La vida de Miralys era considerada como una de las mejores. Era una mujer que poseía lujos y extravagancias que cualquiera podría desear, inclusive, se decía que su familia era más rica que el propio Emperador.Miralys estaba rodeada de vestidos tan hermosos como caros, peinados extravagantes adornados de la manera más exquisita, joyería confeccionada a su gusto y con las piedras preciosas más extrañas de todo el mundo. Y, a pesar de estar rodeada de tantos lujos, eso no era lo que generaba tanta envidia en el pueblo, sino su jardín.
El jardín más hermoso de todos los tiempos, ni siquiera sus antepasados llegaron a poseer tan vasta flora en un solo lugar. En ese lujoso jardín se podían encontrar las más extrañas flores y plantas del mundo que miles de viajeros le traían para que cuidara bajo sus sutiles pedidos.
Pocas eran las personas que les era permitida su entrada y quienes se atrevían a entrar sin avisar un futuro letal les deparaba; ya que muchas plantas eran venenosas y te podían asesinar con sólo rosarlas o el aroma de otras tan letal, que provocarían el mismo destino al que todos llegarán en algún momento. Muerte.
Obviando lo lujosa que era la vida de Miralys, también tenía otros deberes aún más grandes y talvés, más oscuros de los que nadie pudiese imaginar.
Ella era la sacerdotisa del Dragón Negro y como tal debía de cumplir con rituales sagrados para mantener el orden y la paz del Imperio.
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La Sacerdotisa del Dragón (Saga El Imperio del Dragón Negro: Libro I)
FantasyMiralys creyó que una promesa sería suficiente. Su padre piensa que la promesa hecha fue ante una roca y su propia codicia obligará a su hija a tomar decisiones apresuradas cuando su tranquila y libre vida se vea amenazada por un matrimonio arreglad...