3.

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jennie.

Me levanté, estaba realmente entusiasmada. Hoy era mi primer día de clases, también mi primer día de trabajo. Ayer dejé mi curriculum vitae en el Starbucks que estaba al lado de la universidad, y anoche recibí una llamada del establecimiento. Tendría una semana de prueba, y, si era eficiente, me quedaría con el puesto.
Estoy bastante confiada, se me daba bien la atención al público.

Me duché y vestí con una velocidad impresionante, la ansiedad hacía que haga todo rápido. Bajé a desayunar y ninguna de mis amigas estaba en el comedor. A ellas les encantaba arreglarse mucho y llamar la atención; en cambio, yo siempre me iba por lo más cómodo: un pantalón de buzo, una sudadera y zapatillas. Después me maquillaría, pero no haría algo tan llamativo, obviamente.
Preparé el desayuno para todas: ensalada, café, tostadas y huevos revueltos. Siempre me gustó cocinar para ellas, y, no es por presumir, pero soy la que mejor cocina en este hogar.

Jisoo unnie bajó al oler el café y las tostadas, seguida de Lisa, ambas bajaban radiantes y contentas. Sus momentos favoritos del día son cuando saben que ya las voy a alimentar.

( . . . )

Las cuatro estábamos ya dentro de la universidad, recibimos nuestros horarios y vimos que cada una tenía clases en aulas distintas y en horarios distintos, aunque tenía algunas clases en común con ellas. A quien vería más era a Jisoo Unnie, ya que Lisa y Rosé compartían más cursos que nosotras.

La mitad del día universitario había pasado ya, era el break para todos. Las cuatro acordamos que nos juntaríamos cada receso. 
Estaba ansiosa aún, después de este receso me tocaba la clase de introducción al arte, me emocionaba muchísimo eso. Estaba tan feliz que no podía dejar de sonreír.

La campana sonó y me puse de pie, agarrando mi pequeña mochila, despidiéndome de las chicas y diciéndoles que iría en la noche a casa, ya que también era mi primer día de trabajo.
Fui caminando a un paso veloz hacia el aula que me tocaba, pero choqué con alguien que, al parecer, iba sumergido en sus pensamientos, así como yo.
Estuve esperando, con los ojos cerrados, sentir el impacto de mi cuerpo en el suelo, pero jamás llegó. Abrí mis ojos y me encontré en los brazos de un tipo 25 centímetros más alto que yo.
Levanté la mirada y le sonreí apenada, separándome de él.

—¡Realmente lo siento! Iba sumergida en mis pensamientos y no me fije en el camino.— Dije, haciendo una reverencia ante el desconocido.

Escuché un suspiro viniendo del extraño. —Fue culpa mía también, no necesita disculparse, señorita.—

Me erguí nuevamente, para ver al hombre con quien había chocado. Seguramente era un maestro. —De acuerdo, señor. Si me disculpa, debo entrar a clase. ¡Tenga un lindo día!— Volví a sonreírle, haciéndome a un lado y yendo al aula.
Apenas entré a la sala, me senté en la primera carpeta de la columna del medio. Quería mantener toda mi atención en esta clase, ya que, creo que será la más importante de todas.


taehyung.

Primer día de trabajo. Aburrido, la misma rutina de siempre, las mismas palabras, los mismos alumnos, la misma presentación para los nuevos. Básicamente, la misma mierda de todos los años.

En un abrir y cerrar de ojos, ya era el break. Siguiendo con la costumbre de años anteriores, fui al Starbucks que estaba al lado de la universidad, para beber mi capuccino de siempre.
Cuando terminé mi café, salí del establecimiento y volví a mi lugar de trabajo. Tenía unos minutos libres aún, así que iría al baño para lavar mis manos.

En lo que caminaba, mantenía mi vista en el suelo, en ningún momento levanté la mirada, hasta que sentí que alguien chocó conmigo. Como acto-reflejo, tomé a la persona entre mis brazos, evitando que caiga. 
Por algún motivo, cerré los ojos, hasta que los abrí y vi una larga cabellera castaña. Vi como la chica se separaba de mí tímidamente, con las mejillas sonrosadas, aparentemente por la vergüenza que sentía.

Conectamos miradas y vi que me sonrió, confirmándome que, efectivamente, estaba avergonzada. 

—¡Realmente lo siento! Iba sumergida en mis pensamientos y no me fije en el camino.— Susurró, haciendo una reverencia.

Suspiré, no iba a ser tan duro con alguien que no conocía.—Fue culpa mía también, no necesita disculparse, señorita.— Respondí.

Se enderezó nuevamente, haciendo que nuestras miradas se conecten otra vez. —De acuerdo, señor. Si me disculpa, debo entrar a clase. ¡Tenga un lindo día!— Sonrió una vez más. Era una sonrisa adorable e infantil, seguramente era una alumna nueva.
Vi como la chica seguía su camino por el pasillo, también noté cómo algunos alumnos la miraban y me miraban. No le tomé importancia y fui al baño, para poder lavarme.

Entré al aula que me tocaba y ahí la vi nuevamente, concentrada en su celular. Todavía faltaban cinco minutos para que el receso termine y ella estaba aquí, la señorita con quien había chocado.
No notó mi presencia hasta que me senté en mi escritorio y abrí un libro, puesto que levantó la mirada hacia donde me encontraba yo y me sonrió.

Conectamos miradas una vez más, podía sentir esa buena vibra que irradiaba. —¿Estudiante de artes?— Cuestioné. Vi que se levantó de su carpeta y se acercó hasta mi escritorio.

—Efectivamente, señor...— Vi que su mirada se dirigió hasta la placa que estaba en mi escritorio, la cual, tenía mi nombre y apellido escrito. —Señor Kim. A partir de hoy, seré su nueva estudiante.—

( . . . )

El día laboral había terminado por fin, siendo las 5 de la tarde. Los alumnos salían a las 4 y los maestros salimos a las 5, debido a que, debemos llenar informes diarios, y eso suele tardar mucho.

Acomodé mis cosas y me dirigí al Starbucks nuevamente. Suelo ingerir bastante cafeína.
Me acerqué al mostrador y vi a mi estudiante ahí, la señorita Kim, la chica de linda sonrisa.

Nos miramos y me volvió a sonreír. ¿Cómo esta mocosa puede estar feliz todo el tiempo?

—¡Señor Kim! Buenas tardes, ¿qué va a ordenar?—

Vi la pequeña placa con su nombre adherida a su uniforme. Jennie. —Señorita Kim, buenas tardes. Deme un capuccino. Tamaño grande. Por favor.— Dije, colocando el dinero en el mostrador. Frecuentaba tanto el lugar y pedía siempre lo mismo, que hasta ya me sabía el precio de memoria.

—Lo llamaré cuando esté listo, señor.— Respondió, tomando el dinero y metiéndolo a la caja registradora, acto seguido a esto, me dio la boleta.

Me senté en una de las sillas, observando el reloj, esperando por mi pedido.
Frecuentaré mucho con esta niña. Aparte de verla en clases, también me venderá café. Quién lo diría.

capuccino. { taennie }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora