Su cuerpo ahora, era totalmente distinto. Tenía garras, patas fuertes, colmillos afilado, la garganta de fuego y la piel cubierta de escamas rojas. Había sacrificado su cuerpo para transformarse en un dragón, una inmensa bestia que lo destruiría todo lo que se le cruzara por el medio. Ya no razonaba, sólo era una máquina de matar. Nada importaba ya, sólo quemarlos a todos. Sus ojos veían rojo de ira, clavándolos en el grupo que se encontraba más allá. Iwaizumi estaba tan contento..., ese chico, Kageyama, se veía tan contento..., todos se veían tan contentos.
Y Semi no.
Los pasos del dragón retumbaron la tierra, advirtiendo al grupo de la bestia que se acercaba. Pensaron que era el ente, que se acercaba destrozando cosas, pero se equivocaron de cabo a rabo. El dragón se abrió paso en el campo de batalla, lanzó un gritó bien amenazante y empezó a quemarlo todo. Veía las caras de pánico de esos chicos, y le entraban más ganas de darles caza.
Siempre pensó que Shirabu estaba demasiado obsesionado con vencer a Oikawa. Tendou sabe perfectamente quién es el asesino de Ushijima y quién es el causante de la muerte de Semi. Son esos dos, y esos dos morirán.
Movió la enorme cola para azotarlos a todos, pero eran ágiles. Eso lo enfurecía más.
—Tobio, corred al palacio y crea un escudo que os cubra —dijo Atsumu. —Nosotros nos encargaremos de él.
— ¿Los dos solos?
—Podremos con él —dijo Osamu. —Se ve alterado, lo podemos usar como ventaja.
Los Miya se abalanzaron contra el dragón, el cual los empezó a atacar sin miramientos. No obstante, por muy alterado que estuviera, no iba a dejar marchar al resto. Con una de sus garras, alcanzó a Iwaizumi y lo alzó dispuesto, como mínimo, a descuartizarlo.
— ¡Hajime-san! — exclamó Kageyama. Tobio se concentró y conjuró una lanza. Era buenísimo en arco, pero una flecha no le haría nada a un dragón como ese, por lo que la lanzó y se clavó en el brazo de la bestia. El dragón chilló y dejó libre a Iwaizumi
— ¡Vamos al palacio, ahora! — dijo Iwaizumi, llegando a dónde estaban Tobio y Hinata.
Pero el dragón se le había encarado. Iwaizumi se le había escapado, pero no volvería a permitir algo como aquello. Gruñó y abrió sus fauces listo para carbonizar al semi-demonio.
—Hajime-san, adelantaos tú y Hinata.
Iwaizumi no las tenía todas, prefería quedarse a su lado aunque le fuera la vida en ello. Pero también entendía que Kageyama era un soldado como él, y que su honor valía más que eso. No podía protegerlo para siempre, pues Tobio era capaz de hacerlo por si mismo. Hajime se reunió con Hinata para irse mientras Kageyama preparaba otra lanza.
— ¿Vas a matar a alguien otra vez, maldito asesino? — soltó una voz amenazante. Todos, incluso el dragón, dejaron de moverse. Shirabu había aparecido. —Hazlo, y no quedará compasión para ti. Si es que aún quedaba...
Shirabu se mantenía en pie milagrosamente. Su carne se había regenerado, pero a momentos parecía volverse a caer en pedazos. Mantenía los ojos muy abiertos, sucumbiendo a la desesperación, y casi parecía imposible que pudiera permanecer consciente. Parecía estar a punto de colapsar.
A sus pies, estaba Oikawa.
— ¡Mirad a vuestro rey! —gritó, jalando al demonio por el pelo. Estaba cubierto de sangre violeta y se dieron cuenta que le faltaban los cuernos. — ¡Un demonio sin poderes no es nada, ¿verdad?! ¡Yo lo he derrotado, he derrotado al rey de los demonios!
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La espada negra
FanfictionTras experimentar la emoción más humana posible, el rey de los demonios decidió convertirse en piedra por el resto de eternidad. Mil años después, su corazón vuelve a latir de nuevo. Su reino es inestable, sus enemigos demasiado insistentes, y el fu...