• Capítulo 32; Dolor.

2.5K 388 90
                                    

Miro su reflejo en el gran espejo que había en su casa, sus lágrimas se mezclaban con su sangre una vez llegaban a las comisuras de sus labios y su cabello se pegaba a su piel producto del sudor. Su padre le sujetaba con firmeza del cuello para que admirara lo que le había hecho pero no tenía la suficiente fuerza para mirarse.

Un golpe hizo que el espejo se partiera en varios cristales, a su padre no le importaba la sangre que salía de las fisuras de sus nudillos y tampoco le importaba los cristales que habían caído en él; su reflejo era la prueba de cuán rápido se podía romper.

Su madre les miraba totalmente inexpresiva desde el marco de la puerta, la música hacia que sus peticiones de ayuda fueran inaudibles, de ahí el gran motivo por el que odiaba la música clásica, el rechinar del violín perforaba sus tímpanos.

Otro puñetazo se estrelló contra su mejilla haciéndole caer al suelo, trato de aferrarse a algo pero no había nada mas que la molesta alfombra color vino que tanto detestaba. No podía escuchar lo que decía su padre, estaba desorientado o así lo estuvo hasta que el más grande le tomó del cabello para levantarlo.

─Escuchame bien Ruben, tu no te vas a volver acercar a ellos por ningún motivo.─ Le grito junto a varias bofetadas.─ Les arruinaste la vida, no te bastaba con solo ser tú una porquería, tenias que llevarte a todos ellos contigo ¿no?

─Estamos tan decepcionados de ti... ojalá no fueras mi hijo.─ Hablo ahora su madre haciendo audible su odio.─ No pensaste en lo que diría la gente de nosotros, solo piensas en ti.

─Mira a tu pobre madre, la gente ha empezado a hablar mal de ella y de mi.─ Dijo con desprecio mientras el negaba cerrando con fuerza los ojos.─ Nos vamos a ir de aquí, esto es más por tu bien que por nosotros.

─Espero estés contento.─ Dijo su madre una vez cayó de nuevo al suelo, su padre se acomodo su ropa y salió de la sala.─ Lo peor que pudo pasarles a esos chicos fuiste tu.─ Escupió sin rastro de arrepentimiento, estaba dispuesta a irse hasta que el peliazul la llamo.

─Mamá ayuda a Andres, por favor... no dejes que se lo lleven, todo fue mi culpa.─ Jadeaba de dolor, la risa de su madre sólo le lastimaba más.

─El es tan joven... sin embargo, se lo merece, se lo merece tanto como tu.─ Contestó para después irse.

No podía levantarse, tampoco podía gritar o siquiera hablar correctamente, sólo podía llorar y maldecir mentalmente el haber intentado escapar. Ahora estaba más que claro que había cavado una tumba para si mismo y para sus amigos

Se abrazo así mismo y siguió llorando anhelando poder morir ahí mismo, anhelando poder ser perdonado por sus amigos. Quería a su abuela y a sus amigos ahora mismo, pero ellos ya no estaban.

Así se sentía estar solo, ahora podía entender el dolor que los demás sentían.

.

.

.

Habían pasado seis años y aparentemente lo único que no había cambiado era su soledad.

⊱⋅ ──────────── ⋅⊰

@someonepink__

Where are you? | Compas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora