Capítulo XIV: Un gran poder conlleva... un gran sacrificio.

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Nada más importaba.

Siempre que sus cuerpos se entregaban completamente, mezclándose mutuamente hasta que sus almas se enlazaban, nada más le importaba, ni siquiera sus demonios gritándole, con el tono distintivo de su padre, que entregarse a él era una aberración.

Nada más le importaba. Ni siquiera el hecho de que su tiempo cada día se agotaba. Lo único que verdaderamente le importaba era estar con él.

Recibirlo, inicialmente, le avergonzaba. Sentirse completo y amado se sentía prohibido, sobre todo cuando le tocaba mirarlo desde abajo. Las posteriores veces a su primera entrega, solía encerrarse en el baño cuando finalizaban. Observándose por varios minutos en el espejo, llorando mientras sus demonios lo atacaban. Cuando finalmente se decidía a salir, Peter lo esperaba y, sin preguntarle, o hacer algún comentario, lo abrazaba, llenando su rostro con suaves besos, aferrándose a él como si temiera perderlo.

Peter se conformaba con acostarse a su lado mientras abrazaba su cuerpo hasta que el sueño los vencía. Cuando despertaba primero, se quedaba observándolo, meditando sobre el hecho de sugerirle que lo dejara, pero era muy egoísta para hacerlo.

No lo culpó cuando no volvió a intentar tocarlo, ni siquiera cuando dejó de ofrecerle aquellos abrazos que lo reconfortaban mientras pasaba a los brazos de Morfeo. Con el pasar de los días, fue consciente de que Peter se había atribuido la culpa de su forma de actuar y, aunque le dolía, no lo sacó de su error, esperando que finalmente decidiera alejarse; dejarlo en el abandono que se merecía. Creía que era lo correcto, y con él no deseaba volver a equivocarse. Peter no merecía cargar con sus demonios y su vida desgastada. Sin embargo, el día que no volvió se sintió morir. Nuevamente se dio cuenta de que no quería vivir sin él. No podía seguir sin tenerlo a su lado.

Peter era la única razón por la que había intentado prolongar su marchita vida, pensando que tal vez podría, por primera vez en su vida, ser feliz. Pero debía vivir sin él, aprender a hacerlo nuevamente, por lo menos, por algunos meses más... solo por él. Sin embargo, aceptarlo no significaba que doliera menos.

La madrugada del tercer día, mientras llovía, Peter volvió. Se veía visiblemente agotado, moviéndose con una notoria cojera hasta llegar a su encuentro. No le importó que sus ropas se mojaran cuando lo abrazó. O la decisión que había tomado algunos días atrás. En ese momento se percató que nada importaba, solo estar a su lado.

—Lo siento —se apartó un poco de Harry, tratando de no mojarlo más de lo que ya había hecho—. Intenté comunicarme, pero nunca atendiste mis llamadas. Ni siquiera en el teléfono de la casa

Harry lo miró y, sin poder evitarlo, empezó a llorar silenciosamente, producto de la dualidad de sensaciones que le embargaban. Tres días había pasado sin contestar ninguna de las llamadas que recibía su celular al creer que podían ser de sus dos amigos y a Bernard le había pedido que sin importar quien llamara, o llegara a la casa, no le diera aviso. Ni siquiera a Johnny, quien se había ido cinco días antes, recibió cuando voló hasta su ventana.

—¿Qué...?

—Lo siento... —abrazó a Peter, mientras pequeños gemidos salían de sus labios —. Fui un idiota... Creí... que tú... Lo siento... No quería...

—Harry... —intentó apartarlo pero el aludido se aferraba a su cuerpo, tratando de evitar mirarlo al rostro, por lo cual tuvo que aplicar un poco de fuerza para separarlo.

—Lo siento, Peter —hablaba entre sollozos, intentando abrazarlo nuevamente, pero no se lo permitió.

—Harry... No llores, por favor —deseaba abrazarlo nuevamente, quería que sintiera que su dolor también le pertenecía, pero necesitaba que lo mirara a los ojos para proseguir —posó una mano en su mejilla, interfiriendo el camino de sus lágrimas—. Quiero que comprendas lo que voy a decirte. No me iré, no te dejaré. No importa si me pides que te deje, no lo haré, jamás me apartaré. Tampoco importa si no deseas tener más contacto íntimo conmigo, eso puedo aceptarlo... Solo eso... Puedo aceptar que no quieras que estemos juntos, pero no me iré, a menos que verdaderamente lo desees... eso debes comprenderlo —posó la cabeza sobre el hombro de Harry—. Tuve que ir a ver al señor J.J Jameson... Cuando salía, a una cuadra, unos tipos estaban molestando a Betty, su secretaria. Resumiendo, resultaron ser los hombres de un gánster llamado Blackie Gaxton, que tenía amenazado al hermano de Betty, Bennett... Sentí que debía ayudarla... Fui a Filadelfia y logré encontrarlos gracias a una fuga de reos, pero... él... murió y ella culpa a Spider-man. Solo trate de ayudarlo... Pero...

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