𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖓𝖚𝖊𝖛𝖊: 𝕲𝖆𝖙𝖔 𝖊𝖓𝖈𝖊𝖗𝖗𝖆𝖉𝖔

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¡Mama miba! ¡Mama miba! ¡No miréis aquello, puesto que es algo relativamente prohibido!—Exclamaba el chef observando con temor y a la vez sorpresa al más bajo, quien sosteniendo su guadaña, dirige una mirada fulminante y al mismo tiempo burlona a su contrario, quien derramaba lágrimas por uno de sus ayudantes, cesó su vida con un profundo tajo a causa de la misma, Jevil se echó a reír a carcajadas, naturalmente. Sus pepas de oro no dejaban de brillar y esconde su choclo de la vista de los demás de manera que ya no lo volviesen a encontrar, aquello fue el gatillo, fue la causa, fue la gota que derramó el vaso, desde que tomaron por loco al pequeño bufón lo comenzaron a tomar por loco. La sangre escurría sin cesar alrededor del suelo, las risas de gritos del de gorra fueron callándose a la vez que desaparecía entre las penumbras y su silueta fuese invisible. Sus conocidos hablaban a sus espaldas, como queriendo lanzar mil y un espadas tras él y sin que se diese cuenta, cayera en un futuro detrás de fuertes rejas de acero, imposible, absolutamente imposible de hacer presente su magia, las risas se detienen y la sangre se seca al paso del tiempo, rodeado el cadáver de fieles testigos, y que a su vez lágrimas se mezclan con aquel líquido rojo espeso, tenebroso y asqueroso para algunos, se miran unos a otros como queriendo proponer ideas sobre qué hacer. Educados se quitan el sombrero ante aquel entre grandes comillas, accidente, no obstante, en realidad ser un asesinato, un vil y cruel asesinato. Jevil fue el asesino.

—'Majestad, damos a conocer a usted nuestras peticiones, pues su bufón, bufón de la corte, espero no equivocar en el mismo, ha asesinado a uno de sus súbditos frente a la multitud.'—El nombrado anteriormente, inicia a elevarse rápidamente de su quebrado trono, escondiendo las cicatrices de su rostro, dirigiendo una mirada fulminante a su guardián con cuerpo de serpiente, siendo además de dejar un rastro húmedo por los pasillos del castillo. No era algo que le importase a su querido y vil monarca, puesto que estaba preocupado por otras cosas. Se acerca al más bajo y le bufa a unos metros del rostro, sintiendo el tiritar de su contrario.

—'No es algo que me deba importar ahora, sin embargo, sugiero ponerle ojo y si es posible, apresarlo.'—Responde con autoridad, recibiendo como respuesta múltiples ladeos de cabeza del guardián, sin embargo, que sólo trabajaba por su pago, unas pocas pero muy brillosas monedas de oro. Amaba el brillo. Dando una elegante reverencia se aleja de su superior, quien manteniendo la compostura vuelve a su trono, suelta el más alto un gran suspiro, acercando sus garras a su frente para olvidar lo que había escuchado y concentrar su mente en situaciones más importantes, jamás pensó en las consecuencias que traería el aceptar un demonio, o duende, quién sabe, a su corte, la corte en la que entró el caos por falta de la reina, quien ponía en un pasado orden a todo, cerraba por un rato su segunda boca, ubicada en su estómago, decidiendo volver al punto donde estaba antes, al apenas hacerlo, el duque de los acertijos se aparece por el sitio de ingreso mirándolo con respeto. Se acerca a él, tosiendo un poco para llamar su atención—'¿Qué quieres, tú?'—Era muy extraño que el rey de Picas iniciara una conversación con uno de sus súbditos, Rouxls Kaard no sería la excepción, si lo hacía, sería a causa que no estuviese de tan mal humor, el de cabellos plateados lo observa confuso, sin olvidar su línea.

—'Pues, mi Señor, el bufón de nombre...'—Fue interrumpido por el más alto.

—'Ya sé, está causando problemas.'—Menciona fríamente, causando repercusión en el pecho del duque, quien tragaba saliva al arrepentirse de haber ido. Rouxls, quien le llegaba al pecho a su contrario, se disculpa de manera modesta y cierra sus ojos, esperando gritos, sin embargo, jamás hubo gritos, al menos no ese día. El de pieles azules se acerca un poco más a la bestia y se posiciona justo al lado de ella, se miran de reojo, pero sin decirse una sola palabra más, acostumbraban a estar así los ratos que no tenían nada que hacer, como esperando algo y a la vez no, como imaginando que algo sucedería y no sucede. El rey, quien Spades llamaré algunas desde este momento, posó una mano bajo su mentón, acostumbrando su peso en uno de sus codos que acomodaba en los brazos de la poltrona, el menor se peinaba frente al espejo, gran espejo, ¿en qué momento se había cambiado de posición? Ni siquiera percibió sus pasos, incluso al ser una bestia sin orejas visibles, pero de alguna manera estaban ahí—'¿Qué crees que haces, duque?'—Interroga el monarca, causando turbación al anteriormente mencionado.

[#1] ﴾ Lоcцґa ﴿ ༼ Jevil x Seam Fanfic  ༽ DR [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora