De vuelta al origen

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Todo con Matías iba más que bien, aún sigo teniendo ciertas pesadillas, sueños extraños y visiones de vez en cuando, pero no me preocupo, porque se que con él, estoy a salvo.

Y así pasaron los meses, las semanas y las horas. Hasta que un día fuimos a la playa, ambos sentados en la roca más grande, comiamos galletas y bebiamos café.

Matías..he estado pensando...aún no consigo que las pesadillas, recuerdos y visiones extrañas se vayan de mi vida...quisiera, volver al bosque, quizás encuentre respuesta alguna, como desaparecer todo esto.

¿¡Qué!? tienes que estar realmente loca para pensar algo así.

Por favor, núnca tendré una vida tranquila si no decifro esto. Por favor.

No sé-.me dijo y se fué a empacar algo al auto.

Al cabo de un rato gritó mi nombre. Subimos al auto y sin hablar la mayor parte del camino, Matías siguió la carretera que llevaba fuera de la ciudad.

Oye te equivocaste de carretera, casa esta hacia el otro lado.

Es porque no vamos a casa.

¿Adonde vamos ahora?

A tu bosquecito querido-.dijo en tono de sarcasmo.

No tienes que ir si no quieres, núnca te obligué a que me trajeras.

Es que...me preocupo por ti, pero si lo necesitas, esta bien, te acompañaré.

Le di un beso en la mejilla y partimos el largo viaje.

Pasaron 6 meses, viajando en auto, y por fin llegamos, por fin.

Llegamos a mi ciudad natal. Todo seguía casi igual, la escuela, las calles, e incluso el esqueleto de la vieja cabra de la ciudad. Fuimos a descansar en una hostal. Al otro día tomamos un tour en el bosque, todo se veía tan normal, absolutamente igual hace tantos años.

Esa tarde, acampamos cerca del mismo lugar de la otra vez. Cuando asechaba la noche el bus partió nuevamente a la ciudad, Matías y yo nos quedamos en la planicie del bosque, hallando aquel lugar. Hasta que por fin dimos con el. Ya no estaba el cartel de advertencia, e incluso habian talado algunos árboles.

¿Traes la linterna?-

Sí-y Matías sacó su linterna.

Comenzamos a recorrer, pedazos de felpa estaban botados en el lodo, pedazos de tela y ¡qué! estaba una vieja pulsera que habia perdido ese día. La tomé y esta se deshizo como harina en el viento. De pronto ví a mamá abriendo los brazos hacia mi. Corrí a abrazarla, cuando Matías me detuvo por el cuello de la chaqueta.

¿Qué haces? ¡es mi mamá!

¿Qué? Terrie, ese es un precipicio, con una roca, nada más.

Volví a la realidad, era la roca donde estaba la pequeña chica que me advertía.

De pronto un golpe rebotó en mi cabeza.

Desperté de nuevo en la planicie, Matías no estaba. Comencé a buscarlo por todas partes, de pronto una mano se poso sobre mi hombro. Di un salto, pero era él.

¿Qué paso Matías?

Te cayó una rama en la cabeza, y tuve que cargarte hasta aqui.

Y al parecer era cierto, me dolía mucho la cabeza. De pronto el viento comenzó a soplar, las hojas volaban sobre nuestras cabezas, los pajaros migraban hacia el oeste. Y entre los árboles se podía observar unos ojos, que dirigian sólo su mirada hacia mi.

Es mejor que volvamos a la camioneta, esta frío-.me dice Matías, tomandome de la mano.

No, aún no esta resuelto.-Me solté de su mano y corrí al bosque donde estaban aquellos ojos, que desaparecian cada vez que me acercaba, retrocedían y volvían.

Terrié! vuelve!-.Matías gritaba desesperado indicando algo a mi lado.

A mi lado habia alguien agachada con una especie de lanza, no podía verle la cara, pero se que quería atacarme.

Corrí nuevamente hacia el auto, pero la lanza habia atravesado mi estómago, no me demoré más de diez segundos para perder el equilibrio y caer en las hierbas próximas. La pequeña criatura se escabullió entre las plantas, mientras se alejaba, podía escuchar una leve risita. Matías vino a socorrerme.

No se que haya pasado, pero no es momento de explicar, vamos te llevaré a un hospital.-Me ayudó a pararme y me cargó hasta el auto. Recorrimos más de 1 hora intentando llegar a la carretera que nos llevaría a la ciudad. La sangre fluía por el agujero de mi estómago, no me atrevía a sacarme la lanza por mi misma, era larga y con una punta de filo.

Me empecé a poner pálida, todo comenzó a dar vueltas a mi alrededor, sentía las palabras de Matías muy lejos de mi; hasta que llegamos al hospital. Entre sobre él a sala de urgencias. Él comenzó a buscar ayudas con las enfermeras que rondaban, diciendoles a todos los enfermos que esperaran. Eramos los últimos en la fila, las personas miraban asustadas la lanza atravesada en mi estómago.

¿Hola, necesita algo?-.me dice una enfermera.

¿Qué si necesito algo?-le digo en tono de sarcasmo.-Me estoy desangrando!, una lanza atraviesa mi estómago, ¿usted cree que necesito algo?

Sí, venga.-y me ayudó a pararme.

Matías!-grité, que estaba alegando con un guardia.

Corrió a acompañarme y entramos en una gran sala blanca. Salió un doctor con una especie de cierra, cortó mayor parte de la lanza, sin decirme nada, y el resto, habría que tirar.

Tu manten la calma chica.-me dice, poniendome anestecia en el brazo.

No puedo si no se apura!

Calma Terrie.-me dice Matías, sosteniendo mi mano.

A la cuenta de tres tiraré este palo, quiero que inhales con fuerza, y no exhales hasta que lo hayamos sacado.-dice el doctor sosteniendo el palo.

Esta bien.-Inhalé profundo.

1..2..3..-ay!.-algo anda mal, el palo se atascó en un organo de seguro, o tejidos, debemos hacer intervención quirúrgica, ahora.

Me trasladaron a la sala de pabellón, donde sería realizada mi última operación.

NO ENTRES AL BOSQUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora