CAPÍTULO 4

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La señora Tiana ya regresó a Nueva York, tenía trabajo por hacer y me ha dejado con el señor Roth.

Es un señor amable, aunque no puedo negar que me mira de una manera intensa, y no me gusta. 

Ya me enseñó el jardín, quedé maravillada con tanta belleza, ahora estamos dentro de la casa. 

- Te voy a mostrar ahora la cocina, luego la sala, los lugares donde no puedes ir y por último tú cuarto. - Sonríe. Asiento y lo sigo. 

Entramos a una enorme habitación  y me enamoro de la cocina. Es hermosa. 

Tiene una isla central de mármol negro donde se encuentra la estufa y dos asientos, que a mi parecer valen más de 650 dólares. Al fondo, incrustado en la pared dos hornos y una nevera enormeee. Creo que una persona entra y puede dormir ahí cómodamente. Al lado de estas una alacena en madera muy sofisticada, y ni se diga del suelo que estoy pisando. 

Al parecer toda la casa contiene madera fina; en las paredes, piso, salas de estar ( sí, salas, pude notar 2) y quien sabe que otras cosas. 

- Esta es la cocina como puedes ver. La alacena está llena, no tienes que preocuparte por víveres. - Asiento y me indica otros cuidados y lugares. 

Luego de pasar por su oficina, las 3 salas de estar, el patio, la habitación donde se encuentran los productos de aseo y el cuarto de lavado, nos dirigimos al segundo piso.    

Hasta las escaleras son sofisticadas, todo, podría decir que la gran ventana en vidrio de la segunda sala de estar cerca al patio es carísimo. Este señor se da sus lujos. Y aún no veo niños o una señora. Así que supongo está soltero.                         

Subimos y como me quedo atrás, se acerca y pone su mano en mi espalda baja, eso me hace estremecer y querer alejarme un poco. 

- Vamos - Camino y me enseña su enorme cuarto y las dos habitaciones de huéspedes. Pero una habitación llama mi atención, ni siquiera la menciona y no intenta mostrármela. Supongo está dentro de los "lugares donde no puedo ir" y lo respeto. - Ahora iremos a tú cuarto, allí puedes acomodar tus cosas en el closet. 

Sonrío mientras me guía por el pasillo del segundo piso pasando por todas las habitaciones de nuevo, hasta llegar al fondo, donde hay una hermosa ventana con flores, al parecer le gustan. 

Luego me hace voltear hacia la derecha, donde hay unas escaleras, subo y el se encuentra atrás de mí, siento su mirada en mi cola y por primera vez siento un poco de miedo. Llegamos a la puerta después de las escaleras y entramos. 

Este cuarto es mi apartamento completo, es enorme. Tiene una cama grande que se ve muy cómoda, al lado, una pequeña mesa. También tiene  una ventana pequeña con flores, un espejo de cuerpo completo cerca al gran closet empotrado. 

- Y aquí está el baño - Me señala una puerta frente a la cama, la abro y me sorprendo al ver lo impecable y brillante. Aunque no lo voy a negar, nunca vi una casa tan elegante y limpia. - ¿Te gusta? - pregunta y asiento. 

- Sí señor. Así estoy cómoda. 

- Okey. - va a dar media vuelta pero se arrepiente - Respecto al contrato, acompáñame. 

lo sigo hasta su oficina. Es muy grande, tiene una biblioteca. Me acabo de enamorar de su biblioteca. 

Toma asiento y me pide que haga lo mismo. Así que obedezco. 

Me tiende unas hojas que supongo son las del contrato. Leo detenidamente,y sé que el señor Roth está mirándome; pero lo que más me sorprende es la parte donde menciona que queda prohibido el uso del celular. 

- ¿Por qué está prohibido el uso del celular?- El no parece sorprendido con la pregunta. 

- Porque sin él, serás más eficiente. - No puedo creerlo, soy muy eficiente con o sin celular. 

Continúo leyendo y al parecer no hay nada raro, así que acepto y firmo el contrato. 

El sonríe. 

- Muy bien, ya está hecho. - Me recibe el contrato - mañana en la mañana encontrarás el uniforme que debes utilizar. Y te recomiendo entregarme el celular ahora.- Abro los ojos,No, no.-

-¿Ahora?- Sonríe

-sí. 

-Pero debo llamar a mi mamá para decirle que estoy bien- Creo que no le importa. 

- Mañana le enviaremos una foto tuya, si quieres ahora, así sabrá que estás bien. - Mi mamá ni siquiera sabe que estoy en Italia, piensa que estoy en Londres. Mierda. 

- Pero..-

- Ningún pero, hace parte del contrato y debes obedecer. - Mierda. Busco el celular en mi bolso y se lo entrego. 

Esto no me gusta, pero no hay vuelta atrás. Lo hago por ellas, necesito el dinero. 

-Bien, ahora puedes ir a descansar, ya sabes donde queda tú cuarto- Se levanta para abrir la puerta y me levanto. - Que tengas una linda noche Ailey. - Su sonrisa maliciosa no me gusta. 

-Igualmente señor Roth. - Salgo casi corriendo de allí sintiendo su mirada sobre mi cuerpo. 

Espero que mañana las cosas sean buenas. 




Anoche, no fue la mejor. 

No pude dormir, mamá debe estar preocupada, aunque el señor Roth me informó anoche que le había enviado una foto mía mientras caminaba por las escaleras. 

Lo sé, algo miedoso, pero algo es algo. 

Entro al cuarto de baño, es grande a comparación del baño de mi apartamento. Me desvisto y entro a la ducha. 

El agua calentita moja mi cuerpo y trato de relajarme, hoy es mi primer día de trabajo y debo ser eficiente. Jabono mi cuerpo y luego lo enjuago. 

Termino, envuelvo mi cuerpo en una de las toallas que había en el cuarto y salgo. Voy al closet, pero antes le doy una última mirada a mi cuerpo, está delgado, demasiado. Y pensándolo bien, no he comido nada, debo alimentarme. 

Niego tratando de olvidar lo delgada que estoy y abro el closet llevándome una gran sorpresa. 

Los uniformes, no sé si llamarlos así, son diminutos, muy destapados a mi gusto, no me gustan. Pareceré una actriz porno, es más, ni ellas se ven así. 

Abro un cajón y me encuentro con la ropa interior. Abro mi boca al sorprenderme por lo que hay ahí. ¿Que pasó con mi ropa interior y ropa normal? 

- Veo que ya descubriste la ropa. - Me sobresalto y veo al Señor Roth en el marco de la puerta, ¿En qué momento llegó? 

- No voy a utilizar esas cosas - Señalo toda esa ropa y el se ríe mientras se acerca. 

-Claro que lo harás - Me toma por sorpresa cuando toma mi cuello un poco fuerte. Me tensiono y el lo nota. - Eres a partir de ahora mía y harás lo que Yo diga - Mientras pronuncia estas palabras cerca de mi boca aprieta el agarre y empiezo a sentir miedo. ¿En qué me he metido? Tiemblo y comienzo a sentir que el aire se va - ¿Entendido? - Asiento como puedo pero no me suelta, aprieta aún más y siento que voy a morir. Comienza a faltarme aún más el aire. - ¡SI SEÑOR!- Tiemblo y como puedo hablo.

-Si... señor- Me suelta y toso con desesperación, no puedo dejar de temblar y lágrimas amenazan con salir. Jamás me habían tratado así, mi mamá nunca me pegó, siempre fui juiciosa y obediente. 

-Bien. Te veo en la cocina. Espero mi desayuno. - El muy cínico me sonríe y se va. 

Lloro mientras vuelvo mi vista al cajón del closet. 

Con mis manos temblorosas saco el primer conjunto de encaje que hay. Es rojo, la tela es suave y muy fina. El brassier es de mi talla y las bragas tipo tanga. Jamás he utilizado ropa interior de este estilo. 

Me las pongo y luego me miro en el espejo. 

Delgada, ojos llenos de lágrimas, cabello desordenado, cuello rojo y con marcas de dedos y con ropa interior que no es de mi estilo.

¿Esa es mi nueva yo? 

SÁLVAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora