14-Forgiveness

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Capítulo dedicado a 5Cielos y Falling_onbooks

Inocente.

Así es como me declaró el juez. Inocente porque yo estaba demasiado débil para descuartizar a... A mis propios amigos.

Me pusieron bajo la mirada de una doctora especial. Ésta viene de vez en cuando a mi casa para encontrarme o llorando, o tirada en el suelo, en shock.

Felicity estaba teniendo mucha paciencia conmigo. Era una doctora especial, pero no actuaba como tal. Se llevó las llaves de mi apartamento y aparecía casi todos los días para darme de comer y bañarme.

Era una doctora y a la vez psicóloga, así que poco a poco me obligó a explicarle todo. Yo di por sentado que no me creería y ella me suplicó el no contarle nada a nadie sobre Romeo, ya que podrían tacharme de loca y meterme a un manicomio.

Me hizo prometerlo, sabiendo que yo nunca rompía una promesa, ya que empezaba a tener pensamientos suicidas.

Le informé sobre las dos chicas que estaban en el psiquiátrico. Nora y su hermana. Le dije todo.

Le conté desde la charla que tuve con Nora, hasta la noche en la que abrí la puerta del infierno, al querer entrar en el jodido juego.

Ella me escuchó atentamente, sin lucir sorprendida. Y yo le pedí que me dejase sola cuando terminé de hablar, ya que no soportaba ver su cara de compasión.

Compasión porque tal vez era una demente según ella, que está todavía afectada por la muerte de sus amigos.

Me ponía a gritar cada vez que me encontraba a oscuras. De día, las cortinas tenían que estar abiertas y las ventanas, abiertas. Y por la noche, todas las luces encendidas.

Todas. Toda la noche.

Yo no era capaz de hacer nada por mí misma. No era capaz de hacer nada.

Fue la segunda semana de la muerte, por la noche, mientras estaba tumbada en el suelo, mirando el techo, que algo se activó dentro de mí.

Eran cerca de la una y media de la madrugada, pero el sueño aún no se apoderaba de mí. Ni en los sueños podía escapar.

Los rostros destrozados de mis amigos me perseguían, culpándome de su muerte.

Pero esa noche fue diferente. Cerré los ojos y al abrirlos, ya no estaba en mi habitación. Estaba soñando al parecer, pero me sorprendí de lo rápido que me dejé ir.

Estaba sentada en un sofá, y de repente estaba de pie.

Todo a mi alrededor era oscuridad, pero cuatro figuras aparecieron a mi alrededor, formando un círculo.

Éstas figuras eran de luz. Sus rostros eran los de mis amigos, pero el resto del cuerpo casi no se podía percibir.

-Dejadme en paz. Por favor, estoy harta. No merezco perdón, no lo merezco...

Caí de rodillas, ante sus miradas profundas.

-No fue tu culpa, Betty. No lo fue- no me levanté.

Seguía doblada sobre mí misma, negando y sollozando.

-Betty, cielo. Escúchanos, no tenemos mucho tiempo contigo- la voz de Ally hizo que me tensara.

Levanté la cabeza para verlos a todos acuclillados a mi lado.

La cara de Fred transmitía una paz increíble. Una paz que por mucho que no mereciera, se expandió por mi interior

-Estás perdonada, Betty. No fue tu culpa. Nosotros también quisimos entrar en ésto. No es culpa de nadie, Betty. Deja de matarte.

-Mi mal... Lo que hice, no merece perdón, Fred. Yo os maté, yo...

-No- sollocé cuando la mano de Sasha ahuecó mi lado derecho de la cara- No nos mataste. Fue él. Pero ahora tienes que escucharnos, Betty. Él no es quien parece ser.

Frunzo el celo, mirándola.

-El peor de los males es creer que los males no tienen remedio, y el mal de él, es doloroso. Él necesita descansar en paz, Betty- Ally me mira seria.

Frunzo el ceño más intensamente, no entendía nada.

-¿Que le ayude? ¿Que ayude a ese monstruo, a esa... Bestia? ¡Él os mató! ¡Él acabó con vuestras vidas! - mi voz salía rota.

-Estás destinada a él, Betty. Tu hilo rojo está atado a él- miro a Sasha como si se hubiese vuelto demente- No le temas. Ese fue el error de todos, Betty. No temas. No, temas.

Las figuras empezaron a ser menos visibles y yo empecé a alterarme, ya que no podía agarrarlos.

-Chicos, esperad. ¿Qué queréis decir con ésto? ¡Él es el demonio, él es el mal! ¿Pretendéis que ayude al mal?

Cerraron los ojos y se fueron desvaneciendo.

Entonces mis ojos se fijaron en la figura que estaba aún visible, detrás de mí.

Mis ojos se empañaron y llevé mi mano a mi boca, ahogando un sollozo.

-Brady... Lo siento tanto, lo siento tanto...

Su mano viajó a mi cabeza e hizo una leve presión que me hizo cerrar los ojos.

-La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso vive intensamente cada momento, antes de que el telón baje y la obra termine sin aplausos- su voz fue desapareciendo, poco a poco.

Abrí los ojos, y allí me encontraba, mirando el techo.

Me senté lentamente y limpié las lágrimas de mis mejillas. No sollozaba, pero el líquido allí yacía.

Me levanté lentamente, sintiendo una fuerza interior que me sorprendió. Ésta semana estuve muerta, mi alma había dejado de emitir su energía, pero ahora había vuelto.

Tenía mi alma de vuelta. Y sentía que era capaz de todo. Caminé hacia el espejo que tenía de cuerpo entero, sólo para asegurarme de que la marca aún estaba ahí.

Cada vez que paso las llemas de mis dedos por las letras que me marcó con aquel tubo oxidado, me entra un escalofrío.

Así es. Eran letras, y no simples heridas hechas al azar.

Me escribió su nombre sobre mi estómago. Recuerdo cuando me enteré hace una semana. Estuve devolviendo hasta mis órganos en el baño.

Bajé mi camisa negra y giré lentamente para enfocar mi mirada en el interruptor de la luz.

Estaba preocupada, porque desde la noche en la que aquella masacre sucedió, no le he vuelto a escuchar ni ver.

No sabía si eso era bueno o malo. Ya que podría haberse cansado y haber desaparecido, o tal vez está aguardando para dar su próximo golpe.

Caminé lentamente hacia el interruptor de la luz. Mis dedos acariciaron los extremos lentamente.

Dudaba en lo que iba a hacer. No sabía si estaba segura de querer enfrentarlo después de tanto. Lo que sí tenía claro era que si apagaba el interruptor, apagaba mi círculo de seguridad.

Justamente cuando iba a apretarlo, para sumergirme en la oscuridad, escuché el sonido de unas llaves.

Salí al pasillo, para quedarme cara a cara a la puerta de entrada. Ésta se abrió y apareció una agitada Felicity.

Traga saliva y yo frunzo el ceño.

-Han atrapado a Romeo, Betty.

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