Cap. 11 - II Parte.

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Sin lugar a dudas estaba muy sacada por la actitud de Stephan. Aquello me hizo hundirme en el sofá, algo confundida, agobiada y al mismo tiempo estresada de lidiar con algo tan intenso cómo lo fue el evento de ésta mañana, por ese ridículo comentario dicho por Stephan cuándo estuvo al teléfono, el cuál probablemente esté ahora riéndose de mi por estarme confundiendo de tal modo. O también agobiado y confundido, pero tengo más apego a que sólo se está riendo de mí como el idiota que ha sabido ser, por eso no me arrepentía de colgarle la llamada, y de no dejarlo explicar lo que tuviese que explicar. Yo sé que con sus estrategias de seducción querrá hacerme caer, lo cual no entiendo, sí ya me humilló lo suficiente ¿tiene ganas de más? No lo creo, no soy de las chicas que caen una vez y otra vez, yo no, pero... Él me ha hecho cuestionarme el si puedo mantener mi posición con firmeza.

Yo no quería inconvenientes, no quería involucrar sentimientos fuera de lo físico, pero ese desgraciado con su actitud tan dulce y caballerosa logró gustarme más de lo que acordé conmigo misma. Me repugna, por haberme hecho eso, por confundirme de esa forma, por ser tan inevitablemente seductor.

Aún no logro entender sus motivos ¿desde un principio querías sexo? debiste decirlo, yo quería lo mismo. Yo no quería esto, no quería amanecer en su cama, en su habitación, no quería sexo mañanero. Esto sólo debía ser el affair de una noche de copas, y ahí debía quedar. Pero ¡claro que no! El señor quería amanecer conmigo, y usarme cómo un juguete. Me sentí frustrada, la atracción que sentí éstas últimas horas parecían aumentar mientras más se colaba su rostro en mis pensamientos.

Yo no quería esto Stephan, ¿Por que? ¿Por que me pediste quedarme aquella noche? ¿Por que me usaste luego?

¿Por qué me humillaste? ¿Era necesario hacerlo?

Y ahora, ¿por que me buscas de nuevo? ¿por qué me llamas? Ni siquiera te di mi número, ¿de dónde mierdas lo sacaste, idiota? Una sonrisa tonta no dudó en salir al pensar en sus idioteces, ¿cómo halló mi número de teléfono? Una sonrisa que no tardé demasiado en reprimir, para no meterle más sensaciones de las que ya estaba sintiendo a esto.

Pensé que teníamos nuestras cuentas claras, era sexo y yo, bueno... Yo estaba bien con eso.

Luego de haberle colgado a Stephan agradecí al cielo que no haya seguido en su intensidad. Sólo quería despojarlo de mi vida, sacarlo de tajo para que no dejase secuelas que doliesen después, aunque sin querer, estaba doliendo mucho en ese instante. Y lo que yo confundía con humillación, ahora mismo se sentía cómo un vacío en el pecho, una parte de mi se lamentaba de perder a un hombre tan guapo e indescriptiblemente cariñoso y atrevido, con tanto carisma y presencia, pero eso es todo lo que es por fuera, ya que por dentro es un patán de la buena.  Aunque... ¡demonios, no lo sé!

¡No había un aunque, no existía!

Aunque... No le permití explicarse.

¿Qué tal si sólo había sido un malentendido? ¿Que tal si perdí mi tranvía? A un mundo dónde ciertamente conocería muchísimo más de lo que ya conocía.

Dí un respingo al escuchar la puerta de entrada, había llegado Tiana. Gracias al cielo, así me distraería y dispersaría todos esos pensamientos que me tenían la cabeza cómo un carrusel.

Al salir de mi habitación lo primero con lo que me topo es a mi mejor amiga en la sala de estar junto con dos trajes muy bien embalados, que aparentemente acaban de salir de una costosa boutique.

—¿Y esto? —dije refiriéndome a aquellos trajes.

—Amiga, decidí hacerte un pequeño detalle. Si quieres hacer algo que no quieres por lo menos hazlo luciendo preciosa, y este vestido —Sonríe mientras me extiende uno de esos trajes. —sé que te quedará fantástico.

Una pasión a escondidas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora