Número 7

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Había llegado la noche, y para estos momentos, Los Guanches comenzaron a realizar más asaltos, atracos y asesinatos a lo largo y ancho de la ciudad. La policía trataba de hacer el trabajo correspondiente para detener a los tres delincuentes, pero éstos siempre se salían con la suya y escapaban para dirigirse hacia otro sitio estratégico para lograr su atraco. No obstante, Seiya y Shoko se les habían adelantado y llegaron a la sede de la Fundación Graad para impedir la llegada de los criminales, pero a diferencia de los delincuentes, los otrora caballeros estaban desarmados y sin ninguna fuerza más que la fuerza física de sus brazos y piernas, producto de los días de entrenamiento que se encontraban realizando.

En este instante, los tres delincuentes con armaduras se manifestaban frente a los dos equinos, pero éstos salieron primero a encararlos.

Seiya: ¡No tan rápido, bestias con armatoste! ¡Hasta aquí se acaba su camino!

Shoko: ¡No permitiremos que sigan cometiendo sus fechorías!

Doramas: Permítanme presentarme; mi nombre es Doramas, Caballero de la Armadura de Tara, la Diosa del Valor

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Doramas: Permítanme presentarme; mi nombre es Doramas, Caballero de la Armadura de Tara, la Diosa del Valor.

Doramas: Permítanme presentarme; mi nombre es Doramas, Caballero de la Armadura de Tara, la Diosa del Valor

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Bencomo: Me llamo Bencomo, Caballero de la Armadura de Guatimac, la Diosa de la Sabiduría.

Bencomo: Me llamo Bencomo, Caballero de la Armadura de Guatimac, la Diosa de la Sabiduría

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Dacil: Y yo soy Dacil, Caballero de la Armadura de Tirajana, la Diosa del Poder.

Shoko: Valor... Sabiduría... Poder.

Seiya: Las tres divinidades del clan Hojo.

Shoko: Oye Seiya, ¿Crees que ésos tres guerreros sean la venganza de la que tanto hablaba la leyenda?

Seiya: Ahora que lo vas diciendo... Sí, puede ser.

Doramas: Ahora que lo voy viendo, creo que vosotros sois quienes estáis estorbando el paso.

Bencomo: Nosotros no venimos a hacer el mal a los que hacen el bien, sino a los que hacen el mal.

Dacil: Así que os pedimos humildemente, que nos dejéis entrar a la Fundación para seguir con el acto.

Seiya: ¿Y si nosotros decimos que "NO"?

Los Guanches: ¡Pues entonces, los destruiremos!

Shoko: Vaya, vaya... Miren quienes dicen esto... Los que dicen luchar contra el mal, pero haciendo el mal. ¡Vaya, ¿Quién los entiende?!

Dacil: (corriendo hacia Shoko para partirle la cara) ¡AHORA SÍ YA VERÁS, NIÑITA TONTA! ¡TE ARREPENTIRÁS POR HABERNOS INSULTADO!

Shoko toma de la mano a Dacil y lo avienta hacia el lado contrario, haciendo que Dacil se golpee contra Bencomo y Doramas.

Shoko: Tal vez no usemos armaduras, pero somos tan fuertes que nuestros puños y patadas pueden abrir la tierra y desgarrar el cielo en cuestión de segundos.

Seiya: ¡Vaya, Shoko! ¡Veo que tu acción ha derribado a los tres en un santiamén!

Shoko: ¡Gracias, querido Seiya! ¡Ahora debemos irnos, antes de que la policía llegue!

Shoko le guiña el ojo a Seiya, haciendo que éste se sonroje demasiado. No obstante, y cuando parecía que las cosas terminarían pronto, los tres guerreros canarios se levantan como si nada, y comenzaron a prepararse para lanzar ataques contra los dos ex-caballeros.

Doramas: ¡Tal vez tus golpes nos hayan mandado a volar!

Bencomo: ¡Pero son tan inofensivos que no nos han dejado ni una sola herida o rasguño!

Dacil: ¡Ahora es nuestro turno! ¡Los mandaremos a volar al otro mundo!

Los Guanches comenzaron a preparar sus ataques hacia unos desprotegidos Seiya y Shoko quienes, sin saber la sorpresa que les esperaba, recibieron varios golpes por la espalda.

Doramas: ¡Relámpago de la Valentía!

Bencomo: ¡Puños de la Justa Armonía!

Dacil: ¡Explosión Atómica!

Seiya y Shoko: ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHH!

Tanto Seiya como Shoko cayeron al suelo, muy adoloridos, y con cada vez menos fuerza para levantarse.

Seiya: Cielos, éstos enemigos son demasiados fuertes y poderosos.

Shoko: Incluso nuestra fuerza es insignificante contra ellos.

Doramas: ¡Relámpago de la Valentía!

Bencomo: ¡Puños de la Justa Armonía!

Dacil: ¡Explosión Atómica!

Seiya y Shoko: ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHH!

Los dos ex-santos volvieron a caer nuevamente al suelo; sin embargo, ya no tenían la fuerza para poder levantarse, por lo que los Guanches estaban ya por darles la estocada final.

Doramas: ¡Ya no pueden hacer nada!

Bencomo: ¡En éstas condiciones, lo único que les queda es rendirse!

Dacil: ¡Así es, o se rinden ahora, y nosotros los acabaremos!

Inmediatamente, ocurrió un milagro: Los cuerpos de Seiya y Shoko comenzaron a encender al máximo los cosmos que estaban ocultos y, como por arte de magia, los dos protagonistas comienzan a levantarse como si nada. 

Seiya: No creas... que nos van a vencer tan fácilmente.

Shoko: Mientras nosotros... sigamos en pie... esto todavía no se acaba.

De la nada, aparecen dos misteriosas cajas, las cuales comienzan a abrirse, y al hacerlo, aparecen dos armaduras con forma de caballo, las cuales se manifiestan frente a Seiya y a Shoko.

De la nada, aparecen dos misteriosas cajas, las cuales comienzan a abrirse, y al hacerlo, aparecen dos armaduras con forma de caballo, las cuales se manifiestan frente a Seiya y a Shoko

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Seiya: Las armaduras... Creo que son señal de algo.

Shoko: Significa que... Quieren que volvamos a pelear.

Seiya: Así es.

De manera mágica y misteriosa, Seiya y Shoko comienzan a vestir nuevamente, las armaduras de Pegaso y Caballo Menor, respectivamente. El momento de la verdad había llegado, y el verdadero combate estaba por empezar.

Mi Mayor Inspiración (Seiya x Shoko)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora