CAPÍTULO 5

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La mañana transcurrió normal con el señor Roth después del incidente , aunque se fue temprano de la mansión, la verdad, quedé más tranquila. 

Este diminuto traje me fastidia, no utilizo este tipo de ropa y me molesta aún más. Consiste en una diminuta falda con una blusa de tiras muy ajustada al cuerpo. Soy delgada,no tengo un cuerpo esbelto, pero son órdenes del "señor". 

Miro la hora y son las dos treinta de la tarde, me ha rendido el trabajo y el señor Roth aún no llega, menos mal. 

Entro a la cocina por un vaso de agua, esta casa es enorme para estar tan sola. 

Y como si lo hubiera invocado, el señor aparece en la cocina tenso.

-Sírveme agua - Obedezco de inmediato. Y vuelve el mismo sentimiento de pánico. Me mira, me desnuda con la mirada. - Te ves hermosa con ese uniforme. - Me estremezco. Creo que no estoy aquí solo para hacer la limpieza general y eso me asusta. 

Asiento y me le acerco para ofrecerle el vaso con agua. 

-Siéntate - Me ordena. Yo obedezco y me siento donde me indica. A su lado. - Tú estás aquí para dos objetivos muy específicos. - Lo miro y su mirada, su cara, me da miedo. Comienzo a temblar cuando levanta su dedo índice - primero, hacer el aseo de la casa, mantener todo en orden - Me estremezco, presiento que no es bueno lo que dirá. - Segundo, saciar todas mis necesidades - lo ultimo lo susurra en mi oído y siento morir cuando su mano desocupada empieza a subir por mis muslos. Intento alejar su mano pero entierra las uñas en mi muslo haciendo que grite de dolor - ¿Entiendes? - sube más su mano y me es casi imposible apartarlo, pues me rasguña. 

-Por favor... No me toque - Lágrimas asoman mis ojos cuando siento su dedo sobre el encaje de mi ropa interior. 

- Oh, claro que sí lo haré, ¿Sabes por qué? - Niego y lágrimas bajan por mis mejillas. -Porque eres mía, te estoy pagando por cumplir tus dos objetivos - Sus dedos levantan el encaje como puede, pues mi vago intento de quitarlo y de impedirle el paso apretando mis piernas, no funciona. - No te gustaría que te deje en la calle, sin documentos, sola, en una ciudad que ni siquiera conoces... - Me toca ahí y siento ganas de vomitar. Nunca un hombre me ha tocado y siento miedo también. - O no te gustaría que a tú mamita o hermanita les pasara algo... - No. A ellas no. 

-Con ellas no se meta señor Roth - Digo, pero es inútil. 

-Claro que lo haré si no cumples tus objetivos hermosa- Sonríe cínicamente y siento asco al ver su cara. ¿Cómo puede alguien ser tan cruel?  - Ahora, quiero que me prepares un sándwich y lo lleves a mi oficina, donde estaré esperándote. Tienes cinco minutos. - Me da un beso en la mejilla y saca su mano de mi ropa interior, siento alivio por unos segundos, pero el miedo, asco y desesperación vuelve. - Tienes cinco minutos.- Se levanta y se va. Agradezco al cielo y lloro. 

¿Cómo no lo vi venir? ¿Cómo fui tan tonta? 

Acepté sin mirar las consecuencias. 

Se veían amables, buenas personas. Seco mis lágrimas y siento frío, fui muy ingenua al pensar que habían personas que buscaban mi bien, que querían ayudarme. No sé en que me he metido, pero debo aguantar, necesito el dinero para mi familia. 

Y no puedo escapar de aquí, quedaría en la calle, sin documentos, pues el señor Roth me lo quitó todo. Ahora entiendo el por qué prohibió el celular. Quiere mantenerme en el anonimato, que nadie sepa mi paradero, que nadie  me busque, que no denuncie. 

Que tonta soy. 

Golpeo mi frente. Mierda. 

¿Y si me viola? ¿Tendré que acostarme con él? 

SÁLVAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora