Cap XXVI; secretos

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Un claro y nítido rayo de luz conseguía colarse en mi habitación, provocando que me despertara sin apenas esfuerzo a pesar de la intensa noche que había tenido que soportar. Me senté lentamente en mi cama y froté mis ojos con delicadeza, seguidamente me levanté y comencé la rutina de todas las mañanas, esta vez con el añadido de que debía deshacerme de una vez del libro prohibido. Era aquella mañana o nunca, y cuanto antes mejor para evitar visitas indeseadas de nuevo.

Mentiría si dijera que había conseguido descansar, apenas cuatro horas de sueño intercaladas por pesadillas intrusivas que causaban que me despertara sobresaltado entre sudores fríos. Todos aquellos acontecimientos recientes me estaban destrozando internamente y se repetían en mi subconsciente de manera casi periódica. Por no hablar de las horribles ojeras que había desarrollado. No, no estaba preparado en absoluto para experimentar todo aquel lío de emociones y pensamientos.

Me vestí con mi habitual traje blanco como la nieve a juego con mi camisa de seda y decidí salir a la terraza de mi habitación a que me diera el aire antes de aventurarme de nuevo en mi plan. Desde luego, las vistas eran impresionantes: a lo lejos se podía observar el Jardín del Edén, con sus enormes cascadas de agua cristalina y su enorme variedad de vegetación, enmarcado por la imagen más cercana que observaba de otras de las nacaradas torres del palacio, cuyo brillo iridiscente se intensificaba a medida que avanzaba la mañana y con ello la luz.

Presenciar aquellas vistas me hizo acordarme de repente de uno de los delirantes sueños que había tenido esa noche, donde caía de lleno en un inmenso océano azul turquesa, repleto de fauna y flora marina. Intentaba de alguna manera conseguir salir de aquel lugar, pero por mucho que intentara nadar continuaba naufragando; hasta que al llegar al fondo vi un enorme ojo rojo despegar sus párpados, y tras él otra gran cantidad de ojos similares que llenaban toda la superficie, siguiéndome con la mirada adonde fuera que intentase escapar.

Moví mi cabeza de un lado para otro, como si aquel acto fuera a conseguir disipar todas mis preocupaciones. Era momento de regresar a la Biblioteca Divina a efectuar el que podía ser un desastroso plan, pero si había salido victorioso del interrogatorio de Kang Yeosang entonces sentía que también podría salirme con la mía.

Saqué el libro de la caja donde lo guardé bajo mi cama antes de intentar dormirme, lo metí de nuevo en el bolsillo interior de mi gabardina y decidí abandonar mi cuarto tras asegurarme de cerrarlo con llave. Con un fuerte impulso, emprendí el vuelo pasillo abajo, pasando por todos aquellos pasajes llenos de vidrieras detalladas al milímetro por las que la luz del exterior comenzaba a colarse. No quedaría mucho hasta que terminase de amanecer por completo.

Tras unos minutos de gran esfuerzo por no desplomarme al suelo por culpa del cansancio, fui aproximándome a mi destino. A medida que vislumbraba las imponentes puertas de la biblioteca sentía como me costaba más y más respirar. El insomnio más la ansiedad de la operación no hacían una buena combinación, pero no me quedaba otra opción ante el peligro de ser descubierto.

Tomé aire lentamente y abrí la puerta. A primera vista no había ningún ángel más que Yunho, que se aproximó hasta la entrada en un par de minutos tras oír las colosales puertas abrirse. En aquel momento, me acerqué a saludarlo con una pequeña reverencia mientras que él hacía lo mismo con una gran sonrisa en sus labios realzando sus pómulos. Estaba claro que se alegraba de verme.

-¡Hongjoong! ¿Qué haces tan temprano por aquí de nuevo? Deberías descansar, apuesto a que la noche ha sido demasiado intensa -Comenzó a hablarme Yunho, se notaba que estaba fuertemente preocupado por todo lo ocurrido- Quizás no me corresponde preguntar pero, ¿fue todo bien?

-Agradezco tu preocupación Yunho. Pero no le des vueltas, estoy perfectamente -Mi rostro pálido y mis ojos entrecerrados demostraran todo lo contrario por más que lo intentara disimular, pero no quería despertar más preguntas de las estrictamente necesarias- Solo venía un momento a ver si podías entregarme las Biblias que te pedí anoche, quería decírtelo antes de que se me olvidara.

Oblivion | ATEEZ AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora