"Las Mujeres Están Locas"

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DIECISIETE.

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Semanas, días, minutos y segundos eran los que habían pasado desde que toda esta mierda había empezado a explotar en mi cara, desde que había entendido que este era el mundo en el que de aquí en adelante  iba a vivir pero después de pensarlo mucho también había llegado a la conclusión de que en este mundo siempre había vivido, solo que Andrew trataba de que no lo viera así fuera que lo tuviera frente a mis ojos.

Pero hoy, sábado a las tres de la madrugada mientras el agua fría caía sobre mi cuerpo tenía mis ideas más claras que nunca, así mismo como mis objetivos y propósitos de aquí en adelante.

Unos que los iba a cumplir a como diera lugar y matara a quien tuviera que matar.

Teniendo más que organizadas mis ideas, cerré la llave provocando que la lluvia artificial se detuviera, tomé mi toalla y me envolví en ella para después salir de la ducha y caminar hacia el tocador, secarme la cara y empezar a colocarme los lentes de contacto.

Si se preguntan que pasó con los dos balasos que recibí en el brazo por parte de Jacob, pues les digo que tardaron un para de semanas en sanar después de que sacaran las balas, por suerte había sido, o más bien sin nada de suerte porque el muy hijo de puta de Jacob supo muy bien a dónde estaba disparando, a no ser que me fuera a morir por desangrando.

Sobre las lecciones y el entrenamiento podía decir que era una droga a la que me estaba haciando adicta, había mejorado bastante para la mierda que era al principio. 

Después todos los días me levantaba a las tres de la mañana y empezaba a calentar como si mi vida dependiera de ello, así que a las cinco que era a la hora que empezaba el entrenamiento y llegaba Jacob me encontraba trabajando en lo que era peor. Aunque aún seguía siendo un hijo de perra que me daba a como rata cuando no entendía algo o no tenía resultados y las las cosas no salían como él las quería, su actitud seca que me cagaba y me demostraba que no le simpatizaba en lo absoluto.

Terminé de amarrar mis zapatos y caminé hacia la salida dispuesta a todo, la mayoría ya sabían lo que hacía y  desde los primeros días no le había visto el rostro a mi tío pero evitaba molestarlo o meterme en sus asuntos aunque estuviera lista para afrontarlos.

Después de haber atravesado el pasillo, bajado las escaleras y atravesar la  casa entera por fin pude llegar a la puerta, pasé la tarjeta por la ranura de está teniendo de inmediato el acceso y entré en ella para luego ver cómo las luces del lugar se encendían.

Las armas se me están convirtiendo en pan comido, manejaba casi todas pero lo que aún me faltaba era el combate cuerpo a cuerpo y perfeccionar las cuchillas que eso era lo me gustaba. Me estaba convirtiendo en una perfeccionista eficaz.

Caminé hasta la pared donde se encontraban los diferentes tipos de cuchillas y tomé las que eran en forma de molino con las puntas afiladas para después dirigirme a el punto dónde la tenía que lanzar.

Separé un poco las piernas y visualice a dónde quería que estuvieran y las lancé, rápido, una tras de otra con diferentes ángulos, posición y maneras de lanzar, recordé como la primeras vez que lo intente, me hice  varias heridas en las manos y  casi me corto hasta los dedos enteros.

Los dedos ya me estaban sangrando—Joder, odio esas mierdas— me quejé soltandolas.

—Y yo odio cada vez que no estás dispuesta— me dijo.

Vi una vez más la sangre saliendo de mis manos y le dije:—¡Me corté Jacob, que quieres que haga, que siga lanzando hasta que me sangren algo más que ellas manos!—bueno no le dije, si no que le grité.

NERD [1] ✔️[Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora