El señor y la señora Méndez, Vivian muy felices y lejos del "peligro". Los Méndez habían tenido a unos hermosos mellizos que se llamaban Amelia y Matt.
Cualquiera podría imaginar que ellos son personas normales, que se fueron a vivir a otro estado por "trabajo". Pero más que nada ellos se mudaron por otro motivo, ellos no se mudaron por cuestiones de trabajo, sino por alejar todos sus pensamientos de la guerra que acababan de vivir, e intentar tener una vida normal.
(...)
El tiempo pasó muy rápido, y ya habían pasado aproximadamente 16 años desde el día en el que los Méndez se mudaron de ciudad. Pero a pesar de todos los mellizos habían cambiado demasiado, y como dirían la adolescencia le hizo bien a Matt, Matt era un chico alto, cabello oscuro y revoltoso, ojos color miel como los de su padre, y era un gran fan del deporte. A cambio su hermana también tenía el cabello oscuro y revoltoso, cosa que tenía que amarrárselo siempre, sus ojos eran oscuros como los de su madre, y ella era unos cuantos centímetros más pequeña que su hermano, y sin olvidar que ella no es gran fan del deporte. Ambos mellizos son muy diferentes, tanto físico y mentalmente, pues Amelia a pesar de tener buen cuerpo lo ocultaba bajo kilos y kilos de ropa.
La madre de los mellizos subía las escaleras dispuesta a levantar a sus hijos, entro a la primera habitación a mano izquierda, que era la habitación de su hijo, lo vio dormido plácidamente en su respectiva cama.
— ¡HORA DE DESPERTAR! - Grito su madre. Matt se cubrió la cabeza con la almohada dispuesto volver a dormir. Su madre viendo que no daba señal de querer despertar se le acercó, y le dio un beso en la frente. — cariño, tienes 5 minutos, que tu padre y yo tenemos que hablar con ustedes.
—Otro bebe no, por favor... suficiente tengo con mi hermana. - le contesto Matt abriendo por primera vez sus ojos y viendo a su madre.
—no cariño, no es eso. - su madre le sonrió, camino directamente hacia la puerta para despertar a su hija, pero antes de salir se dirijo otra vez hacia su hijo. — Solo tienes cinco minutos, ni más y menos si es posible.- volvió a avisar y el gimió con fastidio en modo de respuesta.
La joven madre volvió a caminar por el pasillo hacia la habitación de su hija, está dispuesta abrió la primera puerta a mano derecha, que era la de su hija Amelia. Volvió a gritar lo que le grito a su hijo, solo que a diferencia de este, Amelia levanto la cabeza y la giro como la de un búho.
—Buenos días mamá. - dijo soñolienta.
—Buenos días pequeña.- le contesto sonriente a su hija. — Tienes cinco minutos para alistarte.- por acto seguido salió de la habitación.
Exactamente pasados los cinco minutos que la madre le dio a sus hijos, Amelia bajo con un pantalón de mezclilla para nada ajustado, una camisa con cuello color blanca, un chaleco de rombos, convers blancos, y sin olvidar sus lentes color rosa, y una gran coleta alta.
— Buenos días.- saludo a sus padres y se sentó al lado de su padre. — ¿Qué hay para desayunar?
— Tus favoritos. -le contesto sonriente su padre mientras que Matt bajaba las escaleras.
— Buenos días.- dijo entre murmullos pero bastantemente audibles.
— Buenos días.- le contestaron sus padres y hermana.
Matt iba todo despeinado, con un short de básquet y una playera de Harry Potter y las reliquias de la muerte parte 1.
— ¿Vas a jugar hoy?- le cuestiono su padre, alzando la vista de su periódico.
— Nop.- le contesto infantilmente. — es mi pijama.
El resto del desayuno transcurrió normal y tranquilo, pero había algo que los padres le querían contar a sus hijos, y temían que no se lo pudieran tomar bien.
ESTÁS LEYENDO
#1.0 El Torneo de los Planetas. De la saga: El Don de la Muerte.® (En Proceso).
FantasíaSinopsis: ¿Qué harías si tu vida cambiara de un día a otro? Ellos eran personas aparentemente normales. El secreto de sus padres se conocerá, y sus vidas en peligro podrán. Todos los secretos se descubren, no lo olvides. Si eres uno de nosotros... ¡...