Capítulo 10.- "La historia detrás de los colmillos."

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El pequeño Dan de siete años se encontraba llorando en el suelo, al lado de sus difuntos padres.

Si tan solo su madre hubiera dejado que lo "domesticaran" como ella lo decía, si tan solo su padre hubiera seguido su instinto, y no le hubiera hecho caso a su esposa.

Su padre era un omega, o mejor conocido como "lobo solitario". Y por esa misma razón, cuando aulló de dolor con todas sus fuerzas, nadie fue en su ayuda.

El sonido de las sirenas de la patrulla se hacían sonar, él sabía que alguien había llamado a la policía, debió a ver sido algún vecino.

Él tenía miedo.

Aunque era un alfa de nacimiento, tenía miedo. ¿Lo iban a llevar a la cárcel? ¿O lo llevarían a un orfanato? Él había visto muchas películas en la que los padres morían, y se llevaban al niño muy lejos, para que después lo adoptaran.

Él no quería suplir a sus padres.

Sus padres habían muerto por su culpa, él los había matado.

Él era una bestia, un monstruo que no podía ser controlado en las noches de luna llena.

Pero... ¿Qué había pasado esa noche? Durante siete años nada similar le había pasado, ¿Por qué esa noche paso algo tan terrible?

Cuando escucho la sirena de las patrullas más cerca, él se había decidido huir, para siempre.

Tomo su mochila azul, metió una foto de su familia, algo de ropa que encontró, las pocas cajitas de jugo que tenía, y sin olvidar su mantita, almohada y su osito de peluche.

Y se marchó, para siempre.

Se marchó de la casa en la cual creció, en la cual vivió con sus padre durante siete años, en la que jugo muchas veces con su prima, en la cual se convertía cada mes, en la que pudo saber lo que era la felicidad y el amor de una familia.

A los pocos meses Daniel encontró una manada, que gracias a dios no descubrieron lo que era, un alfa.

El porqué.

Sus ojos eran morados al convertirse, los ojos morados (para cualquier hombre lobo) significaba sufrimiento, un mal pasado, o que has matado a alguien inocente. Los ojos rojos eran para los alfas, aquellos que tienen liderazgo en su sangre, aquellos capaces de dirigir a toda una manada con decisiones sensatas, algunas alfas mataban a otro alfa para obtener el poder, para poder dirigir bien a una manada, pero de igual modo el tomo de la mirada no cambiaba demasiado. Y luego están los ojos amarillos (para los betas y omegas), aquellos fieles y obedientes, esas personas que son grandes guerreros.

(...)

Al cumplir trece años, su amigo pablo (un beta de su misma edad) descubrió que era un alfa, pues a pesar que sus ojos sean morados, tenían pequeños toques rojos, además sus pupilas eran de un rojo intenso que se podía confundir con el negro, muy fácilmente hacia que se confundiera. El chico, teniendo una gran envidia, con todo su ser, causo que casi mataran a Daniel.

El alfa le ordeno a los betas que mataran a Daniel, pero con su astucia y con los poderes de su madre, manipulo la mente de los betas, haciendo que ellos se mataran mutuamente. Cuando quedo el último beta ya no pudo manipular la mente de este, pues este se había vuelto más poderoso que cualquiera otro beta. El beta se lanzó hacia él, intentando matarlo, pero quien termino muerto fue el beta. Pues para ellos quien nace siendo alfa, muere siendo alfa.

— ¡Has matado a toda mi manada!- grito su alfa. —Tienes que pagar, pagar con tu muerte.- y sin dudar el alfa se le abalanzo para matarlo.

Lo que no sabía el alfa, era que Daniel era un alfa de nacimiento, y a ese tipo de alfa, son muy difíciles de matar.

Daniel le rompió el cuello, después de varios intentos para lastimarlo. Al matarlo se volvió más poderoso de lo que era, y obtuvo el poder de su antiguo alfa.

Ahora era más poderoso que antes.

Más poderoso que cualquier otro.

Ahora sus ojos eran rojos, con pequeños toques violetas. Una combinación de ojos bastante rara y única a la vez.

Desde ese día, después de matar a toda esa manada, se hizo la promesa de ya no matar a nadie, no quería volver a ser un asesino. El nunca convirtió a alguien en hombre lobo, no quería que por su culpa a otra persona le sucediera algo similar a él.

Él era un "lobo solitario".

Era un omega que viajaba muy seguido, queriendo olvidar su pasado.

Uno que quería escapar de lo que en verdad era.

Un monstruo.

Un asesinó.

Pero al andar tan solitario no le hacía nada bien, ya que sus fuerzas de mando disminuían cada vez más, su rugido se hacía cada vez más viejo.

Al año se encontró con su abuelo, que lo reconoció al instante. Y sin dudar acogió a su nieto, como si fuera su hijo.

Desde ese día el abuelo del chico intento que fuera un adolescente normal, a pesar que no lo era.


#1.0 El Torneo de los Planetas. De la saga: El Don de la Muerte.® (En Proceso).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora