunque yo que tú lo protegería con mi vida -decía el rubio mientras guardaba la pluma en un estuche de color negro, satisfecho al haber efectuado el intercambio- No hace falta ser muy listo para saber las consecuencias que te podría traer que otros ángeles lo descubrieran.

¿Pero qué se suponía que acababa de hacer?

***

Tan pronto como finalizó la cumbre me apresuré volando plantas abajo del Palacio Santo hasta llegar a la enfermería, donde debía estar ingresado Mingi. Durante toda la reunión no podía dejar de pensar en si él estaba bien, y además, era el momento de probar si las palabras de Seonghwa eran ciertas o si por el contrario había sido engañado.

Oblivion | ATEEZ AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora