Cap. 3 "Juzgar el libro por su linda portada"

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–Vale, vale. ¡Ya estoy aquí, jefazo! Disculpa la tardanza, ¿sí? —Supliqué en forma de disculpa mi mal tiempo.

–No te preocupes Mila, tranquila. Que me has asustado con esa furia con la que has entrado a la sala. —Habló tranquilizándome y riendo al mismo tiempo.

–Pensé hasta que llegaba de retraso y estos tíos ni han llegado. —Bufé, sentándome en un sillón de lado del escritorio de mi jefe.

–No, ellos ya deberían haber llegado hace 10 minutos.

–Calma, Salvatore pronto llegan. —Dije paciente, lo que evidentemente a mi jefe le hace falta en estás circunstancias.

–Ah, mira que la recepcionista me ha avisado que llegaron, y están subiendo. Prepara los documentos, y cafés en la mesa porfa, Mila y prepara tus documentos también.

–Está bien, a tú orden. —Respondí poniendo manos a la obra.

Y en ese instante tocaron la puerta de la sala de conferencias, y me tocó ir abrir, mientras mi jefe se colocaba en pie para saludar cordial.

–Mu-muy buenas tardes señores, sean bienvenidos a nuestra empresa. —Dije medio tartamuda, ¿que es esto que mis ojos acaban de ver? El hombre más guapo y sexy que mis ojos hayan podido ver en mi corto tiempo de trabajo aquí, debí haberme visto cómo una completa estúpida, embelesada.

–Buenas tardes, y muchas gracias. —Respondió él, cordialmente, con una gran sonrisa, ¡Wow! qué sonrisa.

–Buenas tardes señor.
—(Exclamé cortés en francés), la dicha lengua del segundo empresario, el primero sí era un español, acento bien marcado.

Al fin pasaron, saludaron a Salvatore, y por último se presentaron, para instalarse en sus asientos.

–Mi nombre es Stephan Vilanova. —Se presentó educadamente, lo que aún no entendía era su mirada justamente sobre mi.

–Francoise Gillard. —Se presentó el segundo, y no es que no fuera atractivo, lo era, pero no hay manera en que fuera igual a “Stephan Vilanova” este señor era “EL GRAN SEÑOR” y creanme, no estoy exagerando.

Mi jefe les dio la mano, y me invitó a dárselas también. Pero, el momento en que el hombre tocó mi mano con la suya, fue el momento clave, su mirada me emergió un sentimiento ¿Perverso? No lo sé, y debería sacar esos pensamientos de mi cabeza ¡Pero ya! Y ese momento su mano con la mía conociéndose, fue eterno, para mi un siglo entero, sin embargo; acabó, y continuamos la conferencia.

Entre habladurías expectantes sobre los planes de negocio, y las propuestas que mi jefe les presentaba a aquellos hombres para que se aseguraran y al fin se concluyera la inversión se pasaron 2 corridas horas, que para mi fueron eternas con los ojos de él, encima de mi, no podía dejar de verme y sin mentir yo tampoco de verle, creo que la mínima atención preste a la reunión lo que me provocó algo de nervios, no fuera ser que Salvatore me pidiera algúna opinión y yo como “buena secretaria y socia administrativa” no supiera que responder, eso si sería vergonzoso, y por eso comencé a poner más oído al tambor por más difícil que me fuera, al fin y al cabo no hice mucho en ésta conferencia, el comerciante francés no era un hombre de muchas palabras, la mayoría de todo lo debatió Stephan, este hombre sabía de lo que hablaba, y me gustaba como se colocaba en debate con mi jefe, son cómo unas fieras si de negocios se trata.

–Bueno señores, bienvenidos a la firma, ahora son socios de ésta empresa, vengan las manos. —Dije junto a Salvatore, nos dimos las manos, felicitaciones y así concluyeron mis largas 3 horas.

Y así nos levantamos y me dispuse a recoger mis cosas, y los documentos dónde se encontraban las firmas del acuerdo de inversión, tomé la suficiente agua y di una gran bocanada de aire disimuladamente, ¿¡Stephan venía hacia mi!?

–Necesito el que me dejes verificar una vez más el contrato para demostrarle una cosa de los porcentajes a mi compañero que no comprendió bien y me traes un café, gracias —Me pidió más en forma de orden que de favor, no se que se cree, pero de lo que segura estoy es que su arrogancia arruinó la imagen que me había hecho de él.

–Claro, cómo no. —Respondí insolente, casi crugiendo los dientes. ¿Un café? Soy la secretaria de Salvatore, ¡No la sirvienta de la empresa!

Y así me dirigí a buscarle su estúpido café.

–Un café, ¡ja! Pedazo de arrogante y estúpido hombre, no se que mierdas se había creído ese insolente, puede meterse su bella sonrisa y su “café” por su c... —Me interrumpió mis pestes mi amiga.

–Ay Mila, tienes cara de loca. ¿Te pasa algo? —Me pregunto mi amiga con algo que llamaría preocupación.

–Sólo una mala racha con un empresario, nada del otro mundo amiga. —Dije calmándome.

–Ah, vale. A veces suelen ser algo estúpidos. —Dijo graciosa y provocando una risa de mi parte.

–Tranquila, voy de subida otra vez a la sala, nos vemos al salir. —Aclaré.

Y así subi para entregarle su café al señor mandón.

–Aquí está tu café. —Dije, dándole su pedido.

Sólo lo tomó sin siquiera mirarme, y continuó su conversación.

Maldito, un gracias no estaba demás. Creo que tampoco estoy acostumbrada a ser pisoteada y menos cuando yo no debería estar trabajando en esta mierda, no debería ser pisoteada por ningún estúpido, ¡esto me pasa por que yo lo he querido!

–Mantén la calma Milangela, mantén la calma, ¡vamos! Recuerda que te gusta hacer y/o tener las cosas por ti misma, y no a costillas de tú padre... —Me hablé a mi misma dándome alientos, para resistir estás viles humillaciones. No estaba acostumbrada a la gente descortés y maleducada. O tal vez me tenía cabreada el hecho de que Stephan me ignorase por completo.

Y así di la vuelta, presioné los puños y bajé las escaleras. Alejarme de ese monigote es lo que necesito, y lo peor tendré que verle de vez en cuando en la empresa... ¡Fuerzas Mila!

–Ami, vamos a mi apartamento, y de ahí nos arreglamos para la noche. —Invité a mi amiga, a que nos arracaramos de allí de una buena vez.

–Oh, claro Mila, déjame recojo mis cosas y nos largamos, estoy cansada. —Afirmó.

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¿Que arrogancia la de Stephan no? He aquí se ve duro como roca, o quizás es por que está en su area de trabajo, no podrá resistirse al encanto de Mila, pero ella se siente derrotada e incluso humillada por lo que solía ser el empresario perfecto, pero ahora sólo la imagen de un egocéntrico hombre se plasmó en él... Nos vemos en otro capítulo.

Y les dejo un vídeito que según yo, se amolda bien al capítulo de la novela.

Womanizer-Britney Spear.

Una pasión a escondidas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora