Había partido, sin embargo no estaba perdido.
Había quedado encerrado como un pájaro enjaulado, a quien podíamos ver libre sólo en sueños.
Aveces lo imagino sonriendo mientras escucho mi corazón latiendo fuerte contra la almohada.
Aveces lo escucho mientras contemplo su cara en mi mente, siento su mano grande tomando la mía tan pequeña y hace que algo en mi pueda verlo tranquilo por un instante.
Cuando llueve me siento sola, porque mi papá está lejos y sólo él podía calmar el miedo que me da el ruido de la lluvia, y poder verla sin temer.
Estuvimos en el mismo lugar pero separados por rejas y paredes de concreto, estábamos tan cerca pero tan lejos.
Me he preguntado ¿cómo estás?
Y hay algo que pude hallar reconfortante, el hecho de poder verte por un día y saber que de noche escuchas mi voz y yo veo tu rostro.
Te encontré perdido, viviendo en una cápsula con rejas y paredes de concreto. Siendo el mismo, pero siendo como un pájaro quién se adaptó a una realidad fuerte de culpa pero sin ser culpable.
Te encontré pero no del todo perdido, te vi mejor, escuché tu voz, vi una verdadera sonrisa de ti y sentí ese cariño de nuevo, sentí una tranquilidad densa.
Te encontré, perdido.
