Capítulo 47; Correr.

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Caminaba lo más rápido que podía, alguna gente chocaba con el pero no había tiempo para pedir perdón o para hacer algo más que empezar a correr lo más rápido que podía sin importarle cuanto le dolieran las piernas o el pecho por su respiración agitada.

Lo tenia.

La imagen de su amigo le vino a la mente ¿hace cuanto lo conocía? Se pregunto.

Recuerda cuando entró a aquel bar y ahí estaba el pelando con alguien por algún motivo que no recuerda, la sangre que brotaba de su labio y ceja junto a las heridas abiertas en sus nudillos le hicieron darse cuenta que llevaba varios minutos tratando de ganar una batalla pérdida. Esa fue la primera de las tantas veces que lo ayudó, hace un año y medio aproximadamente.

Entonces lo supo todo de el, sintió pena por todo lo que había pasado y lo que pasaba ahora, tan frustrado, tan fragmentado; parecía estar muriendo en vida propia. Es por eso que ahora corría, necesitaba otorgarle felicidad de una vez por todas.

Timba era una buena persona, no tenia duda de ello, es solo que había cometido demasiados errores en su vida pero ¿quien era el para juzgarlos? ¿quiénes eran ellos para juzgarlos? No comprenderían el dolor que guardaba así como el nunca comprendería el dolor ajeno por más parecido que fuera. Cada quien tenía un modo diferente de apreciar la vida y las emociones.

Miraba cada local, cada avenida, cada persona; el sol había desaparecido entre las nubes que amenazaban con desprender una fuerte lluvia, el aire soplaba fuertemente pero ni siquiera el frío lo detenía, era un momento de adrenalina.

No podía negarlo, a lo largo de esos años se había encariñado del peliazul, lo quería como nunca había querido a alguien más, por ello hacia todo lo que hacía. Sin embargo sabía que tan bien era importante darle espacio a lo que el consideraba correcto y no, había límites y barreras que no se permitía rebasar.

La lluvia empezó a caer, el agua empezó a mojar su ropa mientras que la demás gente se cubría abriendo sus paraguas. Se tomó un momento para que el agua recorriera su cara, miro el papel donde había escrito una dirección, un local donde vendían café y diversos postres.

Entró a este y lo observó, algunas mesas se encontraban ocupadas mientras que unas personas preparaban el pequeño escenario que se encontraba en una de las esquinas, era un ambiente acogedor junto a ese aroma a café recién preparado. Se dirigió al mostrador encontrándose con un chico de cabello negro que tomó su orden.

Se sentó en una de las mesas, su respiración se regulaba mientras que se daba la oportunidad de descansar después de un día tan agitado. Saco de su bolsillo una foto doblada, era antigua por lo que la persona que buscaba seguramente ya no lucia de esa manera aunque no debían ser cambios físicos muy grandes.
Grabó nuevamente las facciones de la persona, el color de cabello y esa sonrisa; esperaba aún conservará esa sonrisa.

Miro a cada persona que se encontraba ahí con esperanza de que alguna fuera la persona que buscaba pero ninguna tenía un parecido al chico de la foto. Un toque en su hombro le hizo voltear hacia la persona que se encontraba frente a el con su pedido, tenia una particular sonrisa que hizo que se sorprendiera.

-Aquí está su chocolate caliente y su rebanada de pastel de naranja, espero le guste.- Hablo el chico parado frente a el dejando su pedido en su mesa. Noto en su pecho una credencial de trabajo leyendo y memorizando su nombre. Su cabellera rubia, sus pecas, la amigable sonrisa…

-Gracias.- Murmuró el peliturquesa junto a una pequeña sonrisa, el rubio asintió retirándose.

No tenía dudas ahora, después de un año lo había encontrado.

El era Miguel Bernal.

@Globit0o

Estaba a punto de darme un tiro por que casi borro la historia jaja :((( estoy pndja.

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