Cufa - III

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Cufa había sido rescatado por dos personas que navegaban en un pequeño barco, parecían ser una pareja, pero no se atrevía a preguntarle, ni siquiera sabía sus nombres.

—Gracias por salvarme.

—Por nada, tienes mucha suerte de que te hayamos visto, y más porque aquí no suelen haber muchos navegantes —dijo el hombre.

—¿Pero qué fue lo que pasó para que acabaras allí en el inmenso océano? —preguntó la mujer.

—Nuestro galeón se hundió debido a la tormenta, ¿Cómo es que ustedes con esta pequeña barca no acabaron igual que yo, o aun peor?

—¿Cómo dices? La tormenta acabó hace poco más de un día, nosotros salimos justo después de que pasara ¿Cómo lograste sobrevivir tanto tiempo de aquella forma, en el agua congelada? —agregó la chica.

Cufa no se atrevió a hablarle de lo que en verdad había pasado, de sus poderes, de que había vuelto a la vida luego de morir, en ese caso lo hubiesen tratado de loco, así que no le quedó más opción que mentirles.

—Fue muy difícil estar allí varado, sin dormir, con el frío y hambre.

—Me imagino, seguro mueras por comer algo.

—Daría cualquier cosa por un trozo de pan.

—Le diré a Ethan que te traiga una lata de sardinas, es lo único que tenemos ahora —La chica se dio vuelta en dirección a donde se encontraba su pareja, pero Cufa hizo que se volteara nuevamente.

—¿A dónde es que se dirigen?

—Hacia las afueras de Gisarth, vivimos allí. Sentimos si vives en otra parte, pero no podemos desviarnos ahora.

—Está bien, igualmente no tengo ningún destino —Cufa agregó — ¿Tú nombre? Si vamos a convivir durante las próximas horas, deberíamos de conocernos.

—Tienes razón. Soy Gwen, y mi novio es Ethan ¿Tú?

—Me llamo Cufa —respondió sin agregar más.

El joven comió lo que Ethan le había traído. Las sardinas tenían un mal sabor. Estaban vencidas desde hacía ya unos meses, pero no le importó, si era por él, agarraba un pez del agua y se lo comía crudo del hambre que tenía. También le habían dado algo ropa, la que traía puesta estaba totalmente empapada. Ya no le servía.

Pasaron varias horas hasta que llegó la noche. La pareja le había dado una pequeña cama de la que tuvieron que quitar algunas de sus pertenencias, como bolsos, y algo de ropa. Era más cómoda que la de su anterior barco, y se encontraba antes de la entrada hacia la habitación de ellos. Finalmente, el joven decidió irse a dormir, pensando en lo que le esperaría en el futuro.

Al día siguiente, Ethan bajó hacia dónde estaba Cufa para despertarlo, aunque éste ya lo estaba desde hace un rato, se había quedado en la cama remoloneando.

—Despierta, estamos llegando a tierra firme.

Cufa se levantó y se puso los zapatos que le habían dado.

—¿En dónde estamos? —preguntó luego de subir las escaleras y ver el paisaje.

—A punto de arribar en las afueras de Gisarth
—le respondió Ethan.

Él nunca antes había estado allí, ni siquiera en la ciudad. La vista era hermosa, unas enormes montañas rodeaban lo que seria el sitio al que se dirigían.

—Fue un placer compartir este viaje contigo y ayudarte, ¿Ahora que harás? —le preguntó el hombre.

—Ese es el punto —Cufa no se animaba a decirles que no tenía donde quedarse, ya que ellos tendrían que hospedarlo en su casa y ya habían hecho mucho por él, pero no le quedaba opción más que comentarles su situación — no tengo hogar, nací y viví por doce años en la ciudad de Preim, en un orfanato, y luego me metí en una tripulación para ganarme mis propias monedas.

La pareja se miró entre sí por unos segundos, hablando por lo bajo, parecía que estaban tomando alguna decisión, hasta que Ethan se propuso hablar.

—Si es así, puedes quedarte algunas semanas en una pequeña cabaña que tenemos al lado de nuestra residencia.

—¿De verdad?

—Claro, aunque deberías buscar algún trabajo ya que no podremos mantenerte por mucho tiempo —agregó Gwen.

—Lo haré. Muchas gracias. Denme unas semanas y me iré, lo prometo.

Al llegar, los tres comenzaron a partir hacia la residencia. Caminaron durante un tiempo metiéndose por varios caminos hasta alcanzar la casa de la pareja, que se encontraba en un campo, y muy cerca de una aldea.

Le otorgaron comida, ropa, y le señalaron la morada donde se estaría hospedando, que se encontraba tan solo a unos pocos metros de la de ellos.

Al llegar la noche, Cufa decidió salir a escondidas hacia un lago bastante alejado de su cabaña, que había avistado de entre unos árboles. No quería que la pareja lo viera, así que fue lo más sigiloso posible, atravesando la pradera y luego el bosque, hasta llegar al destino. Así que sin más, se paró delante del lago, a la luz de la luna, y comenzó a intentar aquello que anteriormente le había salvado la vida: el control del agua.

Gisarth - La búsquedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora