Cap XXX; imperio

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Una tenue luz anaranjada representativa del atardecer se reflejaba en las imponentes vidrieras circulares del pasillo, haciendo que el color de las mismas se distorsionara para dar lugar a tonos más cálidos. Esa misma luz provocaba que la silueta del ángel, que esperaba pacientemente frente a la puerta del despacho del Director Kang, quedase reflejada en una suave sombra sobre el suelo cubierto de lujosas moquetas blancas.

Tras unos segundos de espera desde que había llamado a la puerta, esta se abrió apenas unos centímetros por los que se veían los imponentes ojos azules del trono, confirmando quién había sido el artífice de la llamada antes de darle la entrada. El Director del Departamento de Información e Investigación era muy selectivo acerca de quién podía pasar la línea que daba paso a su territorio personal. Al observar que el que estaba perturbando su tarde era el bibliotecario, abrió la puerta por completo y se colocó contra esta, dándole paso a su contrario sin siquiera mencionar una sola palabra, pues su fría mirada era mucho más efectiva.

Yunho entró en el gélido lugar y rápidamente Yeosang cerró la puerta tras él, lo que causó que la cálida luz del atardecer quedara fuera de aquellas austeras cuatro paredes que eran tan agobiantes como una celda. En ese momento Yeosang tomó asiento en el que era su sitio, dejando detrás suyo aquel ojo de la clarividencia que te juzgaba allá donde fueras, mientras que Yunho tomó asiento en el asiento que quedaba frente a él.

—¿Y bien? No creo que te hayas tomado la molestia de venir hasta aquí sólo para hacer una visita —Espetó Yeosang, rompiendo el silencio sepulcral de la sala— No tengo toda la tarde así que dispara.

De un ágil movimiento Yunho sacó de su bolsillo el libro prohibido que había encontrado en aquella estantería por error y lo impulsó hacia la otra parte de la mesa, donde se sentaba el Director Kang. Mientras realizaba aquella acción mantenía su mirada fija en el trono, quería tener controlado cada movimiento que pudiera llegar a hacer. Para su sorpresa el rostro de Yeosang se volvió pálido como las paredes de la habitación, y sus claros iris parecieron hacerse más pequeños debido a la gran apertura de ojos que el acto le provocó.

El trono dio un golpe en la mesa con la mano abierta, sin borrar aquella expresión de sorpresa y terror a partes iguales:

—De dónde has sacado eso —Preguntó Yeosang, intentando mantener su tono de voz serio e impasible de forma fallida—¡Responde!

—Dímelo tú, ¿piensas que nací ayer? —Le respondió Yunho desafiante, para él un traidor no iba a intentar subirle la voz ni lo más mínimo— ¿O acaso crees que no sé lo que tramas? Ya veo cuál era ese uso que querías hacer de la sección prohibida, ¡traidor!

El bibliotecario se levantó de la silla colocando ambas manos sobre la mesa cargado de ira, encarándose al Director Kang. Si bien este tenía más poder diplomático, Yunho tenía una mayor fuerza física con la que neutralizarlo si intentaba hacer alguna acción sospechosa.

Yeosang retrocedió exaltado y confuso, no entendía absolutamente nada, ¿de qué se suponía que estaba hablando el bibliotecario? ¿Había perdido la cabeza de pasar tanto tiempo enterrado entre libros

—¿Traidor? No me hagas reír —Contestaba el Director Kang con gran sarcasmo y aires de superioridad— ¿en serio un ángel de clase baja cuyo único poder procede de haberte colocado de bibliotecario va a acusarme a mí, Kang Yeosang, Director de Investigación e Información, miembro de la cámara alta y trono de traición sin una sola prueba? Te estás jugando las alas por impertinente.

Por un momento Yunho pareció dudar de si no se estaba pasando de directo, pues estaba juzgando a un ángel de alta clase basándose únicamente en sus suposiciones que si bien parecían tener su sentido, tenían fallas. No podía permitirse ser sancionado, o peor aún, ser enviado al infierno, por algo tan insignificante, pero el ángel de cabello moreno continuaba seguro de que eso no ocurriría bajo ninguna circunstancia, es más, aquellas acusaciones serían su catapulta hacia el ascenso de clase. Al mismo tiempo Yeosang seguía preguntándose de dónde había sacado el bibliotecario aquel libro prohibido, pues no recordaba que la última vez que se adentraron en la sección prohibida él tomara prestado algún libro, y aquel lugar sólo podía ser abierto mediante la colaboración de ambos.

Oblivion | ATEEZ AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora