Capítulo 4

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Capítulo 4


Íbamos de camino a casa en el automóvil de Tiana. Al llegar, ella y yo subimos a mi apartamento, pero no sin antes saludar al portero del edificio. Un italiano bastante guapo que según yo le había echado el ojo a mi amiga, lo que nos provocaba gracia y a mi más, porque sabía que a Tiana le atraía, aunque se molestase en negármelo.

Subimos y entramos al apartamento y rápido corrí a hacer lo que tenía previsto.

—Me voy a dar una ducha, si quieres ducharte lo haces en el baño de la otra habitación, voy a tardar. Y si esperas a que yo salga se nos hará tarde. —Anuncié a Tiana.

—Vale, primero me prepararé un sándwich. —La miré con mala cara. —¿qué? tengo hambre y es mejor que tú te des prisa, son las seis y media y salimos a las ocho en punto, ¿de acuerdo?

Afirmé entonces haciendo un gesto y me dirigí a la ducha de una vez por todas.

Mientras el agua corría sobre mi, fue en demasía reconfortante. Además de ello no dejaba de pensar en lo guapo que se me hacía Stephan y lo estúpido que era, me pregunté inevitablemente ¿cómo se desperdiciaban bombones como ese? En fin, me parecía una completa idiotez estar pensando en aquel tío bueno que sólo me había hecho pasar un muy mal rato. Aunque al menos los humos ya habían bajado. Supongo que se creía la cima del cielo y no, de hecho, no lo era. Quizás si gloriosamente atractivo pero un hombre así de descortés podría serlo todo, menos el cielo.

Después de una larga ducha casi de treinta minutos, me puse mi bata de baño y me dirigí hasta la otra habitación, dónde probablemente estuviera Tiana ya arreglándose. Me sorprendí al notar que aún estaba en el mismo lugar que la dejé antes de entrar a bañarme, el sofá de la sala.

—¿No te has metido a bañar siquiera? Eres vilmente floja, Tiana Wesley. —Dije en una especie de regaño. Ella aún estaba tiradota en el sofá pero a diferencia de hace un rato, con un sándwich a medio comer a su lado.

—Lo siento, la televisión me distrajo. —se disculpó quitándole importancia. —Pero mira las noticias, solo fíjate de quién están hablando —Me indicó riendo sorprendida con la boca llena y señalando la televisión.

Lo primero que divisé fue un subtítulo: Stephan Villanova. Un español influyente con raíces italianas. En el ranking de los empresarios jóvenes más exitosos del año.

La mierda...

Mi cara no sólo mostraba el terror que me dió ver su rostro en la tv, si no también al notar lo influyente que aparentemente era en el mundo de los negocios. Me causó algo similar a intimidación. Era una sección en el noticiero ¡y estaban hablando de él!

—Dios, cambia esa cara. —expresó mi amiga notando mi expresión, ella no sabía que el altercado había sido con él. —Es uno de los hombres que se aliaron esta mañana a Inc. Grandinni.

—No creas que no lo noté. —La miré y sonreí con un claro sarcasmo. —Pero, me da igual. —me encogí de hombros y seguí mi camino a la habitación.

Mientras iba por el pasillo no pude evitar escuchar esos elogios que le lanzaban en el noticiero.

“Es poderoso a nivel nacional e internacional. Las cadenas de empresas de servicios tecnológicos a los que está totalmente asociados tienen los últimos y más avanzados equipos, claro, lanzados por su firma de inversión”.

“Ésta firma de asociaciones inversoras ha sido el fruto de un sueño llevado a cabo hace un par años por éste magnate y su socio, el también renombrado Francoise Gillard, sí, hijo de Sonie Gillard propietario adyacente de las doce sucursales de publicidad más fructíferas de Francia.”

Una pasión a escondidas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora