MODIFICADO 21/10/2019
El sol bañaba radiante las calles, los árboles floreados que rodeaban cerca de mi nuevo hogar. La casa de la familia Brandon resplandecía como una estrella en el firmamento en plena mañana. Blanca y azul, de un modelo típico del país (EEUU), con su porche con silla colgante, jardín en la entrada sin cerco. De planta baja, primer piso, un sótano, un ático y chimenea. Precioso. Baje del auto encandilada con mi mochila rosa con diseño de la gata blanca de los Aristogatos, una muñeca pelirroja muy pecosa en la mano izquierda y una chupeta verde turnándose entre mi boca y mano derecha. Vestía un costoso vestido blanco de princesa, con medias con blondas que adornaban mis tobillos y los zapatos rojos de charol de fiesta; lucía un peinado de media cola con lazo blanco bien grande, mis rulos jamás se vieron tan brillosos y elegantes. Estaba emocionada y agradecida por los regalos y ropa de cortesía de mi nuevo papá. El corazón a mil con cada paso que me acercaba al portón y se incremento al abrirse la puerta con la imagen del pelirrojo alto y una mujer delgada de un look meticuloso al estilo de los cincuenta. Ella tenía perfecto moño alto castaño oscuro rojizo, de ojos grandes simétrico de color azul oscuro, nariz pequeña y puntiaguda como la mía y labios delgados de color carmesí. Delgada, de caderas anchas y cintura estrecha y con un tamaño estándar delantero; piel blanca rojiza y suave. Si, ella era elegante y bonita de mirada fría y sonrisa perfecta para la ocasión. Sonreí al verla, sería mi nueva mamá de ahora en adelante. Me tocaba el turno de mostrar mis mejores encantos frente a la pareja de mi adorado padre. No vi a nadie más en la puerta, solo la pareja. Ingrese nerviosa acompañada del hombre de bata negro y alza cuello de lente redondos. Su nombre, el Padre Jacob (mi tío abuelo Jacob). Sacerdote de la parroquia de nuestro sector. Con decoro contenido, salude a papá Roger y a la dama presente. Moría por abrazar a mi padre adoptivo pero trate de comportarme como una digna princesa. Me senté en el sofá de la sala de un estilo Vintage moderno. Parecía una sala con sofá y mesas de un palacio mezclado con tapetes, esculturas y cortinas del final de los ochentas con toque futurista extravagante, como el look de mi padre. Casi se me rompe el cuello girando de arriba, abajo, de lado, mí alrededor. Cerca del ventanal se encontraba un flamante piano de cola negro. Abrí la boca maravillada por tal instrumento que salen en las películas de gente millonaria. Me pregunte si era una familia acaudalada, la casa mostraba lujos de grandeza artística. Ni decir los cuadros con dibujos abstractos sin ropa y con ropa extraña, y deforme, otros de figuras geométricas coloridas. Y por último el cuadro grande de una cruz católica romana en todo el medio. En definitiva era una sala acogedora y chic. Sonrojada y silenciosa, los hombres hablaban y la mujer preguntaba observándome de vez en cuando. Luego se paraba, desapareciendo y retornando a los segundos con una bandeja con una tetera, tazas que dejo en la mesa del centro donde nos ubicábamos. Repitió el proceso trayendo una segunda bandeja más grande y bien llena de dulces Smores, Twinkie, galletas de vainilla, chocolate, y con crema, porciones de tortas rectangulares de varios colores y tartaletas de fresa y mora. Otra vez realizo el mismo proceso con otro lote de chucherías (Caramelos, chupetas, malvavisco, chocolatinas y ruffles). Que banquete exclusivo y pecaminoso solo para mí. Eso pensé. Hasta que se estaciono un auto que desvío las miradas centradas en mi comiendo twinkie, al ventanal. Deslumbre una genuina sonrisa en ella parándose emocionada y arreglando la falda rosa pálido con sus meticulosa manos de dedos finos de uñas largas de color rojo.
— ¡Ya llego! Iré abrirle la puerta—. Dijo ella, marchándose risueña. Ellos sonrieron. Yo los veía cuestionada por el o la recién llegada que mamá parecía esperar más que a mí.
— Tranquila princesa. Solo acaba de llegar el miembro de la familia que faltaba—. Dijo papá Roger. Recordé sus palabras en el orfanato de la mención de un hijo. Mi hermano adoptivo. El hecho volvió a revivir el corazón, nunca en mis antiguas adopciones fallidas tuve el chance de saborear la compañía de un hermano o hermana. Esta era la primera vez y sobraba mi curiosidad de gozar un hermano. Escuche voces y risas. La voz de mamá y una vocecilla suave bien entonada como campanillas de viento. Una voz que podrías adorar u odiar
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Margarita en la oscuridad
Teen FictionCuando el amor no puede salir a la luz. Borrador de Alas Borrascosas. Cambio de Nombre y orden de evento. Es una historia que llevo años en mente y que suelo reorganizar. Casi no suelo estar satisfecha en el orden que deseo contar la novela. Me deci...