Cap X; tentación

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-Te dije que no era una buena idea desde el principio, ¿no me quisiste hacer caso? He aquí los problemas -decía Yeosang echándose las manos a la cabeza mientras que andaba de un lado para otro en el espacioso despacho de Jongho.

-¿Qué hubieras hecho tú en mi lugar? ¿Acaso tenías una idea mejor? -le reprochó Jongho, el cual reposado sobre su mesa colocando su mano en su frente- Ambos sabemos las consecuencias que podría haber traído.

-Ya ni siquiera sé si hicimos lo correcto, debería haber caído -dijo el ángel de ojos azules retirando su cabello castaño oscuro hacia atrás.

-Primero cálmate y cuando tengas la mente fría, hablamos. No es bueno tomar decisiones en caliente.

-Creo que no eres el más indicado para decir eso.

***

Sentía mis pulsaciones volviéndose más fuertes por momentos, cada vez más rápidas y más sonoras. No sabía ni yo como había tenido la fortaleza mental de estar frente la puerta de la Sala de Reuniones del cielo, listo para llevar a cabo mi segunda cumbre después de lo que le había ocurrido a Mingi. Más que nada porque no me quedaba otra y era mi trabajo al fin y al cabo.

Intenté tranquilizarme a mí mismo pensando que, para empezar, estaba en el cielo, un lugar familiar y perfectamente conocido. Ya había sido avisado de que si en cualquier momento sentía algo sospechoso diera la voz de alarma y los ángeles de la guarda irrumpirían en el momento para ayudarme. Ya que una de las condiciones para que se llevaran a cabo las cumbres era que en el momento de las negociaciones solo se encontraran presentes los mediadores de ambas partes, puesto que si había guardias o cualquier otro ente implicado la información confidencial podría ser filtrada. Solo se podía parar una cumbre si uno de los mediadores corría un peligro importante.

Tomé aire y abrí la puerta que me separaba de Seonghwa para dar inicio a la cumbre. En esta ocasión el lugar elegido era la Sala de Reuniones del Cielo, una amplia habitación situada en la parte alta del Palacio Santo decorada con enormes vidrieras en tonos azulados claros. Las paredes sin vidrieras estaban decoradas por enormes pinturas como una que representaba a Adán y Eva en el Jardín del Edén. En medio de la habitación estaba situada una enorme mesa de cuarzo blanco con dos majestuosos sillones de tapicería del mismo color enfrentados.

Y ahí, en el sillón que se encontraba en frente mío se encontraba ya sentado el despreciable demonio que acababa de atacar a mi mejor amigo, de brazos cruzados y haciendo contacto visual conmigo desde el momento en el que entré a la habitación. Un superficial corte aún abierto se mostraba en su mejilla izquierda, señal de lo ocurrido con anterioridad.

Pronto tomé asiento dedicándole una mirada seria acorde con la tensión que envolvía esta cumbre.

-Los actos ocurridos anteriormente tendrán sus debidas consecuencias negativas sobre el infierno, no creas que no tendrás que pagar por tus acciones -dije sin siquiera intentar ocultar mi enfado.

-No tengo por qué darte explicaciones de ningún tipo, me sorprende ver cómo aun habiendo visto lo acontecido sigues apoyando ciegamente a tu amigo. En fin, tampoco es que me importe lo que pienses, pero te creía más inteligente -contestó Seonghwa intentando provocarme como de costumbre, pero yo no estaba dispuesto a darle la alegría de entrar en su juego- Además, aquí hemos venido a negociar, no a andar con jueguecitos de rencores.

No podía darle el gusto de que me viera a la defensiva o excesivamente irascible porque aquello me haría perder sentido crítico. Tenía que ser capaz de olvidar por unas horas lo ocurrido o no sería capaz de debatir en condiciones, lo que repercutiría en una gran ventaja para Seonghwa. Por tanto me aclaré la garganta y di inicio a la nueva cumbre:

Oblivion | ATEEZ AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora