CAPITULO 5

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NARRA BITO:

Hoy tenía que cortar el césped en tres casas distintas. Sin embargo, acababa de llamar para reprogramar las citas, justo momentos antes de que Andy saliese corriendo del bosque en dirección a mi camioneta. Lo de anoche lo había cambiado todo. Necesitaba decirle exactamente cómo me sentía, pero no podía hacerlo en ese momento. Aún no quería tener esa conversación. Sólo deseaba disfrutar de su presencia. Íbamos a pasar el día en la playa, a mezclarnos entre los turistas. Quedar en la ciudad no era una opción. Al menos, hasta que Pedro regresara y hablara con él. No podía dejarla escapar. Ahora ya no. Por una vez en mi vida, no iba a quedarme de brazos cruzados mirando cómo Pedro lo conseguía todo. Necesitaba a Andy. La amaba de una manera de la que sabía que mi primo era incapaz. Abrió la puerta del copiloto y subió al coche. Dios mío, llevaba unos pantalones diminutos y un top más minúsculo todavía que me permitía entreverle el ombligo. La playa estaba a cuarenta y cinco minutos de distancia y así vestida conseguiría hacerme enloquecer.

-Buenos días -dijo con una sonrisa mientras se deslizaba junto a mí, con una pierna a cada lado del cambio de marchas. Todas mis preocupaciones sobre Pedro desaparecieron de mi mente.

-Buenos días, preciosa -respondí y me incliné para besarla. Suspiró y se arrimó un poco más, pasándome los dedos por el cabello. Tuve que hacer uso de todo mi autocontrol para separarme de ella.

--- ¿No quieres salir de aquí primero? -pregunté. Hizo un mohín, como si le hubiese arrebatado su juguete favorito, y se arrellanó en el asiento de brazos cruzados.

-¿Cómo te encuentras? -pregunté al salir a la carretera. Su hoyuelo me hizo un guiño y necesité toda mi fuerza de voluntad para seguir conduciendo y no detenerme para besar ese punto mágico.
-Estoy bien. Bueno, más que bien, estoy.. -Hizo una pausa y vi de reojo que se le encendían las mejillas con un bonito color rosa. No pude evitar reír entre dientes ante el rubor inocente de su rostro. Alargué el brazo, cogí con cuidado una de las manos que se estaba retorciendo y entrelace mis dedos entre los suyos, mientras me sorprendían las primeras señales de mi deseo de posesión exclusiva.

-¿Te duele? -pregunté. Tenía entendido que las vírgenes a veces se sentían un poco doloridas después. Pero Andy había sido la primera virgen con la que había estado. Hizo gesto de negar con la cabeza y su rubor se acentuó.

-Tal vez un poco. -Lo siento -respondí, sintiendo mi deseo de protegerla como una punzada en el pecho, perfecto para acompañar al deseo de posesión que se estaba encabronando en mi interior. Estaba convirtiendo mis entrañas en una zona de combate. Levantó la vista para mirarme y dijo con una sonrisa tímida:

-Yo no.------- Dios mío!!!, la amaba. Me rodeó el brazo con los suyos y apoyó la cabeza en mi hombro. Fue una de las pocas ocasiones en las que detesté conducir con un cambio de marchas manual. Habría preferido seguir así, sin tener que mover el brazo.

-Dime que te has puesto protector solar -comenté, echándole un vistazo a su piel apenas bronceada. El sol de la playa era intenso incluso para las personas de piel curtida. Soltó una risita y asintió con la cabeza. Todo iba bien en el mundo. Cuando salí a la autopista en dirección sur, dejé la mano entre sus muslos y me dispuse a disfrutar del trayecto. Normalmente, no me gustaban las playas repletas de turistas. Pero ese día era diferente. No me molestaban todos los que estaban en la playa....,..Verla reír y jugar mientras nos sumergíamos bajo las olas me hacía sentir como si los años que habíamos pasado separados hubieran desaparecido. Sólo existían el entonces y el ahora. El tiempo perdido entre ambos se había esfumado. Junto a ella me sentía completo. Andy era la persona que me había mantenido íntegro mientras mi mundo se derrumbaba a mi alrededor. Y verla en ese biquini estaba teniendo sus efectos en mí.

¡h€y cHic@ rud@!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora