Capítulo 10

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El reloj marcaba las nueve de la noche, afuera de la casa se veía la penumbra invadiendo cada rincón de la ciudad. El silencio establecido en la sala era incómodo, bastante incómodo. Kouki se sujetaba de un Reo sonriente y divertido, la mirada entre los tres chicos frente a sus ojos le parecía que desatarían la tercera guerra mundial, y él no quería ser participe en ello.

- Así que pasarás aquí la noche – interrumpió la falta de sonido el pelo celeste. Su mirada, conocida como pacífica y tranquila, se hallaba fija en la persona de Akashi, pareciera que con solo esos ojos lo cremaría por completo hasta dejar las cenizas. Pero, aun así, Seijuro no se vio afectado.

- Exactamente.

- ¿No puedes hospedarte en algún hotel y largarte? – habló con aspereza palpable el tigre posando todo el disgusto que sentía sobre aquellos ojos rojos e intensos.

- Eso haría que mi venida a Tokio fuera absolutamente inútil – respondió con calma envidiable, Akashi. Sus ojos carmesís se dirigieron al par que se hallaba en un sillón distinto, el cuerpo alto y delgado de Reo cubría, casi por completo, al tembloroso chihuahua que se sujetaba cual niño a las faldas de su madre. – Espero no haberte causado inconvenientes, Furihata-kun.

- Pa... Para... nada – se limitó a contestar el castaño y Mibuchi río con diversión.

Desde que habían entrado a la casa la tensión era casi palpable y el pobre chihuahua no podía evitar que eso le afectase de la manera más normal, al menos para él, que el ponerse a temblar. Sus manos jugaban nerviosas a pesar de que estuvieran a punto de ver una de sus películas preferidas. Se encontraba sentado a un costado del escolta de Rakuzan y del otro el capitán de la misma. Kuroko y Kagami habían sido obligados a sentarse en los sillones de una persona que estaban a cada lado del sofá familiar y, aunque tenían una distancia considerable el uno del otro, Kouki notaba las miradas de ambos sobre él.

- Kou-chan, ¿te encuentras bien? – preguntó Reo a su lado, el brazo del mayor le abrazaba por los hombros haciéndole que se recargará un poco en él.

- Ah... Amm sí, estoy bien – mintió con una sonrisa que daba a notar lo incomodo de la situación.

- ¿Deseas que cambiemos de película? – cuestionó el pelirrojo a su lado, a lo que Furihata se limitó a sobresaltarse y negar repetidamente.

- Deberías estar feliz, Kou-chan – volvió a hablar el mayor con molestia fingida. – Después de todo, ya tienes un harem para ti sólo – agregó con emoción provocando que el castaño enrojeciera sus mejillas.

- No le molestes, Mibuchi. No creo que a Furihata-kun le agrade la idea de tener su propio harem de repente – comentó Akashi con cierto deje de diversión. No es que estuviera bromeando, ya que él nunca bromeaba. Pero la idea de seguirle el juego a Reo le parecía entretenido ¿y por qué no aprovecharlo?

- Furihata-kun no tiene su propio harem, él sólo puede pertenecerle a una sola persona...

- Y esa persona soy yo – terminó de decir Kagami interrumpiendo el monologo de Tetsuya quien le enviaba una mirada molesta.

Más que estar rojo por esas palabras, Furihata parecía un foco rojo en festividades navideñas. Kagami y Kuroko eran DEMASIADO honestos con sus sentimientos, no había pudor ni vergüenza en sus palabras, lo que hacía las cosas más difíciles para el 12 de Seirin.

- No... No digan eso... yo... - mordió su labio inferior con timidez.

- Pero me gustas mucho, Furihata-kun – confesó como si nada Kuroko acercándose frente al castaño.

Fundanshi-kunWhere stories live. Discover now