- ¿Me puedes volver a decir cómo llegamos a esta situación, Kuroko? – preguntó Kagami recostado en el suelo sobre el futón y siendo cubierto por una cobija que le inundaba la nariz del aroma del castaño.
- Ni yo mismo lo sé, Kagami-kun – respondió con un suspiro molesto al tener que compartir futón con el tigre.
Taiga y Tetsuya miraban el techo de la sala con rostros serios. La manta que los cubría les llegaba hasta la nariz ya que, en común acuerdo, podían oler la esencia que desprendía Kouki. Aun así, se sentían intranquilos, después de todo tenían prohibido acercarse a la habitación del castaño sin peros que valgan. Ambos soltaron un suspiro en decepción, pero la ansiedad los estaba torturando.
¿Cómo habían llegado a esa situación? Ni ellos mismos lo sabían. De lo único que estaban seguros era que Reo se hallaba en el cuarto del castaño custodiándolo junto con la ayuda de Akashi. Ambos dormirían cerca de la puerta para que no tuvieran oportunidad alguna de entrar sin ser descubiertos y se turnarían para vigilar despiertos. ¡Los estaban tratando como unos malditos violadores! Pero en cierta forma tenían razón de comportarse de esa manera, ya que esa misma noche, tras varios sucesos y apariciones imprevistas, ambos, tanto Kagami como Kuroko, habían declarado su amor por el castaño 12 de Seirin.
* * * *
La cena había transcurrido en completo silencio. Furihata se limitaba a ver su plato y saciar su hambre con lentitud. Kagami había perdido el apetito y solo jugaba con las verduras en el plato. Kuroko daba uno que otro bocado al platillo y por momentos jugaba con la comida evitando la mirada con alguno de los presentes. Mibuchi, en comparación de los otros, comía con tranquilidad y la usual sonrisa en sus labios.
- Kou-chan, ¿me puedes servir más? – preguntó el mayor sin borrar la felicidad en su rostro. Kouki alzó la mirada y asintió en silencio, no con tristeza, sino con incomodidad. Se levantó de su asiento y paso a lado del pelo celeste, que en ese momento movía los palillos haciendo círculos con la salsa, se sintió un poco mal con la idea de que la comida no le hubiera gustado. Alzó un poco la vista para observar como Kagami tenía un gesto entre aburrido y culpable. Siguió su camino con rumbo a la cocina con semblante triste y, una vez que desapareció, Mibuchi se acercó a ambos con el ceño fruncido en molestia. – Oigan par de idiotas – los llamó haciendo que ambos levantarán la vista hacia él. - ¿Acaso no ven que están haciendo sentir mal a Kou-chan? Parece que ni quisieran estar aquí – les espetó el pelo negro.
Ambos chicos se voltearon a mirar el uno al otro, sabían a qué se refería Reo, pero no podían evitarlo, después de todo, habían hecho toda una escena esa misma tarde en la cocina y lograron asustar al castaño con sus torpes acciones y sus incontrolables celos.
Reo soltó un suspiro. ¿Qué harían estos chicos si él no estuviera ahí? Se inclinó hacia adelante por sobre la mesa y los otros dos, como si fuese una señal, le imitaron quedando cerca uno del otro, pero con una distancia considerada. – Quiten esa cara. Kou-chan no está molesto, solo se asustó un poco porque nunca los había visto así. Ahora, cuando vuelva, intentaré sacarle plática, más les vale que ustedes también hablen.
El sonido de los platos los hace sentarse correctamente. Mágicamente Kagami siente como el hambre voraz, que lo caracteriza, vuelve a él. Kuroko, aunque no come la misma cantidad que el mayor, lleva bocados para comerlos disfrutando del sabor. Tal escena hace que Furihata sonría ante la posibilidad de que haya estado equivocado al pensar que su comida no sabía bien.
- Aquí tiene, Mibuchi-san – le dice con una sonrisa tímidamente feliz por sus propios pensamientos y se sienta a lado derecho de Reo en aquella mesa de cuatro.

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Fundanshi-kun
FanfictionEn la escuela Seirin existen muchos tipos de personas, pero entre ellos se encuentra Furihata Kouki, un estudiante de primer año que es un fundashi y escribe fanfics sobre los famosos chicos que conforman la llamada "Generación de los milagros". Lo...