—Capitán, mire el cielo —dijo un tripulante a bordo del barco.
Nunca se había avistado una tormenta igual. La mitad de éste estaba vestida de nubes negras, relámpagos y una lluvia a cántaros.
La tripulación LandLocked ya había pasado por situaciones similares, pero nunca una tan fuerte como la que vendría. Ya sabían lo que hacer cuando algo así se aproximaba. La mayoría de los marineros se refugiaban en sus camarotes, mientras que el capitán y los más fuertes a bordo se mantenían afuera tratando de estabilizar al galeón.
Todos tenían sus cabezas inclinadas hacia las inmensas nubes, con miedo de lo que vendría.
—¡Atención! Cómo verán, una tormenta se aproxima, y una muy grande. Diría la más grande desde que empecé a navegar. Así que empezaré a repartir provisiones para cada uno, sepan aprovecharlas ya que no será mucho. Luego, los marineros de siempre y yo, quien les habla, nos quedaremos afuera y los demás irán a sus camarotes a esperar que pase el temporal.
Cufa y Julian comenzaron a hacer la fila en busca de suministros.
—Julian, solo ten asegurado que recibiremos nada más que un pan y una botella de agua. Supuestamente con eso estaremos bien durante las próximas horas —Cufa volvió a repetir—, supuestamente.
—¿No crees que es poco? Las otras veces que hubo tormenta nos dió más cantidad —reprochó Julian.
—Como dijo él, esta es la peor que haya afrontado desde que empezó a navegar, y lo mismo para nosotros. Así que no te sorprendas si lo encuentras con más de la mitad de las provisiones en su habitación. Todas guardadas debajo de su cama.
—No lo creo. Por ser yo me debería dar algo mejor.
—¿Por ser tú? ¿Y quién eres para él? —le preguntó Cufa.
—Su más preciado marinero. Fui de los primeros en unirme a su tripulación. Mucho antes de que llegaras.
—Si así piensas. Veremos que recibirás ahora. Espero que te de algún pescado exótico y ron —dijo Cufa sarcásticamente.
La fila avanzaba rápido. Las provisiones eran entregadas y ni una queja era permitida que, de lo contrario, se quedarían sin nada.
Mientras tanto, el barco se iba adentrando cada vez más en la tempestad. Dentro de un rato, el cielo encima de ellos se teñiría completamente de nubes negras.
Ya era el turno de Cufa y Julian. Se encontraban solamente a tres personas de los suministros. El joven huérfano miraba de reojo hacia donde estaban los alimentos, para ver que era lo que en verdad le iban a entregar. Lo único que alcanzó a ver eran unos panes debajo de una mesa y algo más que no logró captar con claridad. Al parecer su amigo no iba a recibir algo especial como pensaba. Al irse el último hombre delante de Cufa, Julian se le interpuso en la fila.
—Soy Julian Brender. Deme lo que el capitán guardó para mí, gracias.
El viejo marinero sentado detrás de la mesa apoyo sobre una tela un pan y una botella de agua.
—Lo siento, le diré de nuevo. Soy Julián Brander, de los primeros en unirme a la tripulación Landlocked. El capitán me habrá dado algo distinto a los demás, porque no se fija bien.
—Siguiente —dijo el anciano con voz gastada.
Con un gesto de disgusto y disconformidad, terminó por agarrarlo.
Cufa se llevó lo mismo que le dieron a su compañero. Así que luego se dirigieron a su pequeño cubículo, y esperaron a que llegase la tormenta.
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Gisarth - La búsqueda
FantasyTres jóvenes con vidas totalmente distintas serán cruzados por... ¿el destino? Pronto descubrirán que son más que simples personas.