XXI I MMXIX
Dicen que encontrar el amor de tu vida será la cosa más jodidamente inesperada de este mundo. Sólo existe una oportunidad para ello, y a veces creamos un tipo de amor tan perfecto, que dejamos pasar al que el destino nos designó.
Mi historia con él es algo por el estilo. Porque no podía creer que nuestro amor estuviera destinado con todas las condiciones que se nos presentaron.
Mientras miraba por encima del escritorio anexo a la ventana de mi oficina, esperaba la jodida hora para poder partir hasta mi casa. Terminado una vez todos mis pendientes por el día, y aunque podía retirarme desde hacía cerca de cuarenta minutos atrás, prefería no hacerlo. Como encargado de área tenía ciertos derechos, y aun así prefería terminar la jornada laboral como el resto de los empleados, me agradaba dar un buen ejemplo yéndome a la par de los demás.
Una vez que el reloj en la pared de mi oficina indicó pasadas de las seis de la tarde, me dispuse a recoger mis cosas y salir hasta el área común para corroborar que todo hubiera terminado bien y no hubiera más cosas por revisar.
Luego de casi veinte minutos, entre despedidas y demás, logré alcanzar mi auto en el estacionamiento y salir rumbo a mi departamento.
Quién pensaría que, en un día, el que menos piensas, tal vez, el más jodido de todos, puedes encontrar al amor de tu vida y cambiar para siempre.
Ese día -y como de costumbre-, usaba algunas calles aleatorias, evitando así el tráfico de las avenidas principales a esa hora. A unas cuadras de mi departamento los vi: un joven acompañado de una pequeña, sentados al borde de la acera con los rostros decaídos mientras el chico abrazaba a la niña protectoramente.
Ese día, sólo pasé de largo. Era algo curioso, no pensé mal en ese momento. Quiero decir, no era realmente tarde, y podían simplemente estar paseando.
No, no pensé demasiado en ellos durante aquella noche, ni al siguiente día. Simplemente son cosas que dejas pasar.
Pero, los siguientes dos días, al pasar por el mismo sitio, casi cinco cuadras antes de llegar a mi departamento, continuaba viéndolos: tranquilos, simplemente sentados. Como si estuvieran esperando. Me percaté que usaban la misma ropa que hacía tres días y fue en ese momento que comprendí.
Mi corazón comenzó a cuestionarse demasiadas cosas y encogido me pidió hiciera algo. Algo que todas esas personas que pasaban a su alrededor no hacían. Que simplemente miraban y pasaba de largo.
Como yo.
Pero, como siempre, el destino se encarga de crear los encuentros perfectos, a su tiempo.
El siguiente día, luego del trabajo pensaba bajar del auto y acercarme poco a poco, confirmar mis sospechas y luego ofrecerles ayuda -algún orfanato debía aceptarlos-, llamar a servicios sociales, que era mi deber como ciudadano, ya que, evidentemente ambos eran menores de edad, pero, no estaban.
Algo aliviado, pensando en la posibilidad de que ambos hubieran recibido ayuda, me fui hasta mi hogar. El departamento que pagaba para que algún día fuera mío, había sido un regalo de mis padres cuando inicié la licenciatura. Ambos siempre fueron muy amorosos, pero del mismo modo, siempre quisieron que fuera independiente, por eso mismo habían decidido solo pagar una parte del departamento, y yo, con mi trabajo y esfuerzo continuaba pagando.
Hacía casi cuatro años que ambos habían fallecido. Recordarlos me hacía bien en momentos como estos, en los que la soledad me atacaba, sintiendo las frías paredes de mi departamento calarme los huesos. Sin embargo, pese a la falta que me hacían, agradecía el hecho de no volverme dependiente de ellos.
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él
Short Story[ junhwan ] ❝la vida era un karma constante, y [él] estaba destinado a ser el mío.❞ junhwan yaoi ; drama ; angst. 〔luego de la muerte de sus padres, superando todos y cada uno de los obstáculos impuestos por la vida, logrando ser columnista en una d...