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XVIII II MMXIX

               Si la vida fuera totalmente justa, me habría creado una historia de amor tan monótona como las del resto del mundo hoy día, pero la vida se estaba empeñando en no ser nada justa para mí.

Y las historias de amor del destino no estaban tan subestimadas después de todo.

Mientras continuaba yendo cada tarde luego del trabajo al encuentro de los hermanos Koo, mi corazón comenzaba a tener más dudas. Estaba tan agobiado que me mantenía despierto todas las noches sin excepción, pensando en todo el asunto de la mierda que vivían los chicos día con día.

El chico, Junhoe, no parecía ganar peso y a su contrario, parecía adelgazar mucho más rápido de lo que una persona podría hacerlo, lo notaba en sus pómulos, cada día más pronunciados.

Pese a que aquella molestia continuaba oprimiendo mi corazón durante el día, sin saber que más podía hacer para calmar un poco la ansiedad, continuaba yendo todas las tardes luego del trabajo sin ninguna falta, prontamente, volviéndose una rutina cotidiana.

Mientras los minutos pasaban alrededor de aquellos dos desafortunados chicos, sentía como si mi corazón lentamente se acompasara al ritmo que debía latir cálidamente, mientras el dolor en mi pecho era remplazado por una efímera sensación de tranquilidad. Era como si pudiera entender lo que se sentía estar solo en el mundo y no tener nada más que un obscuro abismo esperando por ti, ese tipo de sensación que me dejaba helado durante las noches y me arrebataba el sueño antes de conocerlos y remplazar esos sentimientos por ansiedad debido a esos dos chicos.

Yejin era una chica excepcionalmente lista y talentosa, pese a su corta edad y haber abandonado la escuela debido a las circunstancias, era una de las personas más audaces y talentosas que podía haber conocido. Comenzaba a confiar en mí y podía sentirlo por la fluidez en sus charlas y sonrisas esporádicas al hablar sobre algo que le interesaba.

Con él era otra cosa, toda esa aura de chico malo que emanaba en un principio comenzaba a deteriorarse con el paso de los días, podía verlo perder la intensidad en su mirada, el cansancio en su cuerpo y la pesadez de sus emociones mientras a una distancia prudente esperaba el tiempo que pasaba con Yejin charlando y comiendo, él lo hacía, comía un poco y se mantenía en silencio durante el tiempo que me encontraba en el lugar.

Sin embargo, era como si mi presencia no le agradara, podía mirarlo en sus hombros tensos cuando me acercaba o inclusive antes de irme, era como si desconfiara de mí, y por dentro, ocasionaba la punzante opresión en mi pecho.

—Han pensado en, no sé, ¿servicios sociales? — Miré de reojo al chico más alto, quién se encontraba a unos metros de nosotros, sin embargo, sabía que escuchaba lo que charlaba con su hermana.

El silencio se prolongó durante unos segundos antes que Junhoe me matara con la mirada. Aquella profundidad se envolvía en mi interior y me arrastraba ante aquel silencioso "no sabes lo que dices" que emanaban. Guardé silencio sin más, antes de que aquel chico se levantara molesto y se alejara lo más posible.

La incomodidad me atravesó y de inmediato me puse de pie, aquello era lo que me estaba carcomiendo durante los últimos días y seguramente había cruzado una línea que desconocía, sin embargo, aquello no parecía ser lo correcto desde ninguna instancia.

—Lo siento... yo, creo que estará mejor que me vaya. — Comenté terminando de acomodar mi ropa y esperar alguna respuesta de Yejin, quien miraba confundida. — Nos...nos vemos mañana. — Susurré antes de darme la vuelta ignorando hacia dónde había ido Junhoe en ese momento.

élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora