CAPÍTULO 17

786 35 0
                                    

AILEY RIDDLE

Mi nariz sangra. 

Tengo morados en mis pómulos, en mis costillas, piernas, brazos, en todo mi cuerpo.

Me ha golpeado hasta dejarme casi inconsciente y luego me ha manoseado toda. Ya se dio cuenta que no estoy pura como cuando llegué y se está preparando para violarme, eso es lo que ha querido desde que me vio entrar por esa enorme puerta. 

Sigo atada, pero esta vez, mi culo está prácticamente en el aire y mis piernas atadas a un estilo de columna, están abiertas, prefiero morir antes que ser violada por él.  Pero ni eso puedo hacer. 

Solo quería tener un buen trabajo, conseguir los remedios de mamá, tener en una buena escuela a Katya, darles un mejor futuro, un mejor techo, más comida, solo quería tenerlas bien. 

Pero todo salió mal, Todo. 

Llegué a un infierno y les causé peligro a mi familia. 

Solo quiero que esto termine, solo quiero estar en paz.

-Hola cariño, ¿estás lista? - Roth se posiciona en medio de mis piernas. 

-Para ti, jamás.

-Vamos cariño, te daré la mejor follada de tú vida.

-La peor - Escupo a un lado y lo miro. Eso parece enfadarle y me abre más mis piernas. Duele. 

-Ahhh.

- No quieres por las buenas, pues tendrás por las malas. 

No, No,No. 

ROGER FOTHEN

Aquí estoy, frente a la mansión del maldito Roth. Reforzó la seguridad el muy maldito. 

Pero está quebrado. Papá le quitó toda su fortuna, quedará en la calle, sin nada, sin nadie. 

Mis hombres le disparan a los hombres de Roth, entro a la enorme casa y comienzo a buscar junto con Raphaël en cada cuarto de esta maldita casa. 

Cocina, nada. 

Salas de estar, nada. 

Comienzo a desesperarme, Ailey, ¿donde estás?

-AHHHH, NOOOO- Escuchamos un grito y sé de quién es. Ailey. 

Raphaël se me adelanta y yo voy tras él, pero me gana en velocidad. 

El abre una puerta de una patada y dispara. 

Mierda. 

Corro y cuando entro siento morirme.

Ailey está atada sobre una cama, completamente desnuda y Roth está tirado en el suelo, quejándose de dolor, pues recibió un tiro en una de sus piernas.

-Buen tiro Rapha - entro y me acerco a Ailey, la desato y la ayudo a levantarse. 

Está moreteado su bello cuerpo, con sangre su preciosa cara y lágrimas. 

-Oh, mi Ailey. - Ella me abraza, está temblando. 

-Viniste - Y llora, la dejo llorar. - pensé que no vendrías, tenía mucho miedo... él casi me vi...- Pongo un dedo en su bonita boca.

-Pero no lo hizo cariño - La abrazo - Ahora estás conmigo. - La alejo un poco y me quito la camisa y se la pongo - y prometo no soltarte jamás. - La beso. 

La amo.

AILEY RIDDLE

Estoy en el hospital junto con Erika, Roger no está, dijo que tenía que hacerse cargo de un asunto, pero no me ha dicho cual. Junto a mí está la señora Morgan. 

-¿Cómo te sientes cariño?- me pregunta como por quinta vez. 

-Estoy bien, gracias.

A Erika le pusieron dos puntos y a mí, igual. Nos limpiaron las heridas y ya estamos apunto de salir. 

Llegamos a casa y me siento en el sofá. La mamá de Roger ha sido muy atenta, es muy querida. 

Erika se sienta a mi lado y la señora Morgan se va a traernos agua. 

La puerta se abre y cuando vemos a Ro entrar junto con Raphaël, pero casi grito cuando veo a Raph untado de sangre, él parece caer en cuenta que miramos y Roger se adelante. 

-Ailey cariño, ese hijo de puta no volverá a molestarte jamás, Raphaël se hizo cargo de él, por eso esas manchas...

Me quedo sin palabras. Entra la mamá de Roger y también se queda sin palabras.

-Señorita Erika, señora Morgan, tengo órdenes de el señor Paul de llevarlas a casa - Ellas asienten. 

-Adiós querida - la señora Morgan me abraza y luego Erika. - Cuidate.

Luego se despiden de su hijo. 

Se van y quedamos solo Roger y yo. 

él se acerca a mí y no se lo impido, pues hizo lo correcto. 

- Hicieron lo correcto - Roger asiente - Roth no lastimará a ninguna otra mujer. 

El sonríe. Me acaricia con sus manos las mejillas y me agrada.

-Sentí morir cuando te vi ahí, vulnerable y con todas esas heridas. - sonrío y le doy un beso.

-Pero ya estoy bien, estoy aquí contigo.

El sonríe, amo su sonrisa, es tan hermosa. Todo en él lo es.

él me besa, pero esta vez es con deseo, con necesidad y yo lo sigo, pues también lo necesito. Fui casi violada, sí, pero no tengo miedo, ya no. No de Roger. 

Nos besamos con más pasión. él me quita la blusa, luego el sujetador, pero se detiene. 

-Ven cariño.- Me lleva a su cuarto y allí continúa. Me besa las mejillas,los ojos, la nariz, la frente, luego el cuello, los hombros, besa cada uno de mis morados, besa mis senos y baja a mi estomago, dejando un camino de besos. 

Desabrocha mi pantalón y lo baja, luego hace lo mismo con mis bragas. Besa mis piernas y luego deja un suave beso justo ahí, donde deseo que esté. 

Se levanta, me besa pero lo detengo. 

-Ahora es mi turno.

Quito su camisa y beso su cuello, su perfecto pecho, su abdomen marcado. Desabrocho su pantalón y lo bajo, me arrodillo, él me ayuda un poco con su pantalón;luego bajo sus boxer y lo dejo desnudo frente a mí. 

Agarro su miembro, pero aún no soy capaz de hacerle felación, así que dejo un suave beso y me levanto. 

él me penetra con mirada, me besa y me tumba en la cama. Me abro para él. 

él, acomodándose en medio de mis piernas acomoda su miembro en mi entrada y me penetra muy despacio. Gimo. Luego, empieza a moverse con ímpetu dentro de mí. Ya no hay miedo. Sé que no me lastimará. 

Se mueve, dentro, fuera y siento estar en otro mundo, donde solo estamos él y yo. Juntos. 

Una, dos, cinco estocadas y todo mi cuerpo vibra. Arqueo mi espalda.

Roger se detiene, agarra mis piernas y las coloca sobre sus hombros y continúa con su delicioso pero tortuoso movimiento. Se acerca y me besa, duele un poco, pero a medida que se sigue moviendo el dolor se va y llega como protagonista nuevamente el placer.

Cada estocada genera olas y olas de placer y cada tacto hace que mi piel se herice. Me encanta.

Pero cuando ya estamos por venirnos, baja mis piernas y hace que las envuelva alrededor de su cadera, una, dos, cinco estocadas más y llegamos al clímax y cuando estamos en ese punto donde se toca el cielo susurra dos palabras que sé que son muy ciertas.

-Te amo.

Y le digo tres palabras que también siento.

-También te amo.  

Estaba rota, herida, pero ya no lo estoy. Él me sostuvo entre sus brazos para que no cayera y desde ese momento, prometió jamás soltarme. 

Y por primera vez, sé que tendré paz y seré muy feliz.

FIN

SÁLVAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora