Capitulo 8

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Con las mejillas rojas y encharcadas de lágrimas, me acerqué hasta el baño, posé mis brazos en el lavamanos dejando que todo mi peso cayera en las manos, me miré al espejo, tenía la marca de su mano en la cara, me dolía. Esta vez frente al espejo, no sabía si lloraba por ver la marca de su mano en mi piel o porque me sentía una mierda, cerré la puerta del baño, cerré con pestillo, posé mi espalda en la puerta, dejándome caer poco a poco hacia el suelo. Cuando ya estaba completamente sentada en el suelo, me eché las manos a la cara, no podía con mi vida, lloraba, lloraba y lloraba. Tenía tanta, tanta rabia que comencé a gritar de la ira. Me levanté y comencé a pegarle puñetazos a la pared, me hice varias heridas en los nudillos, pero en ese instante no sentía nada.

Me levanté, me levanté de golpe. Cogí aire, todo el aire que mis pulmones podían coger, me sequé las lágrimas con la manga de mi camiseta, me eché un poco de agua en la mano izquierda, ya que la tenía completamente llena de sangre, todavía no me dolía. 

Hoy no había caído en las garras del deseo de morir que nacía en mi entrañas, hoy me sentía fuerte, fuerte dentro de lo que cabe, bueno igual ni eso, simplemente hoy no lo quería intentar. Salí del baño como si nada hubiera pasado, mi madre si que fingía bien que no le pasaba nada, ahí estaba, en la cocina, sentada leyendo un libro, un libro titulado, ¿Porque la vida es así de dura?, no se porqué le gustaba leer tanto esa novela, yo en una ocasión intenté leerla pero menudo coñazo, yo soy mas de ponerme música y escribir en mi diario, si, mi diario y yo somos grandes amigos, yo se lo cuento todo y el me recompensa ayudándome a desahogarme completamente, como toda esta historia.

De nuevo fui a mi cuarto, me tumbé y me vibró la cama, me sobre salté,pero cuando desbloquee el móvil y vi que el mensaje era de el se me formo una sonrisa, pero no una sonrisa cualquiera, si no esa sonrisa que se te forma en la cara como a una tonta.

-Como te fué el día hoy, ya que me dejaste plantado );

+Pues no tan bien como cuando estoy contigo, pero todo lo bien que puede ir un día.

-Me alegro, ¿mañana si quedas no? O la señorita esta ocupada, con su gran agenda apretada.

*Sonreí*

+Pufff pues no sé si tendré un hueco para usted, ahora que lo dice jajajajajaja

-Jajajajaja, serás idiota... mañana a las 7:00 voy a buscarte, no me dejes tirado que hay que ir a clase...

+Aaaaaj, ni me lo recuerdes, jajajajaja, no te dejaré tirado, enserio.

-Perfecto niña, eso espero.

Nos enviamos un par de emoticonos mandándonos besos y bloquee el móvil.

Me quedé tumbada mirando al techo, esperando a que las horas transcurrieran, quería que terminara ya ese pésimo día, escuché una puerta, no quise imaginar quien era, lo mejor era  meterme en la cama y olvidarme de todo.

Sin darme cuenta me había dormido, estaba soñando algo extraño algo, muy extraño, no podía descifrar lo que quería decir, habían armas, cuchillos, cuerdas, cuchillas, pastillas... todo con lo que se podía matar uno... aquello era pero que una pesadilla, ni en sueños podía estar tranquila, aunque en verdad era un poco sueño, por como deseaba hacerlo, por como deseaba desaparecer.

Notaba como gotas caían de mi frente y cuando cogí una bocanada de aire me desperté, eran las 6:30, en media hora me tendría que ir al instituto... que horror, me preparé y salí, pero esta vez no fui sola hasta aquella cárcel, estaba el esperando enfrente de mi portal, no me lo podía creer.

Antes de abrir aquella puerta, que tenia un pomelo bastante frío, cogí un poco de aire y abrí con decisión para poder abrazarlo y besarlo, echaba de menos sus besos llenos de tantos sentimientos y eso que apenas llevábamos tiempo, pero cuando una persona es tu salvación, no necesitas más.

Iba al instituto sin ganas, mis enemigos, esas crueles personas que no tenían piedad por mi me estaban esperando, lo único que me daba fuerza para ir era Adam, nada más, solo lo tenía a el.

Deseo de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora