CAPITULO 11

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—No creo que haber mentido a tu hijo durante toda su vida sea una buena noticia.---- Honey tiró de un taburete y se sentó poniendo los ojos en blanco, como si creyera que yo era excesivamente melodramática.

—¿Para qué has venido, Andy? Ríñeme. Acúsame. Júzgame Adelante. No pasa nada, estoy acostumbrada. Pero después acuérdate de pasar por la casa de tu antiguo novio y darle el mismo trato al padre de Bito, ya que estás puesta. El tango se baila en pareja. ---

—No he venido a juzgarte ni nada de eso. Estoy aquí porque me preocupa Bito. Si me lo hubieras contado, habría ido a buscarle.

—No tenía derecho a explicarlo. Cuando se lo conté a los chicos, se convirtió en su historia. Cuando quisieran contárselo a alguien sería decisión suya. No mía. Además, ¿de qué sirve buscar a quien no quiere que le encuentren? No sirve de nada-----. Crucé el bar y me senté en el taburete de al lado. Honey había sabido desde el principio que Bito no se estaba escondiendo de sus problemas. No estaba huyendo. Estaba lidiando con una noticia bomba que le había cambiado la vida.

—¿Por qué me dejaste creer que había huido de mí? ¿O de Pedro? — pregunté mientras buscaba en su semblante alguna señal de remordimiento.

—Porque es mejor así. Siempre serás un muro entre los dos y ahora mismo se necesitan más que nunca. Tal vez no sea la madre perfecta, pero quiero a mi chico. Sé que necesita a su hermano. Tú eres dulce y honesta. Me gustas, de verdad que sí. Eres completamente distinta de lo que pensaba. Pero no eres buena para los muchachos. Te necesitan fuera de sus vidas para poder cerrar ese cirulo y encontrar la manera de afrontar la situación.------- Era verdad. Siempre sería un obstáculo que les impediría arreglar las cosas. Quería a Bito. Lo quería lo suficiente como para dejarlo marchar.

—Tienes razón —respondí. Honey alargó la mano y me dio unas palmaditas afectuosas en el brazo. —Eres una buena persona y tienes un gran corazón. Tu madre te educó bien. Agradezco de veras que Bito tenga tu amor. Me hace sentir bien saber que alguien como tú pudo quererle.----- -------Gracias.----- Me puse de pie y envolví a Honey entre mis brazos. Se puso rígida, pero acabó relajándose y me devolvió el abrazo. Me pregunté si alguna vez la habrían abrazado. Le di un último apretón antes de soltarla.

—Gracias por hacerme compañía esta semana —dije a través de las lágrimas. Me ofreció una sonrisa triste; sus ojos de color avellana también estaban empañados.

—He disfrutado de estas tardes contigo. Me despedí de ella y me dirigí a la puerta.

—Ha vuelto a la ciudad.. Le di tus cartas------. Apreté el pomo de la puerta y me quedé mirando la vieja puerta de madera. Tenía que dejarlo marchar. Preguntarle dónde estaba y cuándo había vuelto sólo lo empeoraría. Tuve que hacer uso de hasta la última gota de mi fuerza de voluntad para girar el pomo y abrir la puerta. Era hora de volver de casa.

—Andy, cariño, ¿estás ahí? —dijo mi padre inmediatamente después de llamar a la puerta. Eché un vistazo al reloj de mi mesita de noche. Eran más de las ocho y mi padre acababa de llegar a casa, lo que era poco habitual. —Sí —respondí. Abrió la puerta y entró en mi habitación. Tenía marcas de cansancio en la cara, como si hubiera pasado una tarde de mucho estrés.

—¿Estás bien? —pregunté recordando la última vez que mi padre había venido a verme preocupado a mi cuarto.

—Sí, estoy bien, sólo quería hablar contigo de una cosa —contestó, y se sentó en la silla púrpura de delante de mi cama. Parecía que se estaba preparando para una larga conversación. Nunca se sentaba en mi silla púrpura.

—esta bien —repliqué. Su comportamiento extraño empezaba a ponerme nerviosa.

—Pedro y tu han roto. —Sonó como una afirmación, no como una pregunta. De modo que sólo asentí para confirmárselo. » ¿Han hablado de algo últimamente? ¿Quizá sobre su familia? ¿Cómo se había enterado? Amenos que -----

¡h€y cHic@ rud@!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora