14.

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Como de costumbre Dipper Pines tomaba como su lugar las piernas del rubio.

Ambos miraban a los dos ancianos retorcerse del dolor mientras escuchaban a la castaña llorar desconsoladamente, aunque ni a Bill ni a Dipper le importaba mucho aquel hecho, ambos observaban a los viejos familiares del castaño sin mucha expresión en sus rostros, bastante cansados de aquella repetitiva rutina en la que se encontraban envueltos.

—¿Piensas hablar ya, Stanford? —le preguntó el demonio—, Pino se empieza aburrir de torturarlos y no quiero que mi Pino se aburra.

El mencionado los miró desde abajo, con sudor en su frente tratando de no gritar por el dolor.

—Nunca —dijo con una vaga firmeza antes toser, su cuerpo cada vez más débil.

—¿Ni siquiera ahora haces algo por tu querido sobrino? —dijo con sorna el demonio—, creo que ahora entiendo porque está de mi lado.

Dipper hizo un mueca ante esa respuesta, Bill tenía razón... su familia nunca hacía nada por él, ni siquiera en momentos como esos. No eran como Bill, él que hacía todo por el castaño. Escondió su cabeza en el cuello del mayor y mordió suavemente, como una manera juguetona de decir: escogí bien.

El mayor sonrió con cinismo apretando inconscientemente el agarre que mantenía con el castaño antes de fruncir el ceño, esto lo estaba hartando, le provoco un poco más de dolor a los ancianos, intentando que eso hiciera hablar a Ford.

—Dime la ecuación, Fordsie —le dijo mientras aumentaba aún más el nivel de dolor.

—Primero muerto, Cipher —dijo entre quejidos.

Dipper notó el cuerpo del rubio tensarse así que simplemente se dedicó a acariciar suavemente su cabello en un intento de relajarlo.

—Y yo que creía que no había alguien más masoquista que mi hermano —dijo cansado relajándose un poco al sentir las caricias del menor—, aunque supongo que tampoco tendremos que esperar mucho para tu muerte de todo modos.

Dipper vio a su familia por debajo de ellos con molestia, disfrutando ligeramente cada grito de dolor que emanaba de ellos.

Y una pequeña sonrisa apareció en su rostro por unos segundos, ¿en qué punto había perdido por completo la empatía qué tenía hacía ellos?

—¡Dile que se detenga! ¡Dipper, por favor! —le gritó su hermana entre lágrimas, con su voz quebrándose con cada palabra que decía.

El mencionado la miró sin expresión alguna, harto de escuchar sus estúpidas e inútiles peticiones a cada rato.

Y antes de que decidiera ignorarla como de costumbre una pequeña y retorcida idea se cruzó por su mente.

Una sonrisa apareció en su rostro y se acercó al oído de su novio susurrándole aquella idea, la sonrisa pareció contagiarse en el rostro del rubio, quién lo veía con orgullo en su mirada.

—¿Estás seguro? —le preguntó curioso por su proposición.

—Por supuesto —contestó con una sonrisa emocionada—, es momento de hacer que las cosas vuelvan a ser interesantes por aquí.

Bill lo miró y soltó una pequeña risa.

—¿Tienes alguna sugerencia, mi querido Pino? —le cuestionó divertido.

El menor asintió varias veces, con su estómago revolviéndose cada vez que pensaba en eso de nuevo, se acercó de nuevo al oído del demonio contándole que es lo que tenía en mente con mayor exactitud.

Luego de eso ambos dirigieron su mirada a la castaña.

Bill la observó con una sonrisa bastante bizarra, mientras la emoción en el rostro del menor aumentaba, la chica palideció notando aquello.

Loving The Devil. [Billdip]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora