Especial IV.

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Amarte más no puedo.

La lluvia es un enemigo social que nadie desea erradicar, importante y desafortunada a la vez, llena de recuerdos cálidos que combaten contra el gélido ambiente, sin embargo, hay quienes la rellenan de recuerdos indeseados que reflejan las lágrimas de ellos mismos e incluso las de Dios.

Claro... Quien crea en el sumo creador, más para aquellos que perdieron la fe sólo existen las lágrimas de sí mismos.

Mis labios se congelan con el ambiente y me refugio entre sabanas y abrigos, puesto que mis pulmones son débiles y mi salud no es el exponente más fiel de una vida sana y balanceada.

Por lo mismo tanto mi nariz y mejillas se enrojecen, noto una tos leve que advierte con empeorar y mis fosas nasales lentamente se vuelven mocosas.

Un olor a café se cuela por mi nariz y escucho el toque leve en la puerta.

—¡Toc, toc!— dice animada quien no es mi gemela, pero tiene tanto de mis rasgos que podría serlo.

Claro, físicos respecto al rostro, comparando otros factores ella y yo no somos iguales, por ejemplo: Su cuerpo está mucho más desarrollado que el mío, posee un par de medidas voluptuosas y una estatura ligeramente alta. 

—Emilia ¿Buenos días?

—Sí, pudiste despertar a tiempo—menciona ella.

Emilia deja la bandeja con café sobre el escritorio y me da a entender que es para mí, antes de llevar el líquido a mis labios ella desordenado mi cabello y sonríe de una manera tan cálida que contradice al clima. A veces suele tomar el rol de hermana mayor, una parte de mí disfruta de esos gestos y la otra siente que no debería de ser así. 

—¿Eso qué veo ahí es un sonrojo, Emili?— pregunta ella.

—De que es-estupidez hablas— el tartamudeo ataca de manera leve.

—Me encanta verte feliz, siempre tienes unos ojitos tristes;— toma de mis mejillas y aprieta con sus dedos— eres tan linda cuando estás feliz, deberías de aprender a serlo más a menudo.

—Soy feliz— no miento.

Me encanta tanto estar aquí, pero amaría estar al lado de Helen, a su lado quizás sea más lindo estar... A su lado siento como mi corazón ejerce todas sus fuerzas para que mis latidos resuenen como relámpagos e impacten con fuerza en mi mente, para que todos los sentimientos de amor que puedo tener hacia él se adueñen de mí ¿Quién se cansaría de admirarlo? Él, todo en él, es tan complementario y perfecto en mi vida que el sólo hecho de no tenerlo a mi lado parece una tortura al nivel de la inquisición. Simplemente lo amo, sé, lo sé, que aunque se me sea imposible amar los actos inhumanos, si él fuera el generador de esa maldad yo estaría feliz de estar a su mismo nivel.

Sólo por ello no odio como mi descendencia me arrincona a ser una asesina desquiciada al mismo nivel de cordura que un internado de un psiquiátrico.

— Mírate no más, mira esa sonrisa de boba que ahora tienes ¿En qué piensas ternura?— pregunta la niña de quince años.

—En nada importante— digo yo, pero mi problemita al hablar delata todos mis nervios.

—¿En Helen?

El sólo hecho de escuchar como su nombre es pronunciado hace que mi cuerpo reaccione y mi piel se sienta más cálida que aquel café que hierve en mis manos.

—Que lindo es estar enamorada— expresa con ternura la enana quien no es enana.

—No... Es una tortura diaria— digo yo, pero ella me juzga con la mirada.

Asesinatos [Bloody Painter] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora