Ciro...

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Hablando con un amigo me di cuenta de lo sabio que era. Aveces tomaba la palabra por mí, lo cual era molesto, pero algo me impedía corregirlo. Mientras tenía una discusión, él gritaba miles de cosas horribles que después recaían sobre mí, pero él no recibía ninguna queja... Me había cansado de él pero no podía dejarle ir.

Me decía que decir y cómo reaccionar y lo peor es que le seguía la corriente... Me había cansado de él, tenía celos de mi mejor amigo e hizo que se enojara conmigo, ¿pero que le diría? Ciro me obligó a dejarte de hablar...

Seguí conversando con Ciro y le pedí que dejara ya de molestarme, que no le gritara más a nadie y me dijo que simplemente eran todos unos estúpidos, insultó inclusive a mi familia y ambos nos reímos de eso. Ciro estaba frente al espejo y la cara del reflejo era mí propio rostro. Ciro reía con una sonrisa macabra con mis dientes, no nos reímos ambos, yo me reía sola y sonreía y ninguna palabra salió nunca de mi boca. Ciro nunca se iba a ir, aunque aveces desaparecía por días, pero bien aprendí a que sólo me ayuda a enfrentar lo que yo misma no puedo explicar...

Poesía DisociativaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora