La niña dio media vuelta y empezó su marcha de regresó a casa. Estaba
satisfecha con las misiones que hasta ahora había cumplido sin problema, y se
preguntó cuál sería la próxima.
Uno de esos autos con luces rojas y azules estaba frente a su casa cuando ella
llegó. Había visto un par de esos en una ocasión que acompañó a su padre a la
ciudad, y recordó que hacían un ruido muy molesto.
Se deslizó sigilosamente para no ser vista, y se quedó detrás de la puerta para
escuchar. Su padre platicaba con dos hombres. Él lloraba, y ellos intentaban
consolarlo.
«Abuso» y «Asesinato» fueron términos que ella no comprendió, pero era una
niña astuta, e interpretó la conversación: un hombre le había hecho algo muy
malo a mamá y luego había escapado en la oscuridad.
«Lo seguimos buscando, uno de los granjeros alcanzó a verlo mientras huía:
cabello negro, piel clara y una estrella estampada en su playera gris. Parece que
no es de por aquí», dijo uno de los oficiales.
La niña se imaginó al hombre corriendo de noche por el campo. Quizá la
oscuridad le había jugado una broma y había terminado cayendo dentro del
pozo.
Al anochecer, la niña comió su cena sin emitir palabra. Su padre la acurrucó en
la cama y le leyó un cuento para que se durmiera. La luna tocó el violín toda la
madrugada poniendo a bailar a las estrellas.
Al siguiente día, la niña regresó al pozo con su carrito de los tesoros.
Se asomó, y se dio cuenta de que al hombre le quedaban escasos metros por
trepar. Ella lo miró sin odio, sin rencor, sin ninguna de esas emociones que nos
convierten en monstruos, pero con un dejo de conciencia infantil que le dictaba
que debía hacer lo correcto. El hombre miró hacia arriba y chocó con los ojos
grises de la pequeña, unos ojos que parecían hablarle.
La niña buscó en su carrito de los tesoros, y rodeó la navaja de su padre con las
manos. Buscó el lado más delgado de la cuerda, y luego, mientras un grupo de
cuervos salía disparado desde un árbol, la cortó.
Esta vez, la caída fue fatal.
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CUENTOS PARA MONSTRUOS
De TodoAntología de historias relacionadas con la furia, la pérdida y la violencia compactada en el espíritu humano. Los personajes son ficticios, pero sus acciones tienen pinceladas de realidad. . Esta es un libro de Santiago González Pedraza lo comparto...