Cuando un demonio quiere hacer un trato contigo, lo va a intentar conseguir de todas las formas posibles. A veces, de solo hablar te acabas dando cuenta que has aceptado sin pensar. Lo que sí es seguro que, para realizar uno ambas partes deben colaborar. Si no quieres aceptar el pacto, lo que debes hacer es lo siguiente:
Ante todo, no mirarlo a los ojos. Tampoco debes escucharlo, presta atención a otra cosa. No dejes que te toque, y no te muestres asustado o nervioso porque le darán más ganas de usarte.
Y, bueno, Iwaizumi hizo lo contrario que eso y ahora está como está. Era un niño, y uno asustado, no podía controlar esas cosas. El demonio consiguió hacer su pacto sin que Hajime pudiera decir algo. Y ahora lo tiene sentado en su trono, bien orgulloso, mientras él se queda a su lado. No sabía por qué un demonio necesitaba de su protección al nombrarlo miembro de su guardia, si tenía poderes. Era muchísimo más fuerte que él, entonces no le hallaba sentido.
Pero ahí estaba, con esa maldita sonrisa de suficiencia e Iwaizumi se mantenía de pie a su lado. Hajime ya no era un niño, pero de igual forma estaba atrapado ahí como si lo siguiera siendo. Oikawa tenía la costumbre de salirse con la suya.
Iwaizumi dejó de mirar al demonio para centrarse en lo que tenía en frente. Kageyama, Kindaichi y Kunimi estaban ahí también, pero habían sido llamados para otra cosa. Iwaizumi sabía a qué se debía, pues él también pasó por lo mismo. Hajime le sonrió a Kageyama, quería transmitirle seguridad aunque el chico parecía no darse cuenta de nada.
Oikawa se levantó bien elegante, su capa ondeando suavemente para acentuar su posado altivo. El demonio era alto, imponente, y su mirada era aterradora. Pero no era sólo eso lo que lo hacía temible, sino su belleza perfecta que atraía hasta los ciegos.
Tooru observó a los tres jóvenes de enfrente y sonrió.
—Miraos... Los niños crecieron, y están dispuestos a servirme — Oikawa se les acercó y empezó a acariciarlos uno a uno. —Valientes muchachos que fueron los mejores de su promoción... ¿pero lo seréis para mí?
Oikawa acarició la mejilla de Kindaichi, arregló el cabello de Kunimi y, cuando llegó frente a Kageyama, se detuvo. Sus ojos se clavaron en los del chico, y Kageyama mantuvo la mirada sin problemas. Iwaizumi aún se preguntaba cómo era posible que ese chico no le afectase el poder intimidante de Oikawa.
—Mis servidores son criaturas fuertes y poderosas, más los humanos sois tan... débiles. —Oikawa se quedó ahí, mirando a Kageyama. —Pero estoy dispuesto a cederos parte de mis habilidades, estoy dispuesto a cederos la inmortalidad a una parte de vuestra alma. Ser medio inmortales os ayudará en el futuro, cuando tengáis que luchar por mí.
Todo eso ya lo sabían, en realidad. Estaban ahí por eso, así que tan sólo esperaron a que Oikawa hiciera sus trucos. Iwaizumi ya había recibido esa parte de inmortalidad, y aunque siguiese siendo humano, las heridas eran menos dolorosas y sangrantes. Era más fuerte de ese modo, y pronto los jóvenes aprendices lo serían también.
—Pero yo soy un ser de pactos. Yo os daré lo mío, vosotros lo vuestro. Servidme fielmente. Obedecedme en cada una de las tareas que os ordene. Rendidme homenaje, gritad mi nombre cuando luchéis por mí. Llevad mi estandarte con orgullo mientras yo os mantengo con vida.
—Te juramos lealtad incondicional, Oikawa-sama — musitaron los tres, inclinándose con una reverencia. Oikawa alzó la cabeza y sonrió satisfecho.
Su mano fría se posó en el mentón de Kageyama, alzándolo. El chico lo miró algo curioso, y Oikawa frunció el ceño. Había algo en Tobio que lo ponía de los nervios. De niño, no paró ni un solo instante de preguntarle porqué lloraba, y algunas veces lo hizo frente a otros. Oikawa era un demonio, los demonios no sentían de esa forma, y era humillante que los demás se enterasen de ello. Kageyama hablaba sin tapujos, no le importaba estar frente a una criatura poderosa.
ESTÁS LEYENDO
La espada negra
FanfictionTras experimentar la emoción más humana posible, el rey de los demonios decidió convertirse en piedra por el resto de eternidad. Mil años después, su corazón vuelve a latir de nuevo. Su reino es inestable, sus enemigos demasiado insistentes, y el fu...