Capítulo 10 - Lo interesante de la ignorancia

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Glass estaba dormida plácidamente sobre su colchón individual y, a pesar de ser pequeña, tenía ronquidos más propios de un oso que de un poni. Cualquiera, por causa de esos bufidos constantes, perdería el sueño junto con la paciencia al instante, sin embargo, el Dr. Healer no los escuchaba, aunque tampoco escuchaba nada más pues traía unos grandes tapones para los oídos; a su parecer, era la única forma de oír sus pensamientos cuando ya estaba avanzada la noche, y también la única forma de aplacar las ganas de amordazar a su compañera de cuarto.

El terrestre, concentrado, trabajaba en un modelo a escala de un dirigible. La eficacia de sus cascos de cirujano quedaba más que demostrada con lo detallado de la maqueta, pero cuando estaba a punto de poner una pequeña pieza en un timón diminuto con unas pinzas en su hocico, su escritorio comenzó a temblar. Primero fueron unas leves sacudidas molestas, luego, se vio obligado a sostener el modelo.

«¿Qué está pasando?», pensó irritado el médico mientras volteaba hacia atrás. Para su sorpresa, descubrió a Glass sentada en su cama y mirando hacia la puerta; algo le llamaba la atención a la unicornio.

Healer se quitó de inmediato los tapones, entonces pudo percatarse de lo que estaba pasando.

—¡Doctor! ¡Doctor! —gritaba al parecer un potro desde afuera del cuarto entre golpes a la puerta, golpes capaces de sacudir los estantes de madera.

La científica tenía la crin tan esponjosa como despeinada, apenas despertaba, pero todo ese ruido la forzó a despabilar. —Ya voy —replicó andando con flojera. Al abrir la puerta, la causa del escándalo le tomó por sorpresa—, ¿Wind? —preguntó tallando uno de sus ojos ámbar—. ¿Pasa algo?

—¡Vaya! —exclamó Healer mientras escupía las pinzas en su escritorio—, no esperaba verte arrepentido tan pronto. Iré esterilizando la sierra.

—No es sobre eso —replicó el chico—, necesitamos un médico, alguien está muri... muy enfermo.

—¿Quién? —preguntó Glass un tanto confundida.

—Es mi hija —de detrás del joven cartero, Summer Leaf hizo aparición—, nadie puede curar su enfermedad y empeoró de la nada hace unas horas. Me dijeron... —la elegante yegua de ojos verdes, se sentó en el suelo y tapó su cara con los cascos tratando de no romper en llanto por enésima vez—, me dijeron que no pasará la noche.

—Tranquila —dijo Glass de forma amable—, el doctor Healer es de los mejores en toda Equestria, él seguro podrá curarla. ¿Verdad?

La científica volteó a ver a Healer esperando encontrar a un poni molesto por interrumpirlo en sus actividades; nada más fuera de la realidad. El semental color amarillo, contra todo pronóstico, sacaba tanto medicamentos como equipo médico de entre sus cosas para luego acomodarlo en sus alforjas.

—Voy a necesitar que me diga sus síntomas, el tiempo de la enfermedad y cualquier actividad que tuviera la niña durante ese tiempo. No omita nada; aunque parezca sin importancia.

La científica tuvo que cerrar su quijada con un casco, simplemente no lo podía creer. —Permítanme un segundo —dijo esbozando una sonrisa forzada, después tomó al doctor de una pata y se lo llevó tras la cortina blanca, en donde estaba la máquina de fotografía láser.

—Oye, tranquila —rechistó el Dr.Healer—, hay una niña posiblemente muriendo allá afuera.

—No te preocupes, esto solo durará unos segundos —contestó Glass para luego preguntar de forma inquisitiva:—, ¿qué tramas?

—Nada, a veces soy caritativo y me gusta ayudar a los demás solo porque sí.

—Sí, claro, y yo seré la siguiente princesa de Equestria. Habla, ¿qué te traes entre los cascos?

Metal Ligero (My Little Pony FM, Fanfic) (Tipo 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora