De el desarrollo de mi nueva técnica

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¿Se acuerdan de que dije que ya iba a empezar a hacer sufrir a Saga? Pues el momento ha llegado. Perdóname, Saga, pero tú y tus problemas mentales son como una voz que dice: hazme sufrir. Y ni modo de no hacerlo. La buena noticia es que nada más le voy a dar otro trauma mental, uno más a lista, ¿qué más da?

Mándenle los hartos chocolates a este gemelo.

Alfa Lázcares


De el desarrollo de mi nueva técnica


Las semanas habían pasado, y la vida de aprendiz regresó a la normalidad. O al menos lo más cercano a normalidad que se pudiera esperar en un mundo como el del Santuario. Alfa no le dijo mucho a su maestro sobre lo que había aprendido con Kanon. Y Saga, a pesar de su curiosidad, se abstuvo de hacer preguntas. No se iba a rebajar a eso. Así que en realidad sí fue una sorpresa para él la nueva técnica que Alfa usó cuando volvió a pelear contra ella. No es que no supiera cómo defenderse, pero Alfa supo aprovechar su oportunidad. Además, Kanon también le había enseñado lo que debía hacer en caso de que Saga se repusiera rápido del "shock". Las batallas entre ellos dos seguían siendo una fuente de entretenimiento para todos, en especial luego de las semanas que habían pasado alejados. Sin embargo, iba siendo hora de empezar a tocar el tema de la nueva técnica.
    Habían pasado incontables tardes repasando los detalles que iban saliendo sobre la nueva técnica de Alfa. Los primeros meses se centraron en mejorar sus habilidades de batalla y sus técnicas físicas, las siguientes semanas se fueron en desarrollar más sus habilidades mentales. Para eso pidieron un poco de ayuda a Shaka, quien los mantuvo varias tardes meditando, abriendo su mente, y, lo más importante, entrando en la mente de los demás. Eso era algo que ella ya podía hacer sin mayores dificultades. El problema era que, si su oponente se lo proponía, podía bloquearla. El trabajo de Shaka fue ayudarla a entrar y mantenerse en la mente del contrincante, no importa qué tanto quisieran detenerla. Así fue como pasaron todavía más días practicando una y otra vez el cómo hacerlo. Tomaron a varios conejillos de indias, al principio fueron las otras aprendices de los Dorados, luego siguieron un par de Amazonas que se ofrecieron a la tarea, ellas fueron primero Helena y luego Marín. Luego de pasar la prueba con ellas procedieron a convencer Dorados para ser los siguientes. El primero fue Kanon, dado que ella lo conocía y él sabía más o menos lo que podía esperar. El siguiente fue Milo, quien era un chismoso de primera y no quería perder la oportunidad de aprender algo nuevo. El siguiente fue Aioria y finalmente Aldebarán. Los últimos serían Shaka y Saga, dado que ella ya había podido entrar a sus mentes, la intención era que ambos se prepararan mejor para bloquearla. Cuando los dos Dorados estuvieron satisfechos con las pruebas superadas de Alfa, lo siguiente era representar para ellos lo que sea que estuvieran pensando, como las ilusiones de Géminis o las técnicas del rubio. Y una vez que ella logró hacer esas representaciones para ellos, fueron a mostrarle los resultados a Shion quien se mostró no del todo sorprendido, aunque sí bastante complacido. Les dio luz verde para seguir ahora con el siguiente paso, que era sacar a relucir los mayores miedos de sus contrincantes y representarlos para así ganar cierto control sobre ellos, o por lo menos, para confundirlos y detenerlos el tiempo suficiente para que ella pudiera ejecutar alguna técnica física que los detendría por completo. Ya llevaban varios días practicando y hablando de las cosas que podrían o no pasar. Saga entonces decidió poner en práctica la teoría.
    Estaban en la sala de batallas del templo de Géminis. Empezaron meditando un rato, y, cuando ambos estuvieron listos, el de Géminis le dio la indicación a Alfa de que podía comenzar en cuanto se sintiera preparada. Alfa estaba nerviosa, sabía más o menos qué era eso a lo que le temía más el gemelo, porque algo había visto en esa primera demostración para Shion. Al final a Shion le había mostrado los pensamientos de otra persona porque Saga se había dado cuenta y la había bloqueado antes de que pudiera indagar más, y esta vez se esforzaría todavía más en repelerla. Ella respiró profundamente, se concentró y cerró los ojos.
    Lo primero que vio fue a Saga en el Templo Principal, tan solo un segundo porque el gemelo se concentró aún más y la sacó de su mente. Alfa tomó aire solo un par de segundos y volvió a intentarlo. Esta vez lo vio en Star Hill, con una persona muerta frente a él. Se dio cuenta de que se trataba de Shion. Saga volvió a sacarla. Alfa no tomó nada de tiempo antes de volver a entrar a su mente, esta vez lo que vio fue a Atenea muerta frente a él, por un segundo pensó en que era parte de los recuerdos del gemelo sobre lo que había sucedido en la batalla contra Hades, pero no, era diferente, esta vez Saga era quien había matado a la Diosa. En ese momento sintió la confusión del gemelo y aprovechó el momento para sacar esas imágenes de la mente del hombre para proyectarlas a su alrededor. Ellos dos eran los únicos que podían ver lo que estaba pasando.
    Todo comenzó con Saga vestido con la túnica del patriarca, como cuando Ares se había apoderado de su cuerpo, luego vieron las Doce Casas, Saga estaba recorriéndolas, en cada templo había un silencio que nunca existía. Al entrar en cada uno de ellos, los cuerpos mutilados y ensangrentados de los Santos Dorados. Era Saga quien los había matado y cada vez pasaba a mayor velocidad por los templos. En cada uno de ellos se detenía solo el tiempo suficiente para matar al Santo guardián. Uno tras otro, todos los Santos caían bajo el poder de Saga y nadie había podido detenerlo hasta entonces. Las aprendices también hicieron su aparición y Saga mató a cada una de ellas sin ningún reparo. Finalmente llegó al Templo Principal en donde Shion estaba frente a él junto con Dohko. Los tres se enzarzaron en una pelea, y Saga sintió un poder que no era suyo ayudándolo. ¿Ares? Poco tiempo después los dos Santos Dorados de mayor rango estaban muertos a sus pies. Levantó la mirada. Frente a él estaba Alfa enfundada en una armadura que ninguno de los dos había visto antes. Justo detrás de ella se encontraba Saori. Alfa comenzó a pelear contra Saga, logró asestarle un par de golpes antes de que el de Géminis la detuviera, la sostuvo por el cuello y la lanzó a un lado. La mujer terminó en el piso. De pronto la Daga Dorada estaba en las manos de Saga. Saori no se había movido. Vio que comenzaba a hablarle, que le pedía que se detuviera, que ese no era él, pero la Diosa se equivocaba, sí era él quien estaba haciendo todo aquello. No Ares, no algún otro dios vengativo, nadie más que él, y esta vez, no se iba a detener. No volvería suicidarse sin lograr su objetivo. Levantó la Daga y sintió el cosmo de la diosa expandirse y llegar a él. El cosmo de Saori lo envolvió e intentó detenerlo, intentó "curarlo", pero era en vano. Saga cerró el corto espacio que aún había entre ellos, y justo en ese momento Alfa se interpuso de nuevo. Le dijo palabras que él no escuchó, pero él, sin mayor miramientos atravesó a la joven con un golpe. Alfa cayó al piso y, sin perder un momento más, Saga enterró la Daga Dorada en el cuerpo de la Diosa.
    Saga cayó al piso y Alfa detuvo la ilusión. El corazón le latía con fuerza y tardó un momento en poder ver lo que tenía enfrente, el Templo de Géminis, nada había pasado. Saga estaba de rodillas, respirando agitado con los ojos cerrados. Alfa se levantó de un salto y fue con él, le puso las manos en los hombros y le habló, pero Saga parecía no darse cuenta.
    —Nada de eso sucedió. No has perdido el control y no vas a perderlo. ¿Me escuchas?
    No, no la estaba escuchando. Pasaron varios segundos más en silencio hasta que Saga levantó las manos temblorosas y sujetó los brazos de la joven. Finalmente abrió los ojos y la miró. Alfa exhaló un suspiro de alivio.
    —¿Estás bien? Nada de eso pasó. Ese es todo el punto de la ilusión, ¿recuerdas?
    Lo único que pudo hacer Saga en ese momento fue asentir con la cabeza. No confiaba en su voz todavía. Esperaba que la experiencia no iba a ser para nada agradable, pero no tenía idea de que iba a ser tan efectiva ni que todo se iba a sentir tan real. No esperaba que pudiera afectarlo tanto, al menos no a él, quizá a un Santo de menor categoría, pero él debía haber podido detenerla, y no fue así. Lo intentó varias veces, pero una vez que estuvo sumido de lleno en las imágenes frente a él le fue cada vez más difícil concentrarse en la manera de detenerla y se había dejado llevar por lo que estaba viendo, sintiendo, podía oler la sangre, sintió los golpes que asestó a todos. Sintió la sangre de Atenea en sus manos, y lo peor de todo es que no había sentido ningún atisbo de arrepentimiento, y no estaba seguro de que eso fuera parte de la ilusión o si era obra de su propia mente.
    —Saga, contéstame.
    —Estoy bien —dijo al fin, aunque no estaba seguro de que en realidad lo estuviera. —Estoy bien —repitió intentando convencerse.
    —Lo siento.
    Saga negó con la cabeza.
    —Hiciste exactamente lo que te pedimos que hicieras. Si esto fuera un examen habrías pasado con honores. Lo siento por el siguiente conejillo de indias que vaya a tener que pasar por esto.
    Alfa exhaló una risa agria.
    —Si sirve de algo, a mi tampoco me emociona la perspectiva.
    —Suficiente entrenamiento por hoy. Vámonos.
    No sin cierta dificultad ambos se levantaron. Luego subieron a la parte residencial del templo y cada uno fue a su habitación.
    Ninguno de los dos salió el resto del día y a la mañana siguiente Saga fue a informarle a Shion que la técnica de Alfa funcionaba, y que el único detalle que todavía quedaba por definir era qué es lo que iba a hacer la chica una vez que tuviera al enemigo bajo su control. Shion le dijo que ese último paso dependería tanto de ella como del enemigo. Saga asintió e hizo una venia para retirarse, pero se volvió de nuevo antes de salir.
    —En la ilusión... vi a Alfa como una Santia, no como un Santo femenino. No sé si eso tenga alguna relevancia, pero pensé en decirte.
    Shion asintió pero no le contestó nada. Saga tampoco esperó una respuesta y terminó de salir del templo.

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