Capítulo 9

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Decir que el cuerpo de Kouki temblaba cual chihuahua en brazos de Reo, era poco. Más que temblar, pareciera que su cuerpo desfallecería en cualquier instante. Mibuchi le había comentado que esperarían a Seijuro en la estación de trenes, pero Furihata seguía sin entender la razón de ello. Además, como si el encontrarse con Akashi no fuera suficiente, Kagami y Kuroko llamaban insistentemente al pelo negro pidiendo, casi exigiendo, hablar con el castaño.

Reo, por petición del menor y por convicción propia, se negó abruptamente a que hablarán con él y les alegaba diciendo que eran unos idiotas por haber dado a conocer sus sentimientos por el pobre chihuahua. - ¡Dejen de decir estupideces! Kou-chan no quiere hablar con ustedes. La verdad, no puedo creer que hayan sido tan tontos como para arruinar esto. Todo iba tan bien y ustedes debían abrir la bocota – hablaba Mibuchi por el celular a unos cuantos metros alejado de Kouki.

Furihata miraba los manotazos que daba el de Rakuzan al aire. La gente que pasaba observaba la escena y Kouki se limitaba a estar en cuclillas con la espalda recargada en el pilar donde, ese mismo día, había esperado a Momoi y su escritor favorito. Soltó un suspiro y abrazó sus piernas hundiendo su rostro sobre sus brazos cruzados. No sabía que pensar y, en su mente, repasaba una y otra vez la situación que había pasado una hora antes.

* * * *

Mibuchi había salido para comprar los aperitivos que acompañarían, esa noche de películas, la pizza y palomitas de los que se encargarían sus compañeros. Él se hallaba sentado en el suelo frente al televisor, mientras buscaba aquellas cintas que gustaba de ver cuando se veía libre de actividades, ya sea del club de baloncesto o tareas escolares u hogareñas.

Escogió dos, tres, cuatro películas y las acomodó en el sillón que se encontraba cerca de su lado derecho, detrás de él. De pronto, se vio interrumpido de su tarea por hallar la quinta, cuando escuchó los cuchicheos provenientes de la cocina. Alzó la mirada al reloj analógico que se hallaba sobre el mueble de la televisión y denotó que el pelo negro no tardaría en llegar, al menos eso calculaba. Se alzó del suelo, con evidente curiosidad, y se acercó a donde se hallaban sus compañeros, encontrándose con un Kagami frunciendo el ceño y atentó a las palabras de Kuroko sin quitar la mirada de la estufa, donde preparaba las palomitas.

- Kagami-kun, debes saber que no dejaré que te lo quedes – escuchó decir al pelo celeste que le daba la espalda, y por ello mismo ambos chicos ignoraban su ingreso al lugar.

- Deja de decir tonterías, Kuroko. Ambos sabemos que ni siquiera sabe de lo que sentimos – Kouki, contra todos los principios de privacidad que le habían sido inculcados, escuchó con atención la conversación sin decir palabra alguna. Taiga soltó un suspiro, como si de esta manera pudiera dejar caer sus pesares y aceptar con resignación lo que estaba a punto de decir. – Además, Furi será quien escoja, nosotros no podemos obligarle a que esté a nuestro lado.

La boca de Kouki se abrió con suma sorpresa, no pudiendo entender, o no queriendo, de lo que hablaban la luz y la sombra de su equipo. Sus ojos se abrieron haciendo que sus iris se vieran más expresivos y pequeños de lo que ya eran.

- Lo sé – soltó con poco entusiasmo la sombra de Seirin. Con una de sus manos sostuvo su barbilla estando aún parado a unos pasos del tigre. – Pero es que... realmente me gusta Furihata-kun. Hay veces en las que no quisiera que nadie más lo viera, sobre todo cuando veo que le sonríe a alguien más.

Una risita proveniente del pelirrojo se escuchó. Kagami lo entendía, pues se había visto, en más de una ocasión, con la idea de tomar a Furihata en sus brazos y llevarlo lejos. Evitar que los ojos que lo habían enamorado vieran a otra persona y que le alejarán de él. Sabía, por experiencia propia, esas punzadas en el centro de su pecho eran causadas por los celos que le invadían a causa de que alguien más pudiera observarle con malas intenciones. Tal y como él lo hacía. Tal y como Kuroko lo hacía.

Fundanshi-kunWhere stories live. Discover now