Capítulo 31.

1.9K 127 0
                                    

—¿Aún sigues pensando que perderé?— le pregunté a Jos riendo.

—Debo aceptar que me sorprende.— dijo incrédulo. — ¿Y qué es eso?— pregunto señalando con la mirada la caja blanca.

—No lo sé.— contesté sincera mientras tomaba la tapa para abrirla, al ver el contenido me fue imposible no reír, eran las botas que había tirado ayer.

—Esta loco si piensa que tú usarás esas.—dijo seguro Jos.

—Yo las compré.— le dije y sus ojos se abrieron como platos.

—Imposible.

—De verdad— reí.— ayer me dijo que yo no era su tipo y las compré.— le expliqué.— según él aún así seguía sin agradarle y cuando llegue a mi casa las tire a la basura— Jos negó con la cabeza.

—Ese tipo está pisoteando a ____ Smith— rió.

—Por ahora.— sonreí.— me las cobraré todas Jos.

—Ay, ahora si quedaste linda.— era hipocrita voz — ¿Qué vendrá después? ¿Pantalones rasgados y chaqueta de cuero negro? — soltó una carcajada.

—Olvide que querías los zapatos—hice una mueca — Pero seguro que los encuentras en el basurero del segundo piso.— seguí caminando sin siquiera voltea verla, no me interesaba ponerme a discutir ahora.

Las clases pasaban rápido, me era difícil poner atención tratando de encontrar el motivo por el cual Pimentel quería verme en la salida, siendo que no paraba de decir 'alejate de mi'.

Era divertido ver como todos se sorprendían ante la ausencia de mis tacones, había sido un cambio drástico.

Finalmente el último timbre del día y la 'fabulosa' profesora no se cansaba de hablar. Típico, quieres salir temprano y los maestros se les ocurre quedarse más tiempo, la maestra cerró su boca y por fin nos dió la salida, junte mis libros para poder ir al casillero y dejar los que no necesitaría para hacer tareas.

Habíamos sido el último salón en salir, seguramente Joel se habría ido, algo desilusionada... Salí del edificio de verdad quería saber si se quedó.
Bajaba las escaleras del edificio cuando logré verlo, estaba sentado en una de la bancas de la acera del plantel, viendo hacia el estacionamiento.

Sus codos estaban recargados en sus rodillas donde se estaba su chaqueta, ahora solo vestía camiseta blanca, la blanca y provocativa camiseta.

Me acerqué procurando no hacer ruido, logré mi cometido y lo abrace por la espalda, se sobresalto un poco pero al darse cuenta de que era yo, no se movió.

—Aceptálo de agrado— le susurré en el oído y después bese su mejilla.

—Basta.—dijo serio, poniéndose de pie tratando de liberarse de mi abrazo.—Sabes bien lo que pienso de ti.— rodeé la banca para acercarme a él.

—Y quiero cambiarlo...— le dije seriamente.— ¿No te das cuenta?

—Lo que no entiendo —nego con la cabeza— ¿Por qué conmigo?, ¿qué no puedes seguir a otro de los cientos de chicos aquí?—dijo con fastidio.—Por enésima vez, aléjate de mi, búscate a otro y así los tres salimos ganando.—Paso su mano por su cabello ondulado.

—Me agradas. Si, si puedo seguir a cualquier de los otros chicos de aquí pero... No quiero.— respondí a sus preguntas.

—¿Por qué?

—Porque cualquiera me diría que si a la primera — reí.— y dicen que lo que llega fácil, fácil se va.— acomode mi bolsa en mi hombro.—Pero no te molestaré más, como te dije hace rato ya fuí suficientemente rechazada — intente sonreír— Rompiste récord Pimentel — suspire.— ¿Era para eso que querías verme? — que patética, yo esperaba que fuera para decirme que está enamorado de mi y quiere gritarlo a los 4 vientos. Exagerada, No, ¿Como creen?

—No, no, no era para eso.— dijo con un tono más suave.— Era para...— comenzó a hablar pero al parecer se arrepintió.— Para nada, olvídalo.— saco sus llaves de su bolsa, y tomo su mochila que estaba aún en la banca.

—Vamos dime.— insistí antes de que comenzara a caminar.

—No.— volvió a negarse.

—Necesitas mi ayuda...— alargue risueña y su mirada cayó al piso.—Dime, no le diré a nadie que me pediste ayuda — reí y puso los ojos en blanco.

—¿Podrías cuidar a Lizzy y a Chris por unas horas?

—¿Qué no era que no querías que se relacionen conmigo?— pregunté divertida.

—Sabes, olvídalo — dijo molesto y comenzó a caminar.

—¡Hey, hey!— comencé a caminar detrás de él y lo tome del brazo.— Renta un sentido del humor.— le dije mientras lo volteaba hacia mi.— Claro que los cuido.— sonreí.

—Gra...graci..

—Si no lo quieres decir no lo hagas, no es necesario — lo interrumpí  ante su dificultad para agradecerme.

—Tengo que ir a la tienda, tengo tres días sin ir y él que los cuidaba mientras yo no estoy, no estará, llegaré cerca de las ocho, ¿Está bien?— asentí pérdida en esos ojos tan bellos.— Ten.— me entregó las llaves de la casa.—Entonces...nos vemos en un rato.— se dió la media vuelta para caminar hacia su motocicleta.

chico rudo.-J.P 2/2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora