Especial VII.

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Tengo miedo, pero vivo de él.

—En el estado de California, en la ciudad de San Francisco, el pasado jueves se desmanteló una red de prostitución infantil tras un incendio en el edifico donde se llevaba a cabo este hecho; junto a una banda delincuencial que se encargaba de la distribución de droga en la zona y se han acusado como presuntos secuestradores de las menores.

»Las menores se encuentran en programas de ayuda médica y psicológica. Por el momento, se ha contactado con las autoridades capacitadas para su reubicación en sus respectivos países y el reencuentro con sus familiares; una de las menores se encuentra en cuidados intensivos en el hospital...

Me levanto de mi asiento y de un golpe apago el televisor que se encuentra en la sala de espera del hospital. Como última imagen se queda el rostro de la niña de ojos grises y cabello negro ¿De dónde la sacaron? No sé cómo alguien moribundo en una camilla de ambulancia puede dar un perfil tan magistral, pero como fuera, al salir del edificio le tomaron la foto.

Realmente odio esta mierda amarillista ¿Cuidados intensivos? Salió de ellos a los tres días de entrar ¿Reubicación de las menores? Lo máximo que han hecho es tenerlas en un jodido centro de atención. Más de uno sabía de ese edificio, y más de uno le importó un carajo hasta que se incendió. La prensa no hace más que hablar y hablar del tema ¡Claro! Su centro de atención es la niña sin información, que por cierto, es una belleza exótica ¿A la prensa le importa que ella encuentre a su familia? No, a la prensa le gusta el morbo de la chica con las costillas cortadas y la cara de muñeca ¡Qué Dios sabrá por cuántos habrá sido violada! Sólo eso, es una linda portada para los periódicos.

—¡Señorita, no puede apagar el televisor! ¿¡No ve qué otros están viendo las noticias!?— Me grita vete a saber quién, sinceramente no me importa.

Al sentarme e ignorar al productor de la protesta lo vuelvo a escuchar.

—¿No escucha? Al menos sea educada y de sus disculpas.

Suspiro, si fuera en otro momento no dudaría en sacar un cigarro y fumarlo hasta que mis pulmones se queden negros de nicotina, pero desafortunadamente estoy en un hospital y no puedo salir hasta ser autorizada para hablar con la niña Italiana.

—Maldita, perra— repite otra vez y se dirige al televisor.

Me levanto y suspiro más que hondo, trato de tener paciencia y me dirijo a él impidiendo su acto.

—Verá mi buen hombre, no se me da la gana de disculparme, y al parecer usted es el único morboso que desea saber más de una noticia que lleva una semana siendo narrada. Como podrá apreciar estoy hasta la mierda de estar en esta sala de espera escuchando las conversaciones poco interesantes de otros y siendo atenta de los disgustos de unos pocos. Deje el maldito televisor apagado, si cambia de canal sólo hablarán de esa noticia, ya que este lugar es lo suficientemente basura para no tener más que canales informativos, y verá, esa noticia me tiene hasta los huevos.

» Sí tanto le interesa las noticias le invito a ver las de la noche, porque ahora mismo me encuentro esperando una puta autorización para hablar con la niña que la prensa ha tomado como imagen publicitaria— señalo el televisor— Tenga la bondad y haga lo que hacen los demás ¡Esperar en silencio!

Tras una clara amenaza y haciendo uso de mi esencia como asesina el hombre vuelve a su lugar, me dispongo a hacer lo mismo, aunque soy interrumpida por una de las enfermeras que decide llevarme a la habitación donde se encuentra Emili.

Hola— le saludo.

Me siento en una silla cercana. Ella parece ausente, sin embargo, hay algo que me hace sentir lo mismo que con Slenderman o con Eyeless Jack, ese hecho que me hace recordar la existencia de nosotros como monstruos.

Asesinatos [Bloody Painter] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora