CAPÍTULO 12

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- Cuéntame Ailey, ¿De dónde eres? - Pregunta muy entusiasmada Erika. 

- Erika, por favor - A Roger parece no gustarle su interrogación, pero a mí, me agrada. 

- Tranquilo Roger - Pongo mi mano en su brazo para tranquilizarlo, pero un raro hormigueo recorre mi piel y el parece sentir lo mismo. Alejo mi mano y le sonrío. - Soy de Nueva York, allí vivo con mi mamá y hermanita. - Ella sonríe. 

-¿Y cómo se llaman? 

- Pues, mi hermanita se llama Katya y mi mamá Catherin - Sonrío con tristeza, las extraño. 

-Que bellos nombres - Le sonrío, lo sé, todo en ellas es hermoso - ¿Sabes? Deberíamos ir al centro comercial - Y su rostro se ilumina.

- Estupenda idea Erika, así podrías ayudarle a Ailey a comprar algo de ropa - Roger habla y siento vergüenza. 

- No, No - Niego de inmediato - No debes hacer más gastos, ya has hecho bastante - Sus bonitos ojos grises me observan detenidamente y colores invaden mi cara, es intenso. 

- No es problema Ailey, necesitas ropa, aún no puedes viajar, - siento derretirme cuando sus manos agarran las mías, cubriéndolas por completo y me siento... segura. Todo en él me inspira seguridad. - Además, ese hijo de puta tiene tus papeles, aún no puedes volver, déjame hacer esto por ti, es lo mínimo que puedo hacer - Sus suaves dedos acarician mi piel, esto es demasiado - Prometí protegerte y cuidarte, déjame hacerlo. 

Agacho la cabeza y por primera vez pienso en mí, dejaré que me cuide, él lo hará bien. 

- Está bien - Les sonrío - Voy a arreglarme y ya vuelvo - Me levanto de la silla de la cocina y salgo, pero la agradable voz de Erika me detiene. Me acerco a la pared y verifico de que no me vean, escucho. 

- ¡Acabo de escuchar a mí hermano ser tierno y romántico! 

- Shh, Erika, cálmate 

- Me cae bien, ¡te está derritiendo! sabía que tú corazón de hielo algún día se tendría que derretir - Casi susurran - mírate, ¡te estás sonrojando!

- Ya, cállate. - parece que ríen, ¿derrito a Roger? - ¿A que viniste? y dime la verdad. No eres de hacer visitas, a menos que... 

- Sí, papá me envió, quiere que hables nuevamente con él - Silencio... 

- No, no lo haré. - Parece decidido, pero su hermana sigue insistiendo 

- Es la única manera de que el negocio funcione Ro, debes hacerlo - ¿Hacer que? Dios, ¡estoy espiándolos! salgo de allí de una vez por todas y entro al baño. Retoco un poco mi cabello y me observo en el espejo. 

¿Yo? ¿Derretir a Roger? 

Eso es imposible.

Mírate Ailey, eres simple, sin gracia. Estás herida, rota. 

Mírate, nunca nadie podría enamorarse de ti. 

Ya compramos algunas prendas para mí, aunque me opuse a entrar a lugares costosos, Erika insistía e insistía, ¿ Y quien puede decirle no? Yo al menos no pude. 

Llevo algunas prendas sencillas, pero bonitas, fue difícil escoger algo que no fuera tan costoso, no quiero parecer aprovechada. 

Pero ahora, estoy sentada en una heladería frente a ella escuchando sus historias de fallidos romances.

- Y, ¿ Que te tiene aquí en Italia Ailey? - Saco otra cucharada de mi delicioso helado de chocolate. Un giro de ciento ochenta grados de tema, que experta es. 

SÁLVAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora