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XXV II MMXIX

               Como se estaba volviendo costumbre en mí, no volví a pegar un ojo el resto de la noche; lamentándome. Mi vida estaba convirtiéndose en un problema inclusive para mí mismo. La nueva información estaba carcomiéndome lentamente desde dentro, jugando con mi corazón y estrujándolo; con mi imaginación jugándome bastantes escenarios logrando un insomnio.

Golpeé mis mejillas fuertemente en un afán de mantenerme despierto mientras las letras brillaban en la pantalla del computador frente a mí, pidiendo a gritos ser corregidas, líneas y líneas interminables de palabras a las que mi cerebro no encontraba sentido alguno al mantenerme pensando en los hermanos Koo.

No era mí problema, me repetía segundo tras segundo mientras los párrafos corrían una y otra vez frente a mis ojos sin poder concentrarme, sin embargo, lo convertí en mi problema desde que me acerqué a ambos chicos directamente para darles unas cuantas monedas.

Había creado un lazo que no podía deshacer fácilmente, estaba tan jodido en ese momento, que jamás creí la vida podría darme una lección más valiosa.

Por ese motivo, el siguiente día que volví, mi cuerpo se encontraba ligeramente temblando debido a todas las emociones reprimidas que desconocía mantenía albergando dentro de mí. ¿Podía una persona encariñarse tan rápido con dos completos desconocidos?

La vida era un karma constante, y él estaba destinado a ser el mío.

Mientras los días transcurrían continué yendo con los hermanos Koo luego del trabajo, merendar con ellos, aunque, con ellos refería a Yejin, puesto que Junhoe se encontraba mucho más renuente a mí desde la información revelada. Y no me encontraba ignorando ese hecho, simplemente mi estómago se encogía cuando pensaba en las cosas que tenía que permitir Junhoe para actuar tan a la defensiva por proteger a su hermana.

Ojalá no hubiera estado tan ciego.

Él era un completo misterio que mi interior anhelaba conocer a profundidad, con todos los demonios que un chico de dieciséis años podía tener.

Jamás hubiera imaginado que sus demonios acabarían inclusive conmigo mismo.

Mi corazón se estrujaba fuertemente al recodar la conversación con Yejin de la semana anterior, mil escenarios continuaban reproduciéndose en mi cabeza obligando a mi pecho encogerse. Sin embargo, era un tema que quería evitar frente a los chicos, ya que Junhoe se miraba mucho más distante que en un principio, y estaba matándome. Ignoré mi corazón latente, que, con cada visita, risa, y minuto, aceleraba un poco más, llenando de calidez mi corazón; recordándome los días junto a mis padres.

               Él estaba más golpeado, su rostro lucía cansado y su palidez estaba matándome internamente mientras me miraba con aquellos ojos lúgubres y pesados que me atrapaban y enterraban junto con él en su abismal nada. Mi corazón se detuvo ante aquella visión, estaba aterrado y sentía como el aire me faltaba oprimiendo mis pulmones. Unos segundos bastaron, la conexión en su mirada con la mía que me hacía temblar mientras mi cerebro hacía corto circuito y me dejaba sin aliento, era él, todo él quién me mantenía exhausto día y noche, quién robaba mis sueños y mantenía a mi corazón en una constante opresión.

Entonces, lo supe.

—¿Qué es lo que está pasando? — Cuestioné a Yejin mientras me colocaba frente a ella. Pude sentir de inmediato el terror en su interior envolverme mientras me miraba. — ¿Están bien? — Cuestioné nuevamente, casi aterrado de la respuesta.

Su mirada me persiguió durante el resto de la noche y hasta que la alarma de mi celular cimbró en la mesita de noche contigua a mi colchón. No había nada más dentro de mi cabeza que no fuera lo que estaba sucediendo con aquellos dos chicos con los que me había involucrado mucho más de lo que me gustaría aceptar. ¿Y qué estaba mal conmigo de cualquier manera?

Las ojeras comenzaban a adorar mis orbes justo como las del chico pelinegro que pedía dinero entre los autos para comer un poco junto con su hermana. Porque todo parecía volverse mucho más complicado para ellos y yo estaba ahí, sin poder ser útil.

¿Qué más podía hacer?

En ese momento, ese jodido momento que mi corazón contuvo la respiración y mi cerebro se desconectó de mis neuronas, respondí de manera obvia y necesitada a lo que estaba sintiendo sin saberlo.

Llevarlos a vivir conmigo.

               Extendí mi mano hasta Yejin para que tomara la bolsa de comida, Junhoe registraba mis movimientos a la distancia haciendo que me frustrara debido a la situación en la que se encontraban sin poder hacer nada.

Y fue el dolor en mi pecho lo que me llevó a caminar decididamente hasta plantarme frente a él y mirarlo fijamente, esperando algún tipo de explicación que me respondiera porque jamás intentaba charlar conmigo como su hermana lo hacía, y porque parecía como si estuviera siendo una molestia para ellos.

Su mirada recorrió mi columna vertebral con el frio de la misma recorriéndola al tiempo que se ponía de pie dispuesto a marcharse, pero, lo sostuve de la manga fuertemente buscando algo más dentro de aquel iris apagado.

—¿Qué es lo que necesitas? — La frialdad de su voz mezclada con la rasposidad de la misma envió un escalofrió hasta mi nuca erizándome la piel. Me sentí congelado nuevamente, como si tuviera ese tipo de efecto en mí que no podía controlar, no hasta ese momento.

—¿Estás bien? — Cuestioné lo mejor que puede intentando disimular mi ansiedad y preocupación. — Traje un poco de...-

—No necesito tu caridad, no te incumbe-

—¡No es caridad! — Grité exasperado por su actitud. Mi cuerpo se tensó de inmediato, esperando algún tipo de burla o acción de su parte, pero, nada. Su mirada continuaba siendo penetrante, examinándome. — No hago esto por caridad ni porque esté buscando redención, sólo quiero ser de ayuda, yo-

—¿Ayuda? — Cuestionó fríamente. — No sabes a lo que estás jugando, estás tratando de ayudar a tu conciencia a dormir tranquila. No intentes actuar conmigo, tu papel no es creíble aquí.

—¡No estoy actuando! ¡¿Cómo por qué querría pasar cada tarde de mis días junto a un par de chicos de la calle?!

Me congelé de inmediato. Vi una sonrisa quebrada en su rostro que me marcaría eternamente sin saberlo.

—Lo sabía. Eso es lo que somos para el resto del mundo, un par de chicos de la calle. — Escuché unas pisadas acercarse hasta nosotros y supuse que sería Yejin quién intentaba intervenir, sin embargo, Junhoe agitó su brazo bruscamente obligándome a soltarlo. — Hazte un favor, vete a tu casa, niño rico.

Mi corazón latía mil veces por segundo, sentía toda la sangre bombear por todas las venas de mi cuerpo, mientras mis pulmones intentaban filtrar el desgarrador viento que entraba hasta llenarlos.

Se dio la vuelta. Un dolor en mi pecho que desgarraba mi corazón me obligó a aceptar el camino que el destino había trazado para mí, uno que estaba inconcluso.

—Vendrán conmigo.

-KJH.










J|K|B

Hihi~ ¿Cómo están? Espero que bien :3

Ahora si ya se puso más intenso~~~ Jinan tiene un sin fín de sentimientos encontrados dentro de sí, tampoco es un hombre adulto, sólo tiene 24 años, por lo que muchas de las cosas, para él son demasiado sin comprender.

¿Cuál es el secreto que June esté escondiendo incluso de Yejin? :z

Ojalá la historia les esté gustando :3, me alegra mucho ver sus comentarios y votos <3

Millones de gracias<3<3<3<3

élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora